España se vacía, las islas se llenan
Pese a un crecimiento vegetativo negativo, las islas son una región superpoblada a consecuencia de la inmigración regular. En las últimas décadas han recibido una media de 20.000 foráneos al año
“Canarias tiene un problema de sobrepoblación”, advirtió el expresidente nacionalista del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, en unas jornadas sobre el futuro de las Islas tras la pandemia, que organizó estos días el Parlamento autonómico, a la que asistió otro exmandatario, el socialista Jerónimo Saavedra. “No tenemos capacidad suficiente para generar actividad económica que redunde en el bienestar de todos los que vivimos en el archipiélago, un territorio muy frágil que no puede, bajo ningún concepto, seguir aumentando su población en 20.000 personas al año”, sentenció el tinerfeño, quien calificó el crecimiento de “barbaridad”.
La llamada de atención del político nacionalista no es en absoluto baladí. Una radiografía de Canarias explica en parte la gran paradoja que soportaron las islas en tiempos de bonanza económica: en plena sucesión de récords turísticos durante siete años (2011-2018), recibiendo desde 12 hasta 16 millones de visitantes al año, seguía teniendo una de las mayores tasas de desempleo del país. Justo antes de la pandemia, casi el 20% de la población activa de las Islas estaba en paro.
El problema es estructural y tiene mucho que ver con el constante flujo de trabajadores que llega regularmente a las Islas para ganarse la vida en el sector servicios. Sobre todo desde la Península, pero también desde Europa. Esta viene siendo una constante histórica desde que Canarias se convirtió en un destino turístico de masas en los años 70, atrayendo a trabajadores foráneos para cubrir la creciente mano de obra que han demandado tanto el sector servicios como la construcción. Esta alta demanda ha atraído tal volumen de trabajadores peninsulares o extranjeros que, en las dos décadas que van de mediados de los 90 a 2015, la población activa de Canarias creció en casi medio millón de personas. Solo en años de crisis se han dado retrocesos puntuales: 34.000 se fueron durante la crisis 2008-2014 y unos 6.000 lo han hecho durante el año de pandemia. El crecimiento vegetativo sí sigue la pauta nacional: es negativo.
Un crecimiento “bárbaro”, en tan solo 20 años, que ha convertido al Archipiélago en una de las regiones con mayor incremento demográfico de Europea. Y en la primera del país. Así, mientras el fenómeno de la España vaciada ha emergido con fuerza en el debate social y político, permanece en el olvido la Canarias superpoblada, con los problemas de atención y tensión que crea este gran flujo laboral.
Esta población inmigrante regular ha supuesto además una sobrecarga sobre los servicios públicos (sobre todo la sanidad), sin venir acompañada de un incremento de recursos por los retrasos en la actualización de los censos y en la reforma del propio sistema de financiación.
El problema de la fuerte presión demográfica que soportan las Islas tiene, sin duda, difícil solución. En el debate parlamentario, uno y otro expresidente apuntaron dos posibles vías: la solución Rivero pasa por fórmulas jurídicamente complejas como fomentar con incentivos la contratación de nativos por parte de las empresas, como él defendió durante su etapa al frente del Ejecutivo autonómico pese a suponer un límite a la libre circulación de personas que exige la Unión Europea. La solución Saavedra pasa, sin embargo, por fomentar “la educación y la formación”. Por crear, en definitiva, una sociedad más cualificada laboralmente para copar los puestos de trabajo que terminan ocupando trabajadores más competitivos o con mayor disponibilidad para moverse. Aunque el dirigente socialista también defendió que “la inmigración va a ser una necesidad económica para que los canarios puedan mantener su nivel de vida”.
El presidente del Parlamento, Gustavo Matos, concluyó señalando que “hay que tomar la decisión de cuántos queremos ser en Canarias”, y coincidió con Rivero en que con “el modelo económico actual no somos capaces de crecer ilimitadamente en cuanto a población”. Y ese es, en realidad, el quid de la cuestión, que Canarias necesita cambiar su actual modelo económico, que presenta graves desequilibrios, para resolver su problema de sobrepoblación.
Una estructura de crisis
Mapa del paro. En tiempos de normalidad económica, las mayores bolsas de paro se concentran en barrios de las ciudades más pobladas de Canarias; y las menos, en las principales zonas turísticas. En ellas se concentra también el mayor número de residentes extranjeros, lo que pone en evidencia la escasa movilidad del trabajador canario para desplazarse a las áreas con mayor demanda.
Mano de obra extranjera. Los principales trabajadores foráneos que han llegado a Canarias en estos años han sido italianos (son ya más de 50.000 en Canarias), seguidos de los británicos (casi 29.000). Y solo en el último año, la mayor migración regular ha llegado de Venezuela (cerca de 20.000). Marruecos es el cuarto gran emisor de ciudadanos hacia las Islas (más de 18.000).
Sectores demandantes. En uno de los períodos álgidos de la economía canaria, las Islas llegaron a contar con un sector de la construcción que creó más de 140.000 puestos de trabajo en 2007. Luego llegó la crisis inmobiliaria y acabó con este nicho de creación de empleo, que sin embargo sí ha logrado crecer en tiempos de pandemia. Pero la mayor demanda es en el sector turístico, del que algunos canarios se autoexcluyen (se niegan a ser “los camareros de Europa”) o no terminan de acceder en gran parte por la barrera de los idiomas.