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El futuro de los trabajadores analógicos

La digitalización, cada vez más presente en sectores en los que antes no estaba, empuja a que los trabajadores necesiten tener la capacidad de operar frente a las pantallas si buscan encajar en el mercado laboral

Fernando Belinchón
Trabajadores analógicos/digitales
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A medida que la economía mundial abraza la digitalización y la tecnología como los cimientos del crecimiento del futuro, cabe preguntarse qué puede ocurrir con los trabajadores que quedan al margen de los sectores que el giro hipertecnológico impulsa. La respuesta corta es que si alguien quiere tener una carrera laboral exitosa en el mundo actual, difícilmente puede hacerlo sin tener al menos unas capacidades digitales mínimas. Esa es la punta del iceberg, no obstante, la respuesta larga es todo un océano de matices.

Al respecto, Alban de León, director regional de Adecco Learning & Consulting, recuerda que todavía son muy necesarios oficios que, en el fondo, poco o nada tienen que ver con la digitalización. “Por un lado, la digitalización está llegando a todos los sectores. Incluso los camareros que tienen que atender usando una aplicación en una tableta o móvil ya tienen una parte digital, y si no saben manejarla, no les contratan. Por otro, sigue habiendo puestos que no tienen nada de digitales, como por ejemplo, un fisioterapeuta o un soldador. A este tipo de trabajo no le va a pasar nada malo por no estar digitalizado y, de hecho, son profesiones muy demandadas”, sostiene.

En la opinión del directivo de Adecco, ya sea en mayor o menor grado, existirá la necesidad para los trabajadores de reconvertirse hacia un perfil más tecnológico o digital. El motivo no es otro que el cambio de hábitos de la población. “Hace unos años parecía imposible pagar usando un teléfono móvil y hoy en día es lo más normal. El metaverso suena a ciencia ficción, pero ya está aquí empezando. Este tipo de tecnologías tienen un impacto brutal en la economía, y por tanto en las empresas, y por extensión, en el empleo”.

Aunque algunos oficios analógicos resistirán o se tendrán que transformar, la realidad es que otros están directamente bajo amenaza de desaparecer. Esta misma semana, Cruise, filial de General Motors, puso en las calles a disposición de los habitantes de San Francisco taxis sin conductor completamente autónomos. Estos vehículos ya no son una mera posibilidad, ahora, están prestando sus servicios en una de las principales ciudades de Estados Unidos.

Digitalización y salario

Además de en la empleabilidad, estar dentro o fuera de la oleada de la digitalización también parece influir en los sueldos atendiendo a los datos de la guía salarial de Adecco en España de 2021 (ver gráfico de la información). Clasificando los diferentes empleos del informe en función de la relación que mantienen con la digitalización, se puede apreciar que en aquellos puestos en los que apenas influye en el desarrollo principal de la labor, se tiende a cobrar menos, si bien, hay excepciones como la de, precisamente, fisioterapeutas.

Los empleos en los que se pide que el trabajador sea capaz de manejar una interfaz o un software tienden a estar mejor remunerados, aunque de nuevo, con excepciones como el caso de los teleoperadores. Aquellos en los que el trabajador es capaz de entrar en tareas digitales complejas, están en la mitad superior en cuanto a salarios. Sin embargo, entre las profesiones seleccionadas para su análisis en el gráfico, el puesto mejor remunerado de media es uno que no requiere conocimientos digitales a nivel de programación: abogado mercantil. Este empleo da cuenta de la veracidad de una idea que defiende de León.

“La especialización es la clave para una vida laboral exitosa. Diferenciarse del resto es muy importante, ya se sea un consultor o un soldador. No tiene tanta importancia la digitalización como la aportación de valor. Si estás vinculado a temas de tecnología, como el mundo va hacia allí, es más fácil tener cabida dentro del mercado laboral. Dicho esto, al final hay escasez de oficios que llevan existiendo muchísimos años y que no tienen nada que ver con la tecnología”, razona.

Armas de doble filo

La tecnología y la digitalización tienen varias caras. Fernando Muñoz, doctor en Filosofía y en Sociología, habla de ellas para este periódico. “Hay un desarrollo de la digitalización y de los equipamientos electrónicos que se presenta como inexorable. Todo el mundo tiene que saber algo de informática para poder sobrevivir en el mercado laboral de ahora. Y eso tiene un aspecto negativo. Provoca una sociedad de incompetentes. Es un arma de doble filo”, describe.

