Las emisiones financieras escapan a la inestabilidad y suben un 21% hasta marzo
La banca europea coloca casi 112.000 millones de euros por las exigencias regulatorios y la refinanciación a precios atractivos
Normalización monetaria, estallido de la guerra y empeoramiento de las perspectivas económicas. Ese ha sido el escenario al que han tenido que hacer frente inversores y emisores en el inicio de año, un periodo en el que a pesar de las buenas expectativas ha resultado ser el más complicado desde el estallido de la pandemia. El incremento de la volatilidad y la dificultad que encontraban muchas empresas y bancos para fijar precios llevó a la paralización del mercado de capitales durante dos semanas.
Pero la inactividad duró poco. En las últimas semanas los emisores han aprovechado la calma tensa que reina en los mercados para ejecutar sus planes de financiación y tratar de conseguir los precios más atractivos antes de que los bancos centrales aceleren la retirada de los estímulos para poner coto a la inflación. La mayor actividad registrada en las últimas semanas no ha sido suficiente para recuperar el pulso y en los tres primeros meses las emisiones de deuda en euros han caído un 15,6%, hasta los 385.708 millones, niveles del primer trimestre de 2019.
Aunque el descenso ha sido generalizado, los emisores financieros en Europa han demostrado una mayor resistencia. Siguiendo la tendencia imperante en enero, en los tres primeros meses las emisiones financieras en euros repuntaron un 20,6% interanual, hasta los 111.739 millones. La necesidad de seguir ampliando los colchones anticrisis y la refinanciación a precios aún atractivos para la deuda que está próxima a su vencimiento han sido los principales impulsores. Para lograr liquidez, los bancos siguen aprovechando la barra libre del BCE que se irá retirando gradualmente entre julio de 2022 y marzo de 2024. Los bancos españoles no han permanecido ajenos a esta tendencia, pero con la mayoría de las entidades cumpliendo las exigencias regulatorias, muchos han aprovechado la inestabilidad para hacer un alto en las operaciones y en los tres primeros meses del año sus apelaciones al mercado se han reducido en un 15,7%, hasta los 6.300 millones, lejos de los 15.074 registrados en el arranque de 2019.
Donde más se ha dejado sentir la inestabilidad que ha traído consigo la guerra y las expectativas de subida de tipos ha sido en el segmento de las emisiones corporativas. Las colocaciones en euros llevadas a cabo por las empresas han bajado un 27,2%, hasta los 84.652 millones, recorte que en España ronda el 68,9% (2.675 millones). “Con unos colchones de liquidez holgados y unas inversiones ajustadas a la realidad que trajo consigo la pandemia, las empresas no tienen tantas necesidades de financiación”, señala Francisco Chambel, jefe de mercado de capitales para Iberia de UniCredit. Las condiciones del mercado han sido las mismas para los emisores corporativos y financieros, pero con un mercado revuelto las empresas se pueden permitir ser más selectivas para lograr unos precios más ajustados.
Tras el parón sufrido con el inicio de la contienda, a medida que se iba aclarando la respuesta internacional contra Rusia y los bancos centrales aportaban mayor visibilidad sobre el futuro de la política monetaria, las empresas aprovecharon para realizar sus primeras inmersiones. Unas operaciones con vencimientos más cortos y unas primas de emisión más elevadas para atraer a los inversores.
“Los inversores comenzaron a mostrar interés en entrar en el mercado a los nuevos niveles, y este se ha ido abriendo gradualmente hasta el punto de que en la semana del 14 de marzo fue la más activa en cuanto a volúmenes de todo el año, y una de las más activas de los últimos años con casi 25.000 millones solo en operaciones corporativas”, destaca Fernando García, director de mercado de capitales de deuda de Société Générale. Por tipología, las primeras empresas en reabrir el mercado han provenido de los sectores más defensivos, como las utilities. Un ejemplo fue la emisión de Iberdrola de 1.000 millones en un bono verde a 10 años al 1,37%, la primera operación en el mercado español desde el inicio de la contienda.
La respuesta de los inversores a las emisiones registradas tras el estallido de la guerra ha sido muy buena. Los expertos destacan que este buen comportamiento se debe en gran medida a las mayores primas. Eso sí, los inversores se han vuelto mucho más selectos. Mientras algunos emisores con bajo rating han tenido que cancelar algunas de las operaciones, las colocaciones con un fuerte compromiso ESG y las de aquellos emisores con nula exposición a Rusia han tenido una muy buena acogida. "También han tenido una buena acogida los emisores que han ofrecido primas muy elevadas para asegurar una construcción del libro de órdenes que permita ajustar el precio final y asegurar de alguna manera el buen fin de la transacción", añade García.
Mapfre coloca 500 millones a ocho años
Segundo trimestre. La actividad de los emisores financieros se prolonga en las primeras sesiones del segundo trimestre. Un día después de que CaixaBank captara 1.000 millones en su tercera emisión de 2022, ayer Mapfre colocó 500 millones en un bono a ocho años. El interés de los inversores permitió rebajar el precio en 25 puntos básicos. La operación se cerró con un diferencial de 175 puntos sobre midswap (tipo de interés libre de riesgo).
Soberanos. Las menores necesidades de financiación y los fondos que recibirán los estados como parte del programa Next Generatio ha servido de alivio a los Tesoros nacionales. A la espera de si se confirma las necesidades de aumentar las apelaciones al mercado para sufragar la compra de energía y las inversiones en defensa, las emisiones soberanas y de agencias en Europa cayeron un 23,78% en el arranque de año, hasta 189.317 millones. En España los organismo públicos han colocado 17.200, un 6,18% más que un año antes.
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