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¿Por qué es tan importante el horizonte temporal en las inversiones?

El tiempo es un factor que determina la estrategia a seguir en la planificación de carteras

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El factor tiempo es una de las variables más importantes a la hora de tomar decisiones de inversión. En concreto, el horizonte temporal se puede definir como el tiempo del que dispone el inversor para mantener ocupado su capital hasta que necesite disponer de él. Es, por tanto, como afirma la asesora financiera Araceli de Frutos, un factor que determina la estrategia a seguir en la planificación de la inversión.

“Nadie saldría a correr un maratón esprintando, así como nadie en una carrera de 100 metros saldría despacio”, introduce Vicente Varó, director de contenidos de Finect. “Con la inversión, sucede algo parecido. Si se invierte a muchos años vista, hay estrategias que funcionarán mucho mejor que si por el contrario, se necesitara el dinero a corto plazo”, añade.

Así, según los datos que maneja el experto, aunque la renta variable sea el activo más rentable a largo plazo, en periodos de un año resulta bastante habitual registrar caídas de hasta un 40%. “Si es un dinero que se puede necesitar a corto plazo y se vende en uno de esos momentos, se habrá realizado una operación ruinosa”, advierte Varó. Además, una cartera de renta variable de Estados Unidos en periodos de cinco años rara vez ha perdido más de un 5%; a 10 años, casi nunca más de un 3% y, a 20 años, casi siempre ha subido, añade.

Una teoría que apoya Luis Losantos, profesor de Banca en EAE Business School. “La diferencia entre invertir ahora y en un plazo de cinco, 10 o 20 años es la volatilidad”, señala. Así, a medida que va pasando el tiempo, en teoría, la volatilidad es más estable, más baja y lo normal, teniendo en cuenta los ciclos económicos, es tener una mayor rentabilidad positiva a largo plazo que en el corto.

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Es por ello que, en el caso de los horizontes temporales cortos, Jordi Fabregat, profesor del departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade, sugiere ser más prudente y, por lo tanto, invertir menos en bolsa o en inversiones muy volátiles. En cambio, en un plan de pensiones, “si se cuenta con 30 años para acceder a la jubilación, lo mejor es invertir un 100% en renta variable”, aconseja.

Teniendo esta recomendación en cuenta, antes de plantearse realizar una posible inversión, lo primero es tener claro el objetivo por el que se pretende llevar a cabo. Puede ser la jubilación, la compra de una primera o segunda vivienda, la formación, casarse o simplemente conservar el patrimonio en el futuro. Según el objetivo fijado, se tendrá un horizonte temporal diferente.

Sin olvidar que, “a la hora de realizar una inversión financiera, se debe considerar que los productos disponibles pueden tener una temporalidad mínima de permanencia”, apunta Losantos. Es el caso de los bonos o los fondos de inversión, que pueden ir desde uno a cinco o incluso 10 años, y el traspaso antes de plazo puede conllevar la pérdida de la rentabilidad o de los intereses e incluso parte del capital. “Por eso, es importante considerar la fecha de vencimiento porque puede surgir una necesidad inesperada”, afirma el profesor de EAE Business School.

Para Federico Servetto, Director de Estrategia de Clientes de Banco Sabadell, “un aspecto clave para el éxito de la inversión es respetar los horizontes temporales. No hay éxitos recurrentes de la noche a la mañana. Cada inversión necesita de un tiempo para ‘madurar’ y dar frutos”. A lo que añade una reflexión sobre la sociedad moderna, que ha evolucionado hacia la rapidez e inmediatez en prácticamente todos los ámbitos de la vida, desde cómo nos alimentamos y buscamos vivienda a la forma en la que tomamos decisiones de inversión: “Justamente, esta necesidad de inmediatez va reñida con este aspecto clave, vinculado al éxito de las inversiones, que es tener en cuenta que la inversión es un proceso, por lo general, largo que requiere calma, paciencia y, también, constancia”.