Según Muñoz, la tecnología facilita la tarea, pero lo hace tanto, que nos da muchas cosas hechas y ahí está el peligro no solo para trabajadores analógicos, sino para todo tipo de trabajador moderno. “Hay un libro muy bueno de Richard Sennet, sociólogo, en el que pone un ejemplo muy bueno. Comenta cómo trabajaban en una panadería una familia de inmigrantes griegos en Estados Unidos hace 40 años y lo compara con cómo trabajan ahora. Si se produce algún fallo en la herramienta informática, nos quedamos sin pan. Las máquinas pueden ser muy positivas en general, pero en el sistema de la cadena de montaje, la máquina envuelve al operador y lo convierte en servidor de la máquina, transformándolo en una pieza que lo único que hace es dos movimientos durante todo el día. La mayoría de la población nos dedicamos a vigilar una pantalla que se dice que sabemos utilizar, cuando en realidad lo que sabemos usar son interfaces simplificados fáciles de manejar”, expone.

La cocina es un ejemplo para Muñoz de cómo poco a poco, se están perdiendo habilidades por culpa de la tecnología. En lugar de esforzarse en cocinar una cena, es más sencillo apretar un botón y dejar que un robot la prepare o que un repartidor la traiga, reduciendo con ello la capacidad de cocinar por uno mismo. Y esto a ojos de Muñoz es grave, ya que a medida que las personas pierden capacidad de hacer las cosas, pierden libertad.

“No es lo mismo la autonomía que crees tener al elegir libremente que botón de la aplicación pulsar que la de una sociedad de gente autónoma de verdad con una economía de pequeños propietarios dotados con competencias que les hacen capaces de conseguir su propio sustento. A nosotros se nos da una autonomía ficticia. Una independencia ilusoria. La sociedad va perdiendo autonomía a la vez que paradójicamente se acrecenta una enorme ilusión de autonomía. Tú puedes elegir la salsa, el restaurante, la película. Puedes moverte con total libertad, pero es una libertad ficticia”, critica.

Ser ¿humano?

Cuestionados ambos expertos sobre qué lugar tienen las humanidades en este mundo cada vez más digital, hay disparidad de puntos de vista. De León sostiene que las humanidades son necesarias ya que detrás de las máquinas hay humanos y que, además, surgen nuevas oportunidades en este campo gracias a la digitalización. “¿Tiene sentido ser escultor? Precisamente, el año pasado, la palabra del año según el diccionario Collin’s fue NFT. Ahora, hay escultores digitales que se han hecho de oro con los NFTs. Un buen escultor puede usar la tecnología para vender alrededor del mundo o para hacerse digital y vender sus obras como NFTs”, opina.

Por su parte, Muñoz dice que las humanidades han quedado relegadas a poco más que el terreno de la autoayuda. “Por una parte, servidores de máquinas que nos van robando capacidades, y por otra, vidas cada vez con un sentido más dirigido a manejar el aparato de turno y consumir. Es necesario mantener el nivel de consumo para mantener en marcha la máquina económica. Me da la impresión de que cada vez la parte humana del ser humano pinta menos. Uno dice vida espiritual y parece que se oye una risa de fondo porque ha quedado reducida al chill out, al mindfulness. Entras en Spotify y encuentras música para la felicidad. El lugar que ocupa la idea de felicidad es inversamente proporcional a nuestra desgracia. Somos tanto más desgraciados cuanto más hablamos de felicidad y apenas se habla de otra cosa en las humanidades, que es a lo que han quedado relegadas. A intentar dar orientación a la vida de personas que han perdido el sentido de su vida”, lamenta Muñoz.

Preguntado sobre si tiene sentido para un estudiante apostar hoy en día por una carrera de humanidades, el filósofo responde que depende. “Depende de lo que entendemos por sentido. Económicamente no tanto, porque las tecnologías han tomado el terreno. El problema es que estamos identificando altos ingresos con tener una vida plena. Las humanidades lo que hacen es ayudar a vivir realmente, conociendo el mundo y a uno mismo. El problema es qué se está entendiendo por humanidades. No dan una vida de millonario, pero sí una digna. Identificar un sueldo alto con una vida feliz es prorrogar el error”, asevera. 

Digital no es sinónimo de felicidad

Un estudio sobre satisfacción laboral diferenciada por sectores, elaborado por la plataforma de asesoramiento profesional Careerexplorer, muestra que un trabajo digital no es ni mucho menos sinónimo de felicidad.

Así, de un ránking compuesto por 36 sectores diferentes, los empleados tecnológicos ocupaban el lugar 17 en satisfacción. Los trabajadores relacionados con las artes escénicas, con la música o con los animales arrojaban los mejores resultados. Comerciales, trabajadores financieros y operarios industriales eran los más insatisfechos.

Según la plataforma y en base a preguntas a trabajadores de Estados Unidos, el salario tampoco compra la satisfacción laboral, ya que la gente mejor pagada no tiene por qué ser más feliz que la que ocupa otros puestos peor retribuidos. 

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Sobre la firma

Fernando Belinchón
Madrid. 1994. Máster en periodismo económico por la Universidad Rey Juan Carlos. Redactor de la Mesa Web de CincoDías. En el periódico desde 2016.

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