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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Mejoran las expectativas para la banca, pero sus cuentas tardarán

CINCO DÍAS

La política monetaria expansiva hasta términos desconocidos practicada por los bancos centrales en casi todo el mundo en la última década ha salvado del colapso a las economías avanzadas, enfermas todas de desmesurados endeudamientos. Pero tal ejercicio ha pasado una carísima factura a las instituciones bancarias tradicionales, que han visto su negocio contraído por la ausencia de márgenes entre los tipos activos y los pasivos, además de por la presión regulatoria con fuertes exigencias de capital y la revolución tecnológica que ha transformado su relación con la clientela. Pocos ingresos, mucha exigencia de capital y necesidad imperiosa de reducir la red y la plantilla para no incurrir en pérdidas. Ese ha sido el devenir de la banca en Europa en los diez últimos años, y ahora, por la súbita irrupción de la inflación, dispone de una oportunidad de recomposición de su negocio.

La subida de los tipos de interés, que ya ha empezado en Reino Unido, se avecina en EE UU y no pasará de junio (septiembre a más tardar) para que se consume en Europa, insufla oxígeno a las cuentas bancarias del porvenir. Los inversores han empezado a tomar posiciones en los títulos bancarios en las primeras semanas de 2022, porque una subida de los tipos activos, que los mercados de deuda primario y secundario ya han iniciado, ensancha el margen de intereses, ceba sus ingresos y dispara sus beneficios. En paralelo, no tener que añadir provisiones adicionales por la pandemia y la progresiva liberación de las realizadas durante el año 2020, proporciona un margen adicional en sus ingresos y en su capital que actualiza el atractivo de los bancos para invertir.

Pero todo parece que será más lento de lo que el mercado bursátil anticipa, porque tendría que darse una renovación completa de las carteras de crédito para disfrutar enteramente de una subida de tipos, un fenómeno que necesita un periodo largo de maduración. Pero no es menos cierto que en el caso de España ya en 2021 los bancos han registrado un resultado que no se producía desde 2007, con unos 20.000 millones de euros de beneficio, y que han rescatado, tras la prohibición temporal por parte del BCE, los pagos de dividendos con la doble fórmula de pagos en efectivo, scrip dividend o incluso recompras de acciones. Ahí están buena parte de los atractivos para atraer a los inversores que han dado la espalda a la banca durante muchos años porque los retornos del capital eran muy pobres. Además, al menos las grandes entidades españolas, con negocio en varias zonas económicas y monetarias del mundo, insisten en su aspiración de ampliación de los balances con compras y crecimiento orgánico, lo contrario de lo practicado en los últimos años.

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