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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La productividad, la gran víctima de la recuperación de la economía

Lo lógico es que sea un desajuste coyuntural que debe absorberse cuando se haya recuperado la plena movilidad y se haya amortizado el retraso de suministros industriales

CINCO DÍAS

El nivel agregado de ocupación se acerca ya al que el mercado laboral tenía en febrero de 2020, cuando estalló la pandemia de Covid. Apenas unos 200.000 puestos de trabajo faltan para recuperar la fuerza de trabajo de entonces si se consideran los datos desestacionalizados, los que revela la economía haciendo abstracción de los vaivenes que generan las actividades estacionales. Sin embargo, los niveles de producción están aún lejos de los marcados en el invierno de 2020, y no se alcanzarán, según la mayoría de los analistas macroeconómicos, hasta la segunda mitad de 2022. Por tanto, una sencilla cuenta revela que la recuperación está siendo más nominal que real y que se está haciendo a costa de una pérdida apreciable de la productividad del factor trabajo.

El comportamiento tradicional de la economía y todas sus variables en las fases de recuperación tras los ajustes de una crisis es bastante diferente al actual, con una ganancia de productividad consecuencia de las innovaciones que siempre surgen en cada actividad industrial o de servicios. Así ocurrió, por ejemplo, en la recuperación de 2013-2014, cuando se alcanzó el PIB previo a la crisis financiera con un porcentaje importante de empleo por recuperar. En la recomposición de la actividad actual debería de haber un parecido comportamiento por la aportación del proceso de digitalización de los procesos, cuasi generalizado tanto en los servicios como en la industria. Pero hay circunstancias que lo han impedido y el déficit de productividad es muy acusado en los servicios, sobre todo los ligados a la actividad turística con mucho empleo en regulación temporal, así como en la industria, donde los cuellos de botella en la provisión de materias primas y productos intermedios está ralentizando la producción final pese a mantener las plantillas al completo.

Lo lógico es que se trate de un desajuste coyuntural que debe absorberse cuando se haya recuperado la plena movilidad física y se haya amortizado el trecho temporal en la entrega de suministros industriales, que es especialmente notable en la fabricación de automóviles. En algunas actividades como la distribución comercial se recuperará el volumen de ventas sin que se retorne a los niveles de empleo previos, puesto que es una de las actividades donde habrá concentración del negocio y una explosión del comercio electrónico. Pero parece también lógico que cuando se recupere la normalidad plena sea aconsejable una actualización de los niveles estadísticos del Producto Interior Bruto (PIB), que seguramente aflorará volúmenes ahora semiocultos en muchas actividades con creciente intensidad tecnológica; es un fenómeno muy común en las fases de recuperación acelerada tras crisis intensas.

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