Los cuatro grandes bancos centrales deciden sobre los estímulos ante el Covid
La próxima semana se reúnen el BCE, la Fed, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra
Los bancos centrales de las grandes economías del planeta afrontan una semana de vértigo. La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) se reúne en seis días, y en los días posteriores les llegará el turno al Banco Central Europeo (BCE), al Banco de Inglaterra y al Banco de Japón. Los mercados financieros esperan con la máxima atención el mensaje que van a lanzar sobre las políticas monetarias desplegadas para atajar la fuerte crisis económica desatada por el Covid 19.
Las dos variables que centran la atención de los grandes bancos centrales son la evolución de la última variante de coronavirus, ómicron, y el control de la inflación, que se ha disparado tanto en Estados Unidos como en Europa.
El mandato de la Fed le obliga a controlar tanto el alza de precios como a promover el pleno empleo. Su máximo responsable, Jerome Powell, que acaba de ser renovado en el cargo, ya anunció la semana pasada que la institución debía acelerar la retirada de estímulos, ante el riesgo de que una extensión de los programas de compras de activos contribuya a recalentar la economía estadounidense y a perpetuar la inflación. El último dato de IPC indica que los precios suben a una tasa interanual del 6,2%, un nivel no visto en 30 años.
La Fed ya acordó levantar el pie del acelerador para ir moderando su programa de compra de deuda. El temor para los inversores es que la retirada de estímulos sea demasiado rápida y afecte a la recuperación de la economía mundial, que ahora está bajo cuestión debido a las restricciones y confinamientos que ha obligado a adoptar la expansión de la variante ómicron.
"Los inversores tienen muy presentes los errores en la retirada de estímulos que se produjeron en 2013, tras la anterior crisis. Pero la Fed es muy consciente de ello y va a modular mucho su política monetaria, para no causar nerviosismo", explica John Reinsberg, vicepresidente de Lazard Asset Management y jefe de estrategias internacionales y mundiales
Por su parte, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, se ha mostrado hasta ahora proclive a mantener los estímulos monetarios, al considerar que la inflación que azota la eurozona es transitoria. Los inversores centrarán su atención en si en la reunión de la semana que viene se endurece el mensaje.
Tal y como ocurre desde hace un año medio, cuando la pandemia del coronavirus se hizo global, los mercados financieros y los bancos centrales viven pendientes de cuáles son los avances médicos para prevenir el contagio del Covid y para curar sus efectos. En el caso de la variante ómicron, que hace dos semanas hizo saltar todas las alertas, se empieza a consolidar la idea de que no es tan dañina como parecía y que las vacunas que ya se utilizan son capaces de combatir también esta última mutación.
Martin Wolburg, economista senior de Generali Investments, explica que es poco probable que, en la próxima reunión del 16 de diciembre, el BCE siga a la Fed en el cambio de retórica sobre la inflación. "Los miembros el BCE siguen insistiendo en que siguen evaluando el actual repunte de la inflación como transitorio por la conocida trinidad de efectos de base, el aumento de los precios de la energía y los cuellos de botella", apunta.
Uno de los bancos centrales que más avanzado está en sus planes para ir virando su política monetaria es el de Inglaterra. Los inversores ya descontaban que la institución iba a decretar una subida de tipos en su última reunión, a comienzos de noviembre. Finalmente, la amenaza del ómicron hizo que se pospusiera la decisión, pero el anuncio podría llegar la semana que viene. Sería el primer gran banco central que lo hace.
En esa última reunión solo dos de los siete miembros del organismo votaron a favor de subir tipos. Para la cita del 16 de diciembre, los analistas creen que la balanza se inclinará finalmente al alza de los tipos de interés.
La parte más preocupante de la desescalada monetaria es la ingente cantidad de deuda que han acumulado los países, empresas y familias durante este prolongado periodo de bajos tipos de interés. La normalización provocará un encarecimiento de los costes financieros y empezará a verse quién no ha hecho sus deberes y aún no está preparado para empezar a andar sin el sostén de los bancos centrales.