Lecciones para el inversor: diversificar no es una opción
En un mundo incierto y cambiante, diversificar nuestras inversiones es algo imprescindible
En el mundo de la inversión hay una máxima que hemos escuchado muchas veces decir tanto a gestores como a asesores: “No hay que poner todos los huevos en la misma cesta”. Un dicho que nos recuerda que, al invertir nuestro dinero, la diversificación es fundamental y lo es, además, por varios motivos, aunque todos persigan el mismo objetivo: maximizar nuestra inversión.
La RAE define diversificar como “convertir en múltiple y diverso lo que era uniforme y único”. Y, aunque el concepto puede que esté claro, muchos inversores cometen grandes errores a la hora de diversificar sus ahorros porque creen, por ejemplo, que teniendo varias acciones de diferentes sectores ya están diversificando bien sus inversiones, pero se olvidan de que todas pertenecen a un mismo índice y a un mismo país. Y esto suele ir acompañado de bonos de ese mismo país, depósitos, cuentas corrientes, etc., es decir, diversifican por tipo de activos y sectores, pero se olvidan de un factor clave: el riesgo país.
Cuando hablamos de diversificar para proteger nuestras inversiones, reducir los riesgos y capturar todas las oportunidades del mercado, debemos hacerlo de una forma profesional. No se trata de ‘coger un poco de todo’, sino de hacer una correcta distribución, tanto por tipo de activo, como por sectores, estilos de inversión y distribución geográfica.
Jugárselo todo a una misma carta nos puede salir bien una vez o puede que dos, pero la experiencia demuestra que concentrar nuestras inversiones conlleva un riesgo importante, sobre todo porque lo que hoy sube puede no hacerlo mañana, y en periodos largos de inversión debemos asumir que ver caídas es algo natural y absolutamente normal. Hace unos meses, desde Hartford Funds señalaban que cada 3,6 años vivimos un mercado bajista -que es cuando los índices caen un 20% desde sus máximos recientes-, y recordaban, también, que desde 1928 hasta la actualidad, el S&P 500 ha tenido 25 mercados bajistas y 26 alcistas.
Diversificando nuestras inversiones mitigamos los efectos de la volatilidad y de esas caídas esperables y nos aseguramos de que estamos invirtiendo de una forma sensata y compensada, repartiendo los riesgos para no sufrir en exceso cuando una región, sector o tipo de activo sufre episodios de turbulencias.
Si algo nos ha enseñado 2020 es que el mundo nunca está en pausa y que lo más imprevisible puede suceder de un día para otro, con repercusiones en todos los ámbitos de la sociedad y con unos mercados que pueden vivir una de las caídas más fuertes de la historia, pero también la recuperación más rápida. Y si echamos la vista atrás comprobamos que esto no es algo nuevo. Hemos pasado por el SAARS, la gripe aviar, el ébola, la burbuja de las tecnológicas, la crisis financiera, el Brexit, etc. y, previsiblemente, esta lista irá en aumento con el paso de los años.
La mejor forma de hacer frente a todos estos sucesos es estar bien invertidos, y hacerlo de una forma diversificada y global, pero teniendo en cuenta que esa diversificación debe hacerse siempre con un equipo de gestión profesional y siempre acorde a nuestro perfil de riesgo, nuestro horizonte temporal y nuestros objetivos.
Porque dentro del gran abanico de opciones que tenemos para diversificar, renta variable, renta fija, inversiones alternativas, inmobiliario, etc. y, así, acciones, fondos de inversión, planes de pensiones, bonos corporativos, de gobierno, fondos de ETF, private equity, etc., pasando por la gestión activa o pasiva, los distintos sectores y regiones, debemos ser conscientes de aunque el equilibrio siempre es una virtud, este debe siempre responder a nuestras propias circunstancias personales y a nuestros objetivos.