Los indultos de Sánchez y la OTAN de González
El Gobierno sólo podrá negociar con los independentistas el encaje de Cataluña, no una hoja de ruta con fecha para la secesión
La ejecutoria reciente del Gobierno de Pedro Sánchez muestra una mezcla de incapacidad (fondos europeos), inconsistencia (medidas de gestión sanitaria) e instinto suicida (indulto a políticos catalanes) que está socavando sus expectativas electorales. Aunque las tres calificaciones tengan el mismo balance de graves, en realidad suenan distinto. La incapacidad en el manejo de los esperados fondos europeos se puede corregir, quizá baste sacar su gestión del Palacio de la Moncloa, y los vaivenes con las medidas sanitarias, el argumento que encumbró a Isabel Díaz Ayuso, se arreglan con una reestructuración de gobierno que prime las capacidades de gestión sobre las de marketing.
¿Y los indultos? Pedro Sánchez ha pasado por todas las fases posibles. El Sánchez candidato negó el indulto tantas veces como tuvo ocasión. El Sánchez ganador de las elecciones firmó el 2 de enero con ERC un acuerdo que permitió su investidura. Ese acuerdo, que ocupa la mitad que este artículo, no dice nada de los indultos, pero sin duda caben en él. Tanto que sus amplias líneas posibilitaron que los republicanos transitaran del no a Sánchez a la abstención. Y llega el Sánchez presidente, que está a punto de aprobar un indulto matizado que saque de prisión a los políticos catalanes.
Esta secuencia puede interpretarse como el summum de la inconsistencia o el culmen de un liderazgo valiente, que dijo Iván Redondo, el mismo que se tiraría por un barranco en defensa del jefe. En medio seguramente hay consideraciones más equilibradas, pero lo que está claro es que Pedro Sánchez está determinado a indultar a los políticos presos y merece la pena analizar por qué va a tomar esta medida, que sin duda le hace daño electoral. ¿Qué sentido tendría este suicidio político?
Es entendible que PP, Vox y Ciudadanos aseguren que no le queda otra que indultarlos, puesto que de esa decisión depende que el Gobierno siga contando con el apoyo de ERC. Lo sorprendente es que la Sala Penal del Tribunal Supremo, que se tiene que pronunciar sobre el indulto en cuanto que fue el tribunal que les condenó, asuma esta valoración política y lo califique de autoindulto.
Los hechos son que Sánchez es presidente gracias a la abstención de ERC y que sacó adelante los presupuestos generales del Estado de 2021 gracias a su voto. Pero es igualmente cierto que el Gobierno podría agotar esta legislatura prorrogando los presupuestos y jugando a un enfrentamiento brutal en Madrid y Barcelona con el independentismo catalán. Eso sí, Sánchez volvería a ser el inconsistente, el que firma una cosa con ERC y hace la contraria.
Mientras va madurando el texto del indulto, este domingo habrá reedición de la concentración en la Plaza de Colón, convocada por los tres partidos de derechas, y también primarias del PSOE en Andalucía. Todo mediatizado por Cataluña.
El tripartito de Colón está feliz con los indultos, no en vano las encuestas les dan que si hubiera elecciones este fin de semana PP y Vox sumarían mayoría absoluta, pero no las hay. La concentración de Colón ya está provocando un reagrupamiento en las filas del PSOE, como se está viendo en la actitud de los candidatos a las primarias andaluzas. Cuando Sánchez confirmó el indulto, Felipe González y Alfonso Guerra salieron en tromba para movilizar a las bases socialistas en contra de la medida. Sin embargo, ayer, Susana Díaz, la misma a la que promocionaron contra Sánchez, no quiso sumar su voz a la de sus padrinos.
Las próximas elecciones son en Andalucía, se cruzan apuestas por noviembre, y el triunvirato conservador aspira a reeditar mandato, con un trasvase ingente de votos desde Ciudadanos al PP. Susana Díaz, que juega a ser la oposición interna a Pedro Sánchez, sabe que su primer reto son las primarias, pero si las gana y luego pierde las elecciones autonómicas será su final político. Se juega todo y no se ha atrevido a utilizar los indultos para ganar las primarias a Juan Espadas, el alcalde de Sevilla que encabeza la carrera.
Todo esto pone de manifiesto el impacto de la decisión que está a punto de tomar el Gobierno, al que le ha costado encontrar voces que defiendan el indulto, puesto que lo fácil es no hacer nada, que cumplan las sentencias. Eso no tiene coste electoral. Es más, la actitud de los propios políticos presos y del independentismo no facilita las cosas al Gobierno. Únicamente Oriol Junqueras ha dado un paso adelante diciendo por escrito que la vía unilateral “ni es viable ni deseable”.
Las fuerzas independentistas fueron tan lejos que es razonable que haya muchos que piensen que los indultos servirán únicamente para que salgan de la cárcel, pero que no solucionarán el problema catalán. La experiencia de la última década pone de manifiesto que los partidos secesionistas únicamente están dispuestos a negociar el camino y la fecha, pero el punto de llegada será sí o sí la independencia.
Es un trágala imposible para el Gobierno, puesto que no podría conceder la independencia ni aunque quisiera, ya requeriría una reforma constitucional para la que no habría mayoría suficiente. Por tanto, para que los indultos sean útiles la negociación entre el Gobierno y la Generalitat, contemplada en el acuerdo PSOE-ERC, tiene que versar sobre el encaje de Cataluña en España, no sobre el desencaje. Esta posición parece que podría asumirla ERC, pero no Junts.
Los indultos de Sánchez pueden terminar siendo lo que representó el referéndum de la OTAN de González. Aquello, aunque rompió costuras en el PSOE, sirvió para ubicar a España en el lado bueno del mundo (el lunes se verán los presidentes de España y EEUU en la reunión de la OTAN). Esto, los indultos, quizás sean el principio para asentar Cataluña en España durante otro siglo, algo que y también se votará. ¿Hay algo de mayor utilidad pública?
Aurelio Medel es Doctor en Ciencias de la Información. Profesor de la Universidad Complutense