El poder del interés compuesto

Además, cuanto antes se empiece a invertir, el tiempo jugará más a nuestro favor. Fabregat pone un ejemplo: “Para hacer números redondos, si se invirtiera para 40 años y se empezara entre los 20 y los 60 años, el poder del interés compuesto haría que lo ahorrado en los 20 primeros años fuese el doble que lo ahorrado en los últimos 20 años”, ilustra. “De ahí la importancia de empezar pronto el ahorro para la jubilación, aunque sean cantidades pequeñas”, sugiere.

Warren Buffett, considerado por muchos el mejor inversor de todos los tiempos, calificó el concepto del interés compuesto como “la octava maravilla del mundo”. El fundador de Berkshire Hathaway comenzó a invertir a los 11 años, lo que no ha impedido que una de las cosas de las que se arrepiente en su vida, según ha podido afirmar en varias ocasiones, es de no haber empezado antes. “Cuando se empieza a invertir es como si se pusiera a rodar una bola de nieve desde lo alto de una montaña. Con cada giro va ganando tamaño y en cada vuelta capta mucha más superficie”, dice Varó.

En un escenario teórico en el que dos personas, una de 25 años y otra de 35 años, decidiesen invertir cada una 5.000 euros al año, y en el que ambas consiguiesen una rentabilidad anual del 5%, que no es fácil, pero que, según Varó, en realidad está por debajo de la rentabilidad histórica de la bolsa estadounidense a largo plazo, al llegar a los 65 años, la primera tendría casi 640.000 euros y la segunda, poco más de 350.000 euros, tomando como base los cálculos de JP Morgan AM. “El esfuerzo de ahorro es el mismo cada año. La rentabilidad también. La única diferencia entre una cantidad u otra al llegar a los 65 años es haber empezado a invertir una década antes o una después”, explica Varó.

Miguel Córdoba, profesor de Economía de la Universidad CEU San Pablo, ilustra la importancia del interés compuesto con otro ejemplo. Si se invirtiesen hoy 10.000 euros a 30 años, con un interés del 5%, dentro de 30 el valor de esos 10.000 euros se habrá transformado en 43.219,42 euros. Ahora bien, si en lugar de hacerlo hoy se decidiese hacerlo dentro de 10 años, y solo se tuvieran 20 años para invertir, los 10.000 euros se transformarían en 26.532,98 euros. “Simplemente por renunciar a los intereses de 10 años se estaría perdiendo más de 16.500 euros”, señala Córdoba.

Lo que ocurre en estos dos casos es que los intereses en cada periodo se suman al capital inicial para producir nuevos intereses. “Se trata de recibir intereses por los intereses”, resume Guillermo Rocafort, doctor en Economía y profesor de la Universidad Europea. “Las grandes fortunas invierten en sicavs, una figura que no reparte dividendos sino que genera sus beneficios y genera ganancias sobre ellos, lo que da lugar a un interés exponencial”, subraya Rocafort. Un beneficio que claramente se pierde con el interés simple.

Cómo organizar las carteras

Antes de invertir también hay que tener en cuenta otras consideraciones. “A la hora de planificar las carteras se tienen que tener claros, al menos, tres niveles de ahorro”, apunta Luis Losantos, profesor de Banca en EAE Business School. Así, un primer nivel estaría formado por los pequeños ahorros generados en el día a día. Un segundo lo conformaría el colchón para imprevistos, tan necesario en la actual situación de incertidumbre. Y un tercero, por el dinero que se pretende invertir a largo plazo.

En cuanto a los productos disponibles para este tercer escalón, Araceli de Frutos recomienda los fondos de inversión, “dado el diferimiento fiscal de los mismos, se puede cambiar de un fondo a otro y solo tributar cuando se realiza la venta final”, precisa. “De esta manera, resulta posible ir modulando la estrategia de inversión en función del entorno y del avance de nuestra edad hacia, por ejemplo, activos más estables cuando se acerque la edad de jubilación”, concluye.

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