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Energia

Repsol estudia una OPV de su filial de clientes para maximizar la valoración

El grupo también trabaja en el estreno de su filial de renovables; el objetivo es vender el 25% para ingresar 2.500 millones de euros

Josu Jon Imaz y Antonio Brufau, consejero delegado y presidente de Repsol, repesctivamente, en la junta de accionistas de la petrolera de 2019.
Josu Jon Imaz y Antonio Brufau, consejero delegado y presidente de Repsol, repesctivamente, en la junta de accionistas de la petrolera de 2019.Pablo Monge

La revolución en Repsol sigue con paso firme. La petrolera tiene encima del tapete la venta de una parte de su filial de energías renovables y también de la de clientes. La OPV de la primera está casi asegurada para el próximo año, y la de la segunda es una opción para maximizar su valoración. Sería un estreno gigante, con una valoración mínima de 10.000 millones de euros, la mayor capitalización para una empresa que sale a Bolsa en décadas. Todo depende de quién pague mejor: fondos de infraestructuras y de pensiones en una operación privada, o los fondos de inversión, hedge funds e incluso inversores minoristas en un estreno en Bolsa.

La petrolera que pilota como consejero delegado Josu Jon Imaz lanzó a finales de noviembre su plan estratégico hasta 2025. No lo hizo público entonces, pero el gigante español de la energía se guardó un as en la manga: dar entrada a un socio minoritario en su nueva división de clientes. Esta tiene como gran activo sus 24 millones de usuarios en gasolineras, tiendas, compradores de sus bombonas de butano y propano y clientes de gas y electricidad, entre otros segmentos, como publicó CincoDías el pasado viernes 11 de diciembre.

La eventual operación está bajo la tutela de Citi, y la valoración mínima a la que aspira Repsol por el 25% que pretende traspasar es de 2.500 millones. Ya ha habido una primera ronda con ofertas por parte de una selección de potenciales interesados en un proceso muy discreto. Una suerte de pilot phising (un término empleado en las salidas a Bolsa para tantear la valoración de una empresa) entre los sospechosos habituales: fondos de pensiones, de capital riesgo, soberanos y de infraestructuras.

Fuentes financieras señalan que el proceso será lo que se conoce como dual track: venta privada o salida a Bolsa. Quien pague más se llevará esa parte de la tarta de Repsol, siempre y cuando llegue al mínimo mencionado.

Citi pilota tanto una posible venta privada como una salida a Bolsa

La división es ciertamente inusual en el mercado español, de manera que sería necesaria una cierta pedagogía entre los inversores de renta variable. Con los fondos especializados sería, de entrada, más sencillo ejecutar la transacción.

El punto a favor para Repsol es que los números ya están negro sobre blanco. El ebitda de esa área el año pasado alcanzó los 1.000 millones de euros, el tercer negocio después del de upstream (exploración y producción), con 4.300 millones, y del industrial (refino, biocombustibles y química), con 2.000 millones. El objetivo es que el beneficio bruto de explotación del segmento de clientes crezca un 40% hasta 2025, con un ebitda de 1.400 millones de euros. Su flujo de caja libre pasaría además de los 600 millones de 2019 a los 800 millones.

Desde el departamento de análisis de Banco Sabadell señalan en una nota que la valoración de 10.000 millones es superior a la que ellos hacen de esa división. La fijan en 8.609 millones. Si se aplicara la tasación que quiere Repsol, el precio objetivo de la compañía se dispararía cerca de un 10%, hasta los 10,5 euros por título. La segunda derivada, también positiva, está en que la empresa que preside Antonio Brufau dispondría de 2.500 millones adicionales para su plan de crecimiento en renovables. Esto se traduciría en 500 millones de euros del valor del equity del grupo, según Sabadell.

Este tipo de procesos se suele saldar con la victoria del capital privado. Los tipos cero, la planicie absoluta en el mercado de bonos y los vaivenes de la Bolsa han disparado el dinero que ha entrado en los últimos años en los fondos que invierten en activos no cotizados. Las últimas estimaciones calculan que este tipo de vehículos cuentan con cerca de un billón de dólares dispuestos para invertir en todo el mundo.

El ebitda de 2019 fue de 1.000 millones y el objetivo es ganar 1.400 en 2025

La Bolsa ha experimentado una intensa sequía en los últimos años. En dos años solo Soltec y Solarpack han debutado en el mercado español. Los mercados cotizados han sido hipersensibles a los vaivenes económicos, como demuestra el castigo durante la crisis del coronavirus. Y eso hace retraerse a las compañías de lanzarse a cotizar. Como muestra, un botón. Cepsa precisamente optó en 2018 por una venta al private equity Carlyle tras estar al borde de debutar en Bolsa.

Cifras. Esta filial, bautizada como Repsol Clientes, aglutina a los clientes de sus gasolineras, electrolineras, carsharing (Wible), tiendas de conveniencia, de la comercialización de electricidad y gas a particulares, de soluciones energéticas y de lubricantes. Esta nueva unidad generó el año pasado un ebitda de 1.000 millones de euros y requirió una inversión (capex) de 400 millones, según los documentos de Repsol. La valoración a la que aspira la petrolera implica pagar 10 veces el ebitda, un múltiplo común para este tipo de negocios. Los 1.000 millones de ebitda que registró en 2019 se reparten entre los servicios de movilidad (con los clientes de las estaciones de servicios como piedra angular), que aportan 700 millones, los 200 millones procedentes del butano y del propano, los 100 millones del área de lubricantes y los simbólicos 40 millones de la electricidad y el gas minoristas. Este negocio, sin embargo, ha sido una de las grandes apuestas de Repsol en los últimos años. Ha construido su comercializadora de luz y gas sobre los cimientos de la que adquirió a Viesgo en 2018, junto con los activos verdes de la compañía cántabra, que integran la filial renovable que Repsol quiere sacar a Bolsa.

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