Un Nobel a las aportaciones a la teoría de las subastas
Los estudios de Paul Milgron y Robert Wilson no son solo teóricos, sino que han sido ampliamente aplicados al mercado
Ayer muy temprano en Stanford, Robert Wilson llamaba a la puerta de su amigo Paul Milgrom, y le daba la gran noticia: habían sido galardonados con el Nobel de Economía. El premio reconoce toda una carrera, pero concretamente hace mención a sus estudios acerca del funcionamiento de las subastas y sus aportaciones en nuevos diseños de mercados y subastas en beneficio de vendedores, compradores y contribuyentes. Estos trabajos ya les habían valido años antes recibir por separado el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento.
Para comprender el alcance de su trabajo es indispensable entender qué es una subasta y su transcendencia. Tradicionalmente, las subastas son conocidas por ser mecanismos para vender objetos de arte y colección; un método de asignación en donde el precio aumenta hasta que permanece un único comprador. Sin embargo, el concepto subasta va mucho más allá, y engloba un amplio conjunto de mecanismos en donde reglas y estrategias se complican para llegar a diseños de mercados complejos, pero potencialmente muy eficientes al realizar una fijación de precios asociada a una asignación de bienes. El diseño de las subastas está intrínsecamente ligado a un campo fundamental de las matemáticas: la teoría de juegos, que utiliza modelos que sirven para analizar estrategias y comportamientos en un amplio abanico de problemas de diversas áreas de aplicación, de entre las cuales destacan las subastas.
Las estrategias posibles e incentivos dependerán de los diseños de la subasta y condicionarán su funcionamiento. Por ejemplo, si un Gobierno quiere adjudicar múltiples licencias de construcción relacionadas pero que son diferentes, ¿será mejor subastarlos todos a la vez o de forma secuencial?, y desde el punto de vista del comprador, ¿es mejor ganar el primer lote, o esperar a pujar por una combinación parcial o final? Si el objetivo consiste en adjudicar licencias de uso del espacio radioeléctrico para compañías de telecomunicaciones, ¿es mejor una subasta con una única puja a sobre cerrado o realizar una subasta abierta en la que todos los participantes puedan ver la evolución? Estas y otras muchas preguntas son las que deben ser abordadas y diseñadas específicamente para cada mercado, y que en la actualidad solo se pueden abordar utilizando complejos modelos computacionales. Pero la teoría de las subastas tiene también aplicaciones en el mercado laboral, contratos, economía industrial y de las organizaciones, finanzas, e incluso a nivel medioambiental (emisiones de CO2).
Y cabe destacar que, en este caso, los trabajos de los galardonados no son únicamente teóricos, sino que han tenido un amplio impacto por su aplicación en los mercados y la economía real. Por ejemplo, el trabajo del profesor Milgrom ha cambiado la vida de los consumidores en todo el mundo. Cada vez que utiliza un teléfono móvil, el ancho de banda utilizado para transmitir la información, como si se tratase de autopistas invisibles en el cielo, ha sido organizado, y adjudicado, mediante los mecanismos diseñados por Milgrom. Los derechos de acceso a ese ancho de banda se venden en todo el mundo en subastas de espectro radioeléctrico con los mecanismos que iniciaron su andadura en 1993, cuando Milgrom entró en una reunión en la Comisión Federal de Comunicaciones con un disquete en la mano que contenía el diseño de la subasta de rondas múltiples simultáneas codificada con una regla de actividad que él mismo había inventado. Basado en esta prueba de concepto, lo que se creía imposible –la venta competitiva simultánea de muchas licencias de espectro geográfico– se ha convertido desde entonces en una práctica estándar, con cientos de miles de millones de dólares recaudados en todo el mundo. Así fue como Milgrom y Wilson inventaron nuevos formatos para subastar muchos bienes interrelacionados simultáneamente, en nombre de un vendedor motivado por ampliar el beneficio social en lugar de únicamente maximizar ingresos.
En 1994, las autoridades estadounidenses utilizaron por primera vez uno de sus formatos de subasta para vender frecuencias de radio a operadores de telecomunicaciones. Su funcionamiento supuso un récord histórico de 7.000 millones de dólares y la demostración práctica de que la teoría de juegos era útil en la adopción de decisiones estratégicas. Desde entonces, otros muchos países han seguido su ejemplo hasta nuestros días con la subasta del espectro 5G, entre otras.
Robert Wilson ha hecho grandes contribuciones en el campo de la microeconomía y, en particular, en arquitectura de mercados. Uno de sus trabajos más emblemáticos, junto con David Kreps, fue desarrollar en 1982 el concepto de equilibrio secuencial para analizar los efectos de la información asimétrica en entornos dinámicos, en los cuales se actualizan las creencias que tiene cada jugador sobre la información privada de los agentes pudiendo así modificar el equilibrio. Este concepto de equilibrio se utiliza en muchos campos, por ejemplo, en organización industrial (guerras de precios) o la economía laboral (negociaciones y procesos de huelga). Otra de sus aportaciones más importantes fue el concepto de reputación. La idea fundamental es que los agentes económicos utilizan las estrategias pasadas del resto de los agentes para así inferir sus valoraciones privadas y predecir sus posibles futuras decisiones.
Desde un plano personal, nunca olvidaremos cuando Milgrom apareció en la cafetería de Stanford, interesado en conocer a unos jóvenes investigadores españoles a los que había dado la oportunidad de trabajar con él. Desde entonces, hemos construido una sólida relación profesional, y lo que es mucho más gratificante, una enriquecedora relación de amistad.
Asunción Mochón / Yago Sáez son Profesora de Economía Aplicada e Historia Económica de la UNED / Profesor del Departamento de Informática de la Universidad Carlos III