Mastercard: el plástico se reinventa para ser ‘eco-friendly’
Mastercard quiere plantar 100 millones de árboles para 2025 con Priceless Planet Coalition
En el mundo se fabrican 6.000 millones de tarjetas de pago cada año generalmente en PVC, se reemplazan a los tres o cuatro años y acaban en los vertederos de todo el mundo. Es la huella ambiental del dinero de plástico, que, con las herramientas adecuadas, puede ser reversible.
En Mastercard, que desde hace un par de años forma parte de la iniciativa contra el calentamiento global Business Ambition for 1,5 °C, trabajan en la descarbonización de sus operaciones para llegar a cero emisiones netas en 2050. La compañía, que en 2020 lograba utilizar electricidad 100% renovable en sus oficinas de Estados Unidos, pretende extenderla a otras sedes y está consiguiendo comprometer a sus proveedores –que suponen más del 70% de su CO2– hasta alcanzar una de las puntuaciones más altas en el Carbon Disclosure Project.
Otra de las estrategias medioambientales de la multinacional pasa por implicar a toda una red de casi 3.000 millones de consumidores, a través de las tarjetas fabricadas con materiales sostenibles y mediante la nueva Calculadora de Huella de Carbono de Mastercard. Permite a los usuarios conocer la huella de CO2 generada en sus compras del día a día.
Las primeras ya están disponibles en más de una docena de países y las han emitido más de 60 instituciones financieras. La segunda, creada con la fintech sueca Doconomy, pretende ayudar a gastar de forma sostenible y ofrece formas de contrarrestar el impacto que generan las compras, como la reforestación.
Esta es una de las posibles vías para colaborar en Priceless Planet Coalition, una iniciativa global que busca la regeneración de los bosques para provocar un impacto positivo sobre la biodiversidad y que se ha fijado el reto de plantar 100 millones de árboles hasta 2025. Para participar en esta plataforma, que la compañía puso en marcha en enero de 2020 y que cuenta con el respaldo de organizaciones como el Conservation International y el Instituto de Recursos Mundiales, los consumidores pueden canjear puntos por árboles en los programas de fidelidad a través de Mastercard Pay with Rewards o hacer donaciones directas.
Algunos socios ya han adoptado este compromiso, como el neobanco bunq con el lanzamiento de la Green Card, desde noviembre de 2019 ha plantado más de 100.000 árboles, lo que supone una reducción de 30,8 millones de kilos de CO2. A principios de este mes, Mastercard creó un nuevo distintivo– llamado “eco-badge”– para identificar las tarjetas fabricadas de forma más sostenible. Se trata de una etiqueta, que se ve fácilmente en la tarjeta y sirve para identificar aquellas que se han fabricado de forma sostenible.
Del ‘blockchain’ a la mesa
La crisis ha demostrado la importancia del sector agroalimentario y la necesidad de mejorar su competitividad. Mastercard Provenance aprovecha las capacidades de su red global y, basándose en el blockchain, vincula los alimentos hasta que llegan a los comercios, donde son etiquetados con códigos QR para que los consumidores sepan quiénes están detrás de los productos, dónde han sido cultivados y cuáles son las mejores recetas para llevarlos a la mesa. La compañía ayuda también a la digitalización de los pequeños comercios y en abril anunciaba una aportación de 250 millones de dólares para apoyar la seguridad financiera de las pymes en todo el mundo con soluciones propias como Local Market Intelligence.