Lo inauguró, a comienzos de los años sesenta, Alfonso Ramos –nacido en Sanabria (Zamora)– como un bar de barrio en el que se servía algo de marisco procedente de Galicia. Junto a su esposa Maxi, lo convirtió en un restaurante, La Castañal, donde siguen hoy al frente del negocio sus hijos, Alfonso y José Pedro. A pesar de que las comparaciones son odiosas, La Castañal podría ser el equivalente al Ramiro de Lisboa, punto de encuentro de lisboetas y turistas y donde siempre hay cola para entrar.
Un templo del marisco de decoración sencilla e impecable limpieza, una pequeña joya escondida en pleno cogollo del madrileño barrio de Tetuán. Una dirección casi secreta para aquellos que desean tomar buen producto, traído directamente y sin intermediarios de las lonjas gallegas, eso sí, a precios comedidos para estar en Madrid.El repertorio comienza con unas entradas, entre las que ofrecen diferentes empanadas, de berberechos, de zamburiñas (9,50 euros) o gallega (7,50 euros); unas croquetas de carabineros de nueva incorporación en la carta, ya que la receta surgió durante el confinamiento (2 euros la unidad), o un magnífico pulpo a la gallega (19,80 euros).
En faena se entra con almejas, a la marinera o a la sartén (19,50 euros); con un puñado de camarones (130 euros el kilo); unos percebes de acantilados gallegos, de calibre grande y grueso (70 euros el kilo), o una soberbia centolla de la ría (58 euros el kilo). En pescados, todavía tienen lamprea (es temporada), y no puede faltar la clásica merluza a la gallega, con patata y grelos (19,80 euros), perfecta de punto y pimentón. Ofrecen carne de ternera gallega y, de postre, filloa rellena de crema (3 euros). Carta con predominio de vinos gallegos.
La Castañal: Berruguete, 78. Madrid. Tel. 913 115 202.