El nerviosismo por la estanflación está equivocado a medias, al menos
Una política monetaria más estricta no va a hacer aparecer por arte de magia nueva capacidad de transporte, más semiconductores o más coches
Bulle una nueva preocupación: la estanflación. Una combinación de estancamiento de la actividad y alta inflación sería nociva para los hogares, las empresas y los inversores. Es poco probable que las cosas vayan tan mal. Pero el panorama económico se pondrá más feo.
El crecimiento ha perdido algo de impulso, haciendo que las Bolsas sean más vulnerables a los temores de inflación. La preocupación de que estas tendencias se acentúen está alimentando la inquietud de que haya estanflación.
Hay un par de razones para resistir esos temores. Primero, el crecimiento se está ralentizando, pero desde el ritmo vertiginoso observado tras el levantamiento de las restricciones. Por tanto, el estancamiento no es un problema inmediato. Segundo, los banqueros centrales tienen las herramientas, y probablemente la voluntad, de combatir las presiones sobre los precios. Subir los tipos desde mínimos es más fácil que intentar generar más inflación cuando los tipos están cerca o por debajo de cero.
Pero eso no significa que todo vaya a ir de maravilla. Las presiones sobre los precios están resultando más fuertes y menos transitorias de lo que habían previsto los bancos centrales debido a las distorsiones de la cadena de suministro, como el retraso en el transporte marítimo o la falta de conductores de camiones. Christine Lagarde, jefa del BCE, declaró el martes que las exportaciones de bienes de la zona euro habrían aumentado casi un 7% en el primer semestre de no haber sido por los cuellos de botella de la oferta.
Como señalan los manuales de economía, una perturbación que provoque una reducción de la oferta provocará un aumento de los precios si la demanda se mantiene igual. Si el fenómeno persiste, tratar de combatir la inflación resultante va a ser complicado para los bancos centrales. Una política monetaria más estricta no va a hacer aparecer por arte de magia nueva capacidad de transporte, más semiconductores o más coches. Lo único que hace es frenar la demanda. Los bancos centrales pueden hacer frente a la alta inflación y están obligados a hacerlo. Pero hacerlo significará vivir con un crecimiento más débil.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías