Puede que el cliente gane con la oferta comercial de CaixaBank
Los bancos siguen con el recorte de gastos vía ERE, mientras que ahora llega la hora de las operaciones corporativas en la banca privada
La banca tradicional va culminando su proceso de transformación poco a poco. Falta por saber si los cambios que están abordando darán como resultado mejorar su rentabilidad y convencer al cliente para que mantenga su fidelidad a este sector cada vez más reducido y con mayores comisiones. Y eso pese que que es un sector clave para la intermediación financiera para el conjunto de la sociedad, sobre todo para las pymes, o para lograr la concesión de una hipoteca, por ponen algunos ejemplos. El pasado 3 de septiembre se cumplía un año desde que CaixaBank y Bankia reconocieron que estaban en conversaciones para su fusión. Era la operación financiera más importante de los últimos 20 años, y que al final dio lugar a la primera entidad bancaria de España.
Ahora, un año después la nueva CaixaBank está a punto de culminar el único fleco pendiente para completar su integración total, la tecnológica, lo que sucederá el próximo 12 de noviembre.
La semana pasada CaixaBank ya comunicó a los clientes de Bankia que estuvieran vinculados al programa Por Ser Tú que desaparecerá la tarjeta de débito gratuita que tenían hasta ahora, como adelantó este periódico, y que se les aplicará una comisión de mantenimiento de 36 euros al año por ella. En breve también dejará de estar disponible la app de Bankia. Será el final definitivo de esta marca.
Pero parece que al final, el cliente de la entidad saldrá beneficiado con esta operación de fusión. O por lo menos en parte (el recorte de oficinas y el hecho de que hay menos competencia al reducirse el número de bancos es algo que a mí personalmente no me gusta, pero es una opinión personal).
Según la entidad reitera es más fácil cumplir con el programa sin comisiones de CaixaBank que el de Por Ser Tú de Bankia. Por ello, con este cambio de la oferta comercial de Bankia a la de CaixaBank, habrá un número elevado de clientes que saldrán beneficiados con este cambio de unas a otras condiciones.
Pero habrá que ver las cifras, y todas las condiciones. De momento, los clientes de Bankia tendrán plena disposición de la red de oficinas y los más de 13.000 cajeros automáticos, algo lógico. CaixaBank ha absorbido a Bankia. Además, según la información de la entidad remitida a los clientes en estos días, estos pueden evitar el pago de esta comisión de 36 euros en su tarjeta. CaixaBank ha informado de que estos clientes tienen a su disposición la tarjeta MyCard. Aunque, de no hacerse con esta tarjeta, CaixaBank empezará a cobrar a los clientes procedentes de Bankia la cuota de mantenimiento de sus tarjetas de débito a partir del 1 de enero de 2022.
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Y es que CaixaBank no quiere que circulen y operen tarjetas de otro banco por su red de cajeros, por lo que quiere dar por finiquitada la tarjeta de Bankia lo antes posible.
Pero mientras que CaixaBank resuelve su integración tecnológica y el cambio de tarjetas y otros productos, la banca sigue igual que antes de vacaciones. Sigue apostando por los ajustes como vía para el recorte de costes para ganar rentabilidad.
El Expediente de Regulación de Empleo (ERE) planteado la semana pasada por Banco Sabadell a los sindicatos, que supondría el recorte de 1.900 puestos de trabajo, es un ejemplo. Con este anuncio se elevará a alrededor de 17.000 empleos los afectados por los ajustes realizados por la gran banca en España durante el último año. Y aún quedan más ERE por comunicar. Aquí no termina la cosa.
Los motivos esgrimidos por Sabadell para llevar a cabo este recorte se sustentan en la búsqueda de una mayor rentabilidad en un entorno de bajos tipos de interés y con una creciente presión en los márgenes, una situación que se ha recrudecido desde el comienzo de la pandemia de Covid-19 en marzo de 2020. Se trata, no obstante, de una situación que está experimentando todo el sector bancario, que ya ha realizado varias reestructuraciones sobre sus plantillas y sus redes de oficinas como una de las palancas para reducir la factura de los costes.
Mientras, las fintech van ganando terreno y clientes y se van comiendo partes sustanciosas del negocio que era hasta ahora exclusivo de la banca. Ya no hay marcha atrás. Y eso que los bancos tradicionales pueden que sean, como pregonan, necesarios para la sociedad al canalizar el crédito de los bancos centrales a las familiar y empresas. Pero ciertos abusos del pasado, y un mensaje intentando explicar su papel fundamental como canalizador de la financiación del sistema por parte del sector que no termina de calar en la sociedad están sepultando poco a poco a la caja registradora de los bancos tradicionales.
Pero la vida sigue, y los proyectos del sector también, aunque se apliquen con más o menos diligencia. Uno de estos planes, que forman parte del pasado más inmediato como es la crisis financiera y que cerraría el círculo de la reestructuración fijada por el Estado tras el declive del sector inmobiliario y de la banca en la década anterior, ers la salida a Bolsa de Ibercaja.
La entidad aragonesa tiene todo preparado para dar el pistoletazo de salida para su estreno en el parqué.
Pero una vez resuelta esta operación, le toca el turno de su ajuste a la banca privada, la gran beneficiada de los últimos años, en los que el covid parece que no les ha afectado, o por lo menos como al negocio de las entidades tradicionales retail.
En el último año se han visto ciertas operaciones corporativas, pero este sector de gestión de grandes patrimonios está que arde, y tiene aún pendientes grandes operaciones, como es la de la compra por parte de Singular Bank de la banca privada de UBS en España. Pero habrá más operaciones, aunque la de El Corte Inglés, que tenía previsto asociarse con otra firma para crear una gestora para entrar de pleno en el mundo de los fondos de inversión, esté parada sine die.
Lo que sí sigue a velocidad de crucero es nuevas vías para llevar a cabo pagos inmediatos. En algunos países el whatsApp ya es una realidad como iniciativa de pagos. Aunque en España todavía no ha llegado este sistema, solo es cuestión de tiempo.