Por qué esta crisis es más manejable que la que terminó en rescate
España lleva 15 años con déficit y acumula 1,45 billones de deuda, pero tiene 2,6 millones de trabajadores más que en 2012 y al BCE aguantando el tipo
La fuerte caída de las Bolsas, la subida de la prima de riesgo y de los tipos de interés y la inflación disparada parecen remitir al escenario de hace 10 años, cuando la UE rescató a España con 100.000 millones. Sin embargo, si se abandonan las emociones, filias y fobias, y se comparan las cifras macro, se puede concluir que la actual situación, aun siendo compleja, parece más manejable. La economía española crece (4%), está en récord de empleo (20 millones) y la prima de riesgo y los tipos de interés, aunque estén al alza, siguen en tasas moderadas. Eso sí, la escalada de precios (IPC del 8,7%) continúa, el Estado lleva 15 años consecutivos generando déficit y la deuda pública ronda 1,5 billones de euros.
Además de los datos, es muy relevante la diferencia de actitud de instituciones como la UE, BCE y FMI. En la crisis desatada en 2008 pusieron el foco en limitar el gasto público para ajustar así el déficit y la deuda pública. Sin embargo, en la cadena de crisis generadas por la pandemia y Rusia, la UE ha optado por relajar las reglas de gasto y regalar dinero a los países en peor situación, de ahí que los tipos de interés y la prima de riesgo estén lejos de 2012.
La principal diferencia con la Gran Recesión está en el empleo. La encuesta de población activa del primer trimestre de este año muestra un país con 20 millones de trabajadores, lo que supone 2,6 millones más que hace diez años. En ese periodo el número de parados se reduce en 2,5 millones, hasta 3,1 millones, y el de hogares sin empleo pasa de 1,73 millones a algo más del millón. En resumen, la tasa de paro baja 11 puntos en esos diez años, hasta el 13,7%, lo que permite que el gasto medio anual en desempleo baje de 29.000 millones en 2012 a 22.500 millones presupuestados para este año.
Cuando la situación económica pinta mal y se dispara el déficit, los Gobiernos recortan subsidios de desempleo y nóminas de funcionarios y pensionistas. Lo hizo José Luis Rodríguez Zapatero en mayo de 2010, cuando bajó un 5% los sueldos públicos y congeló las pensiones; y lo volvió a hacer, dos años después, Mariano Rajoy, que no actualizó las pensiones con el IPC y congeló cuatro años las nóminas de los empleados públicos y no abonó la extra de Navidad de ese año.
Actualmente, el Estado paga a 9,93 millones de pensionistas y 3,47 millones de empleados. Esto supone un millón de pensiones y 247.000 nóminas más cada mes que hace una década. De hecho, la partida de gasto para pensiones es la que más se ha disparado, ya que además de haber más personas en esa situación, la pensión media ha subido un 31% en ese tiempo, pasando de 830 a 1.087 euros. Así, el gasto total en pensiones ha aumentado en 55.000 millones, hasta 171.140 millones.
En cambio, el coste de personal ha bajado un 22%, hasta 25.860 millones, pese a haber más empleados públicos, lo que da idea de que las reposiciones son más baratas. El Gobierno dice que va a actualizar el IPC a todos los pensionistas. Va a ser que no; por lo menos, no a todos.
La caída del PIB genera menos ingresos y alimenta continuos déficits públicos que van sumando deuda pública. En 2007, el último año antes de que estallara la crisis, España tenía una deuda de 384.662 millones de euros, el 36% del PIB. Cinco años después, se había multiplicado hasta 927.813 millones (90% del PIB) y ya está en 1,45 billones, el 118% de la actividad económica. Ese volumen de deuda hubiera hecho quebrar al Reino de España si no hubiera intervenido el BCE el precio del dinero. Hace diez años, el Estado soportaba una factura de 33.000 millones de euros para el pago de los intereses del cerca de un billón de deuda. El año pasado, con medio billón más de deuda emitida, el coste de la financiación fue de 8.000 millones menos gracias a que el BCE bajó los tipos de interés y limitó la prima de riesgo.
Los bancos centrales querían impulsar el crecimiento a toda costa y llevaron los tipos de interés reales a tasas negativas. El Tesoro Público ha llegado a cobrar por la deuda que emitía. El euríbor a un año estaba por encima del 5% en 2007 y entró en 2012 por debajo del 2% y en negativo desde febrero de 2016 a marzo de este año. Esta semana ha vuelto por encima del 1%. Entre tanto, la prima de riesgo afortunadamente se ha hundido. España pagaba 5,44 puntos más que Alemania en junio de 2012, diferencial que ahora se mueve alrededor de 1,2 puntos (120 puntos básicos).
La reunión del BCE del miércoles tenía como objetivo decir al mercado que va a seguir interviniendo para contener las primas de riesgo. España no podría soportar mucho tiempo pagando la deuda de nueva emisión a tipos del 5%. Tampoco Italia, cuyo primer ministro, Mario Draghi, fue el artífice de esta política cuando presidía el BCE.
Sin embargo, ahora el BCE está en una senda de subida de tipos de interés, porque ahora la prioridad es frenar la inflación, no insuflar aire a la economía. La escalada de precios es el gran problema de la economía mundial, y que a su vez ha sido uno de los instrumentos históricamente utilizados para reducir el endeudamiento de los Estados. La inflación hace subir la actividad nominal y como la deuda se mide como porcentaje sobre el PIB, el peso de la deuda se diluye. Al tiempo aumenta la recaudación por impuestos indirectos, que son un porcentaje sobre el precio final de los productos cuyo coste se ha encarecido.
La inflación termina siendo el impuesto más injusto, ya que cuando se dispara no se traslada en su totalidad a incrementos de sueldos y pensiones y se combate subiendo los tipos de interés, lo que termina mermando la capacidad adquisitiva de los trabajadores y los márgenes empresariales, por lo que o se ataja pronto o termina destruyendo empleo y provocando recesiones. En 2012, la inflación fue del 2,9% y hoy está en el 8,7%, la diferencia está en que entonces el PIB caía y este año va a crecer por encima del 4%.
Buena parte de la solución al problema de los precios está en que Rusia pare la invasión de Ucrania. De ahí que ayer salieran en el mismo vagón los máximos mandatarios de Alemania, Francia e Italia a visitar a Volodimir Zelenski. El fin de la guerra es urgente, o llevará miseria a todo el mundo.
Aurelio Medel es Doctor en Ciencias de la Información. Profesor de la Universidad Complutense