Los riesgos laborales impulsan que la calidad del empleo sea un 10% inferior a la media europea
En España existen más peligros ergonómicos y ambientales, según Funcas La estabilidad contractual es el otro indicador con peor desempeño
La calidad del empleo en España es un 10% inferior a la media de los principales países europeos y se debe, sobre todo, a los riesgos laborales y a la temporalidad contractual. Esa es la conclusión a la que llega el último estudio de la revista Panorama Social, editada por Funcas. El peor indicador es el relativo a los peligros ocupacionales, donde se incluye desde la exposición a químicos hasta cuestiones ergonómicas. Si Europa se sitúa en esta materia en 66 puntos sobre 100, en el caso español la cifra cae hasta los 57 puntos. La brecha se debe a que la estructura productiva está menos desarrollada que en otras economías del bloque, según explica Rafael Muñoz de Bustillo, uno de los autores del artículo y catedrático de la Universidad de Salamanca.
España también se sitúa entre los países de la UE-15 con valores más bajos en calidad de empleo, que se mide a través de la estabilidad contractual y oportunidades de desarrollo profesional que tienen los trabajadores. Mientras la media del bloque es de 55 puntos sobre 100, en el caso nacional baja hasta los 49 puntos. La diferencia regional evidencia, según el informe, la urgencia de cambiar el modelo productivo español a fin de reducir los tres grandes males del mercado laboral: el desempleo, la alta temporalidad y la estacionalidad. La reforma laboral aprobada en el Congreso el 3 de febrero es, según Bustillo, fundamental para esta tarea, pues persigue reequilibrar la negociación colectiva y hacer frente a la precarización del trabajo.
El Índice de Calidad de Empleo (ICE) se compone de otros dos factores en los que la nación también se sitúa por debajo de la media, aunque la brecha es menor. Se trata de la calidad intrínseca del trabajo y de la duración de las jornadas, con una diferencia respecto a Europa de 2,5 puntos y 4,5 puntos, respectivamente. El mayor problema en este caso son los horarios atípicos, sumados a la menor flexibilidad que tienen los trabajadores para teletrabajar y la conciliación familiar. En conjunto, el ICE nacional es un 20% inferior al de Finlandia, que se sitúa como líder en la clasificación. Por el contrario, detrás de España solo se encuentra Grecia, otro país del mediterráneo que, de acuerdo con el estudio, es la región con los peores parámetros.
Más allá de estos indicadores, el estudio destaca que la pandemia sorprendió a España todavía en “proceso de recuperación de la Gran Recesión en términos de empleo y con un mercado de trabajo muy sensible al ciclo”. A ello se suma el reto de mejorar el modelo productivo. Muñoz de Bustillo explica en el estudio que en las últimas cuatro décadas, el país no ha sido capaz de reducir la brecha del 30% en productividad que tenía con Francia en 1980. En 2020 la diferencia seguía siendo la misma, en gran parte “por los efectos de la crisis del Covid-19”.
En cualquier caso, esto no significa que no se produjeran ganancias en las empresas españolas, sino que están neutralizadas en el cómputo global porque en el período hubo un aumento de la importancia relativa de otros sectores con menor productividad.El cambio en el modelo productivo se enfrenta además a otro reto: hacer una transición a las renovables y a la economía circular. Según cálculos citados en el estudio, la modificación podría subir en 0,91% el empleo en España gracias a la caída de los precios de la energía y el aumento de la demanda en sectores de trabajo muy intensivos.