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José María de Francisco: “Había un exceso de dinero público en el arte”

Reivindica la figura del coleccionista privado y de las galerías españolas

José María de Francisco, director de Estampa.
José María de Francisco, director de Estampa.

Tras posponer varias veces su celebración, la feria de arte contemporáneo Estampa cerró el pasado abril su última edición con cifras récord. Era la primera de las grandes citas del mercado del arte en volver al ruedo y superó todas las expectativas al vender incluso más entradas que en años anteriores. Aunque al que es su director desde hace casi 11 años, José María de Francisco (Madrid, 1969) no le gusta tanto hablar de números como de la calidad y la fortaleza del sector. Reivindica la figura de los pequeños coleccionistas y mecenas, así como la necesidad de que a las galerías se les aplique el IVA cultural (10%) en lugar del 21% actual.

R. ¿Qué diferencia a Estampa de otras ferias?
R. Nosotros hace muchos años nos decidimos por hacer una feria puramente nacional, de galerismo español, que debemos ser prácticamente la única que se declara así tan abiertamente. Pero atendemos a nuestro mercado, es nuestra esencia. No queremos traer a España oferta de otros países, lo que sí traemos es demanda. Tenemos una base de coleccionistas internacionales muy bonita, pero nuestra idea es poner en valor nuestro galerismo, nuestro mercado, y proyectar la figura del coleccionista privado para que se le valore y se le reconozca como un elemento fundamental en nuestro mercado. Sin ellos no existiría el arte tal y como lo entendemos.
R. ¿Cuál es el perfil del comprador?
R. Mi convicción es que las galerías viven gracias a sus clientes locales, de proximidad... Es su cartera de clientes locales la que hace que todos los meses se puedan cerrar las cuentas. Sí, el cliente internacional es muy llamativo, hace mucha ilusión, pero este negocio no se sostiene así. Lo que estamos haciendo es reconocerlo, contarlo abiertamente. Parece que en nuestro país no le damos la importancia que tiene y no acabamos de reconocerlo bien porque nos creemos que todo lo que viene de fuera tiene más glamur.
R. En España, ¿pesan más los coleccionistas individuales o los institucionales?
R. Desde la crisis financiera de 2012, cuando quebró Bankia y nuestro sistema financiero, el dinero público desapareció. Pero había un exceso, una ficción de dinero público. Ese coleccionismo no era sostenible. Muchas galerías vivían de esta ficción: el coleccionismo en un momento en el que en España se abrieron centros de arte en todas las provincias, con proyectos arquitectónicos impresionantes, pero sin un claro diseño de colección detrás. También cayeron las personas que habían comprado arte solo para diversificar su cartera, con un afán más especulativo. Así, muchas galerías perdieron esas fuentes de ingreso. Lo que ocurrió es que el sistema se sinceró, a partir de esos años reconocieron al ciudadano más humilde, que tiene un presupuesto de gasto en arte, pero al que le cuesta mucho esfuerzo ganarlo, aunque priorice este campo porque tiene unos inmensos beneficios personales.
R. ¿Cuánto pueden llegar a invertir estos pequeños compradores?
R. Más allá del tópico y de los grandes nombres o los titulares de las subastas, el coleccionista normal podríamos ser cualquiera de nosotros, es alguien que gasta entre 5.000 y 60.000 euros al año en arte. El coleccionismo que soporta nuestro mercado es de aficionados que dedican un pequeño presupuesto a apoyar este mercado porque con ello obtienen una rentabilidad emocional, social e intelectual magnífica. Para obtener una rentabilidad económica ya hay que gastarse a partir de medio millón de euros y apostar por artistas internacionales con un contexto particular. Esto hablando del arte contemporáneo, no hablo de Picasso y nombres más consolidados.
R. ¿Se ha acelerado también la digitalización en el mundo del arte?
R. Al coleccionista en general no le gusta comprar online, muchos lo han hecho para apoyar a las galerías, por el compromiso que tienen y que han mantenido, ya sea emocional o cultural, pero es muy solido. Aun así, las relaciones presenciales son insustituibles, son relaciones culturales de intercambio, de tú a tú. Pero convivimos con naturalidad con el entorno digital desde hace años, no hemos necesitado una pandemia para digitalizar las galerías, todas tenían ya sus páginas web, archivos y exposiciones online...
R. ¿Por qué no cala la compra online?
R. El 70% de la importancia y el significado de las obras de arte no se ve. Influye cómo han sido presentadas, en qué contexto, en qué momento fue comprada... Asumir que compras esa pieza, te la llevas a tu casa y te responsabilizas de ella. Todo eso con una pantalla no se percibe igual. Otra cosa es el mercado secundario, las subastas, donde lo digital sí que funciona muy bien.

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