Estrategia, diversificación y liquidez en tiempos de guerra y volatilidad
Podría ser la hora de invertir en acciones que están infravaloradas respecto al mercado y que, aunque haya un fuerte ajuste, sufrirán menos
Horas después de los primeros ataques de Rusia a Ucrania el pasado 24 de febrero, los parqués europeos se desplomaron un 4%. Sin embargo, al día siguiente, el selectivo español rebotaba un 3,5%, en línea con el resto de Bolsas europeas y siguiendo los pasos de Wall Street. Nadie es capaz de aventurarse a predecir cuál será el camino que seguirá el conflicto en las próximas jornadas o semanas, pero lo que los inversores tienen claro es que la volatilidad va a ser la nota predominante en los mercados durante un largo periodo de tiempo. Una volatilidad tras la que, además, también se encuentra la creciente inflación y las decisiones de los bancos centrales de continuar o iniciar las subidas de tipos de interés tras la crisis derivada de la pandemia del Covid-19, con la carga de incertidumbre añadida por el nuevo escenario geopolítico.
Las fuertes caídas y rebotes del precio de las acciones de empresas, materias primas o activos refugio pueden hacer que los inversores se dejen llevar por las emociones y realicen operaciones no meditadas y arriesgadas que no hubieran llevado a cabo en una situación de mercado más estable. Sin embargo, es en momentos de crisis como el actual, en los que la volatilidad está en niveles máximos, cuando la prudencia es fundamental y el inversor debe recordar los tres criterios básicos en los que debe basarse cualquier decisión de inversión: estrategia, diversificación y liquidez.
En primer lugar, es clave que todo inversor defina su perfil de riesgo, es decir, los riesgos que está dispuesto a asumir para obtener una rentabilidad por sus inversiones. Con ello en mente, podrá tomar la decisión de comprar o vender cierto tipo de activos que por su naturaleza son más volátiles o por su exposición a ciertos factores pueden verse más o menos afectados en una situación u otra.
Asimismo, debe definir cuáles son los objetivos que persigue al invertir, que también se refieren a la relación entre riesgo y rentabilidad esperada, aunque incluyendo el factor temporal. De esta forma, sus operaciones serán diferentes en función de si su meta es de largo plazo y busca conservar su capital o hacer que se aprecie o si su objetivo es más de medio o corto plazo e invierte para generar unas rentas u obtener un retorno.
En segundo lugar, durante episodios de volatilidad intensa como el actual es vital diversificar la inversión, un comportamiento esencial siempre que se quiera reducir la exposición al riesgo. No obstante, hay que conocer qué significa diversificar, pues no es suficiente con adquirir, por ejemplo, títulos de cinco entidades bancarias diferentes ya que se está invirtiendo en un único sector. La diversificación consiste, por tanto, en buscar sectores que están descorrelacionados o, como mínimo, que tengan poca correlación, así como incorporar activos refugio. Una cartera diversificada y protegida frente al riesgo debe incluir renta variable, renta fija, materias primas, como el oro, e incluso evaluar la posibilidad de añadir private equity o criptoactivos.
Asimismo, diversificar también es estar expuesto a mercados de distintas partes del mundo. Hay muchos inversores que ponen el foco en exceso en sus mercados nacionales y olvidan las diferentes velocidades a las que discurren las distintas regiones. Y muchos no son conscientes de lo grande que se ha convertido Estados Unidos, pues representa el 60% de muchos índices de referencia de la renta variable mundial, cuatro veces el tamaño de su PIB.
Aunque algunos inversores afirman que acontecimientos como la invasión rusa de Ucrania son una razón para evitar los mercados exteriores, es imposible evitar estos riegos, pues el 40% de los ingresos de las empresas estadounidenses proceden del extranjero, cifra que asciende al 60% en el caso del sector tecnológico. Por ello, también es momento de recurrir al sector value en detrimento de los valores growth. Podría ser la hora de invertir en acciones que están infravaloradas respecto al mercado y que, por tanto, aunque haya un fuerte ajuste, sufrirían menos.
No obstante, al tener en cuenta los factores geográficos, también es necesario comprender que globalizarse puede suponer un riesgo elevado y que, para hacerlo, es necesario conocer los mercados internacionales con tanta profundidad como el doméstico. Este principio se aplica también a cualquier tipo de empresa o activo: no se debe invertir en aquello que se desconozca. Reservarse liquidez es el último, pero no menos importante, de los tres principios a considerar al invertir en momentos de volatilidad de los mercados. En muchas ocasiones, se tiende a estar totalmente invertidos, con el riesgo de que las decisiones tomadas puedan haber sido las correctas o no. Sin embargo, tener una parte de efectivo disponible permite que, cuando el mercado se mueva a una etapa de mayor estabilidad, el inversor no esté descapitalizado y pueda actuar.
La prudencia, la diversificación y la inversión a largo plazo son los elementos fundamentales en los que debe estar basada cualquier estrategia de inversión. Pero estos criterios adquieren aún mayor relevancia cuando los mercados están sometidos a fuertes presiones y se producen movimientos opuestos en cortos periodos de tiempo.
Javier Molina es Portavoz de eToro en España