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Transición Digital

La biblioteca nacional se digitaliza y halla algún tesoro

La institución pretende pretende transformar unos 5,5 millones de páginas

Luis Alberto Peralta

Dos obras inéditas de Lope de Vega han sido descubiertas en 2021 gracias a la digitalización del catálogo de la Biblioteca Nacional de España (BNE). La primera, es una versión sin editar de la célebre obra El castigo sin venganza. La segunda, que hasta hace poco era totalmente desconocida, se llama Yo he hecho lo que he podido, la fortuna lo que ha querido, y al parecer narra las historias de un duque de Milán. Ambos hallazgos fueron identificados después de un largo peritaje digital, realizado por los investigadores del proyecto Impresos Sueltos del Teatro Español (Istae) con el apoyo de la BNE.

Isabel Ruiz de Elvira, responsable de manuscritos, incunables y libros antiguos, asegura que sin las herramientas digitales hubiera sido imposible encontrar estas obras. La especialista indica que los investigadores la encontraron después de meses de inspeccionar una masiva colección de alrededor de 3.000 comedias de teatro similares.

“La biblioteca tiene millones de obras. Gracias a colaboraciones como la que tuvimos con Istae se han podido digitalizar miles de documentos y así ponerlos al acceso del público. Hace poco logramos digitalizar 156 manuscritos iluminados, algunos con más de 1.200 años de antigüedad, que después fueron exhibidos y subidos a la web de la biblioteca”, afirma Ruiz de Elvira. La especialista recalca que la digitalización no solo permite poner los manuscritos, incunables y textos antiguos al alcance del público, sino estudiarlos en profundidad y hacer nuevos descubrimientos.

“Hoy asumimos como natural que podamos acceder a las colecciones de la biblioteca mediante medios digitales, pero el camino ha sido muy complejo”, cuenta Elena Sánchez Nogales, responsable de las plataformas BNElab y BNEscolar de la Biblioteca Nacional. Sánchez y su departamento se encargan de que la digitalización del material trascienda y sea accesible para los ciudadanos a través de estas plataformas.

“La idea es promover que los contenidos de la biblioteca encuentren nuevos caminos de utilidad y de relevancia social y económica. Que sean útiles en diferentes sectores profesionales como el turismo, las industrias culturales o la educación”, dice Sánchez, y luego añade que todos los medios puestos a disposición por la biblioteca tienen licencia de uso libre con fines comerciales y no comerciales.

Sánchez destaca que uno de los tantos usos creativos que se le ha dado al patrimonio digital es el de ChefBNE, una iniciativa que busca recrear la gastronomía del pasado: “El sector gastronómico descubrió que la biblioteca era una fuente inmensa de investigación sobre nuestros hábitos alimenticios. La idea es recrear y reinterpretar el patrimonio de recetarios para luego darlo a conocer”.

Sin embargo, para la Biblioteca Nacional, el proceso de digitalización no es solo una herramienta de investigación y difusión, sino también una carrera contra el tiempo. Cada día, millones de páginas de su catálogo se deterioran, la tinta de sus grabados se borra y la cinta de sus casetes se desmagnetiza. La vastedad del catálogo solo ha permitido digitalizar aproximadamente el 30% de su totalidad en 20 años. Ahora, gracias a los fondos de reactivación europeos, la Biblioteca Nacional se lanza hacia un objetivo: “Digitalización masiva”.

Recientemente, la institución ha anunciado una licitación valorada en 6,13 millones de euros para lograr un avance drástico: llegar al 40% en dos años. El proyecto busca la preservación de 2.500.000 páginas de prensa y revistas, casi 600.000 minutos de audio y vídeo, y alrededor de 3.000.000 de páginas de monografías, partituras, manuscritos y material gráfico, entre otros.

Con la digitalización del patrimonio también se evitan futuras manipulaciones y, por tanto, el deterioro de los objetos. Muchos de los libros que se busca preservar presentan el problema de la acidificación del soporte papel, lo que los hace vulnerables y de difícil conservación. “En particular, las publicaciones del siglo XIX pueden haber sufrido durante mucho tiempo el proceso llamado slow fire (fuego lento), que acaba destruyendo el papel”, señala Alicia Pastrana, jefa del área de colecciones digitales de la Biblioteca Nacional.

Pastrana explica que el proceso de digitalización comenzó hace unos 20 años y que han contado con el apoyo de empresas para poder avanzar en él, pero aún queda mucho por recorrer. Según indica, la prioridad para el futuro son aquellas piezas que estén en mayor riesgo de deterioro: “Estaremos enfocados en los objetos más antiguos; sin embargo, los VHS y las cintas también están en riesgo. El soporte de estos objetos hace que duren como mucho 10 o 20 años, por lo que con el tiempo se va perdiendo información”.

La digitalización masiva se iniciará una vez se encuentre un proveedor apto, que tendrá que aportar su propio personal y equipos para generar dos copias de cada pieza con escáneres especiales: una en la máxima resolución posible para el archivo y otra en alta resolución para difusión.

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