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Londres imita a las ‘big tech’ en la cruzada por reducir su influencia

La nueva Unidad de Mercados Digitales puede excederse en sus funciones, pero es mejor que las engorrosas alternativas de la UE y EE UU

Logo de Facebook en una conferencia de desarrolladores en San José (California, EE UU).
Logo de Facebook en una conferencia de desarrolladores en San José (California, EE UU).reuters

Las amplias atribuciones y la capacidad de actuar con la velocidad de las tecnológicas de la nueva Unidad de Mercados Digitales (DMU) británica eleva el riesgo de que emule el viejo mantra de Facebook muévete rápido y rompe cosas. Aun así, es mejor que los lentos enfoques de Europa y EE UU.

El DMU, que comenzará a trabajar en abril, vigilará a los grupos tecnológicos dominantes. La teoría es que un regulador ágil y exclusivo puede arreglar cualquier abuso de poder de mercado sin tener que esperar años. Para entonces, los competidores incipientes pueden haber muerto ya.

El mandato parece desconcertantemente amplio, desde la perspectiva de Facebook o Google. El Gobierno quiere que la DMU garantice que los consumidores y las pymes “no estén en desventaja” por las prácticas comerciales del dúo, que absorbieron juntos el 80% de la publicidad digital de Reino Unido en 2019. Un uso útil de sus poderes sería facilitar a los usuarios el traslado de sus datos, como las fotos o las listas de amigos, a webs competidoras.

Pero una intervención excesiva en áreas en las que la pareja simplemente es mejor, como la publicidad dirigida, podría resultar contraproducente al disuadirlos de desarrollar nuevos servicios potencialmente útiles. Un informe de la Autoridad de Competencia y Mercados, en el que se ubicará la DMU, señala la enorme rentabilidad de Face­book y las búsquedas de Google. Un rendimiento del 40%-50%, muy por encima de su probable coste de capital de un solo dígito, puede en efecto derivarse de la fijación de precios monopolísticos, y requerir acción del regulador. Pero podría ser simplemente que los anunciantes adoran sus productos.

Pese a los peligros, el nuevo régimen es preferible a alternativas más engorrosas. Bruselas, por ejemplo, tarda años en presentar demandas contra Google o Amazon. Si se le suman las largas apelaciones, los gigantes pueden haber ganado dominio antes del fin del proceso. Lo mismo podría aplicarse al reciente caso lanzado por EE UU contra Google. La decisión de Londres de imitar la agilidad de las big tech ofrece más esperanzas para reducir su influencia.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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