Bitcoin: otra forma de dinero
Las criptomonedas han entrado de lleno en el ámbito social sin que muchos de sus potenciales usuarios sigan sin saber en qué consisten
A finales de 2008, un tal Satoshi Nakamoto (del cual no se conoce aún su verdadera identidad) publicó el white paper (el folleto explicativo) de Bitcoin, la primera moneda 100% digital basada en la tecnología de cadena de bloques (“blockchain”) y que pretendía convertirse en el nuevo medio de pago del mundo, con un sistema ajeno a los bancos centrales, seguro y eficaz. La nueva “moneda del pueblo”. Hoy, es considerada moneda de curso legal por El Salvador (primer país en aceptarla de forma oficial, la medida será efectiva en septiembre de este año) y sigue siendo un fenómeno de estudio que ha servido de precursor a muchos proyectos similares con un potencial aún desconocido. Pero, ¿en qué consiste realmente Bitcoin? En este blog trataremos de dar respuesta a esta pregunta y otras relacionadas con las criptomonedas y la tecnología que utilizan, desde una perspectiva neutral y con una intención meramente didáctica y divulgativa.
Básicamente, Bitcoin es una moneda nativamente digital (sin respaldo ni representación físicos), que no está emitida ni controlada por una entidad central (como podría ser la Reserva Federal en el caso del Dólar o el Banco Central Europeo en el caso del Euro) y que basa su funcionamiento en una tecnología nueva llamada blockchain. En un entorno 100% digital, cada usuario de Bitcoin está identificado con una clave pública (como la cuenta del banco) y otra privada (como la clave de la tarjeta). Cuando un usuario quiere transferir bitcoin a otro, simplemente indica la clave pública del receptor y firma la transacción con su clave privada. Hasta ahora esto se parece mucho a un sistema bancario tradicional, entonces ¿qué es lo que aporta la tecnología blockchain?
Con la tecnología blockchain no hay ninguna entidad que asegure que dicha transacción se ha realizado (lo cual es necesario para evitar fraudes), sino que es el conjunto de los participantes (también llamados nodos) los que verifican la transacción. Esta verificación se produce mediante los llamados “algoritmos de consenso”, que no son más que las condiciones que se tienen que cumplir para que los participantes acepten una transacción como buena.
En el caso de Bitcoin, la verificación de transacciones está directamente ligada a la creación de nueva moneda. Si un participante resuelve correctamente el algoritmo de consenso (un problema matemático llamado "Prueba de Trabajo") antes que los demás, entonces las transacciones que ese participante elija serán correctas, y se llevará una recompensa en nuevas bitcoin por ello (además de las comisiones pagadas por los usuarios). El número máximo de nuevas bitcoins creadas a través de este proceso está fijado de antemano, por lo que la "oferta monetaria" es limitada (algo que no ocurre con los esquemas tradicionales de Bancos Centrales).
En realidad, las transacciones se agrupan en bloques, y dichos bloques se publican de forma secuencial (uno detrás de otro) formando la llamada “cadena de bloques” (de ahí el nombre de blockchain), que es única y visible para todos los participantes. Una vez se publican los bloques, estos no pueden ser borrados ni modificados, de forma que la información no solo es accesible, sino coherente en sí misma para evitar problemas de doble gasto (gastar dos veces el mismo importe no es posible si las transacciones son públicas para todos), la pesadilla de cualquier medio de pago.
En resumen, Bitcoin se ha diseñado como un medio de pago eficiente, transparente y que no depende de ninguna autoridad pública o privada, pero veremos en los siguientes artículos que la complejidad detrás de esta tecnología es más elevada de lo que parece, y que su éxito como medio de pago es, al menos hasta el momento, limitado.