La recta final a la Casa Blanca: un referéndum sobre Trump
Antes de la pandemia, el presidente podía presumir de un cuadro económico sobresaliente. Su rival, Joe Biden, esgrime como arma los daños del Covid-19
Antes de la irrupción del coronavirus, Donald Trump había cumplido muchas de sus promesas electorales y podía presumir de un cuadro macroeconómico sobresaliente. Su mezcla de populismo económico, proteccionismo comercial, promoción de causas conservadoras y hostilidad a la inmigración ilegal le granjeaba el apoyo de algo más del 40% del electorado.
Aunque heredó una economía dinámica de Obama, desde 2017 el desempleo descendió a su nivel más bajo en medio siglo (3,5%), se aceleró el crecimiento del PIB, los salarios ascendieron y los índices bursátiles alcanzaron récords históricos. La reforma fiscal de 2017 recortó los impuestos de la renta a las clases medias y altas, elevó el mínimo exento del de sucesiones, disminuyó el elevado impuesto de sociedades al 21% y consiguió la repatriación de más de un billón de dólares por parte de empresas estadounidenses.
El Tax Cuts and Jobs Act aumenta la deuda pública y es regresivo porque beneficia más a los más ricos, amén de eliminar las reducciones tributarias para las familias en 2025. Pero estimuló las cotizaciones bursátiles y la inversión productiva. Trump, contra pronóstico, obligó a los socios de EE UU que registraban mayores superávits comerciales a renegociar acuerdos comerciales después de aplicar aranceles a sus exportaciones. En el nuevo tratado Korus de 2018 Corea acepta doblar el contingente de automóviles importados de EE UU y limita sus exportaciones de acero y camionetas. El USMCA entró en vigor en julio y sustituye al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Incorpora cláusulas que refuerzan los derechos laborales y la protección medioambiental, además de favorecer a los trabajadores del sector del automóvil de EE UU. Trump asimismo logró mediante una costosa guerra comercial que China accediera en febrero a un primer acuerdo que la obliga a realizar compras adicionales en 2020-21 de productos agrícolas, industriales y energéticos por valor de 200.000 millones de dólares. A pesar del desplome provocado por la pandemia, a finales de agosto las exportaciones de bienes estadounidenses a China cubiertos por el tratado alcanzaron el 50% de lo pactado, mientras que los productos no sujetos al convenio registraron disminuciones en sus exportaciones.
Durante su mandato, Trump ha suprimido regulaciones medioambientales, acelerando la consecución de una independencia energética basada en la producción y exportación de petróleo y gas natural de esquisto que se plasma en menores precios de gasolina para particulares y empresas. Este balance seguramente hubiera permitido a Trump alzarse con la victoria el 3 de noviembre. Al margen de la negligencia de China en la fase inicial de transmisión de Covid-19, Trump apostó con pleno conocimiento de los hechos por una gestión poco restrictiva de la actividad económica, social y educativa.
Estados Unidos lidera el mundo con 204.000 fallecidos (del total global de 998.000) y 7,1 millones de infectados (de 32,9 millones) por Covid-19. Sin embargo, los tres paquetes de estímulo consensuados entre demócratas y republicanos en el Congreso y la Casa Blanca por valor de 2,3 billones de dólares han atenuado el impacto de la pandemia sobre las familias, empresas, el sector sanitario y las finanzas de los municipios y estados. De abril a agosto el desempleo ha disminuido del 14,7% al 8,4% y se han creado más de 11 millones de empleos.
Ante un índice de desaprobación de su gestión de Covid-19 del 59%, Trump apremia a la industria farmacéutica a producir una vacuna antes de las elecciones. La ralentización de la tercera fase de las pruebas de AstraZeneca debido a síntomas adversos y de Pfizer y Moderna por la dificultad de enrolar suficientes voluntarios significa que no habrá vacuna antes de finales de año.
Trump ha recurrido a erigirse en el candidato de la ley y el orden a raíz de la ola de protestas y disturbios en distintos estados desencadenados por el brutal asesinato de George Floyd a manos de tres policías en Minneapolis en mayo. Otros casos con gran repercusión mediática de muertes o heridas graves sufridas por afroamericanos debido a la intervención de policías han incitado la implicación cívica de jóvenes y las minorías. Los mileniales (nacidos entre 1981 y 1995) y los miembros de la generación Z (nacidos a partir de 1995) ya representan el 40% del electorado. Covid-19 ha causado la pérdida de empleo o descenso de sueldo a más de la mitad de los estadounidenses de entre 18 y 29 años. Por consiguiente, el aspirante demócrata a la presidencia, Joe Biden, centra su campaña en los estragos médicos, sociales y económicos ocasionados por Covid-19 debido al mayor peso demográfico y dificultades de los jóvenes y las minorías, especialmente la afroamericana. Esta estrategia parecía asegurarle una victoria relativamente holgada en el colegio electoral. Pero Trump ha acortado diferencias respecto a Biden en las encuestas de los estados que dirimirán el ganador.
La ventaja de Biden en Wisconsin y Michigan es de 5 puntos y 3 en Pensilvania. En Florida, Arizona y Carolina del Norte están empatados. La oposición de los demócratas al nombramiento de la juez Amy Barrett para cubrir la vacante creada por la defunción de la progresista Ruth Bader Ginsburg en el Tribunal Supremo alentará a los votantes republicanos, que en un 94% apoyan a Trump. El presidente también esgrime un escenario de fraude, porque se proyecta que 80 millones votarán por correo y algunos estados contabilizarán votos recibidos hasta siete días después de las elecciones. Si el margen de victoria de Biden es mínimo el 3 de noviembre, el resultado será recurrido ante los tribunales, provocando una incertidumbre que puede alargarse durante semanas. Con tantas variables económicas y médicas, los tres debates televisivos entre Trump y Biden pueden ser decisivos.
Alexandre Muns es Profesor de EAE Business School y analista de economía internacional