El gran reto de la industria en la nueva normalidad
La digitalización puede conseguir aunar el ahorro de costes, el aumento de la resistencia y el de la capacidad
La crisis del Covid-19 transformará la industria. Las nuevas circunstancias han reforzado la importancia de la agilidad, la eficiencia y la resiliencia. Nuestras industrias necesitan al mismo tiempo ahorrar costes, ser más resistentes y contar con más capacidad. Para lograr todo eso, hay una solución: la digitalización.
En realidad, la transformación digital ya estaba en marcha mucho antes de la pandemia. Y de hecho, durante la crisis, los que estaban ya totalmente conectados tuvieron una ventaja significativa. Pero, sin duda, el coronavirus ha sido un acelerador masivo de la digitalización, reforzado por las necesidades básicas de la gestión en remoto, la resiliencia, la eficiencia y la sostenibilidad.
Todo va a ser remoto. La conexión y el control remotos permiten una mayor agilidad, condiciones de trabajo más seguras y mayores niveles de seguridad. Permite que las operaciones continúen sin interrupciones, respetando los protocolos de distanciamiento social. Durante la crisis, muchos trabajadores no podían ir a sus puestos de trabajo, lo que provocó retrasos operativos en muchas industrias. Sin embargo, las operaciones automatizadas permiten que la industria siga operando incluso con poca presencia física. La realidad aumentada, por ejemplo, permite a los operadores vigilar y diagnosticar los problemas de las máquinas desde lejos. Y la realidad virtual permite a los operadores llevar a cabo una capacitación virtual y visitar los sitios sin necesidad de entrar en ellos físicamente.
Tomemos como ejemplo una de nuestras empresas, una siderúrgica de Shanghái, que creó el primer taller de laminación en caliente sin personal. Durante el confinamiento, gracias a su programa de digitalización, pudo seguir operando, asegurando así tanto la continuidad del negocio como la seguridad de sus operadores.
Esta no será nuestra última crisis. Ya sean de salud, política o desastres naturales, necesitamos aumentar la resiliencia para poder superar todas las que vengan. La industria necesita centrarse en tres factores: conectividad, predicción y prevención. Con la conexión viene la habilidad de monitorizar. De esta manera, usando software y analíticas, los operadores pueden predecir futuros problemas y señalarlos a los que se encargan de prestar servicio, para que los arreglen antes de que interrumpan las operaciones.
Pero la resistencia de una instalación es tan alta como su punto más débil. Cada empresa es una cadena de valor que incluye el acceso a la red, la distribución de energía, la gestión de edificios, de IT y de procesos. Una ruptura en cualquiera de estos eslabones debilitará toda la instalación. Por lo tanto, la automatización y las analíticas deben implementarse a lo largo de toda la cadena. Con la automatización, los problemas pueden resolverse a nivel local sin intervención humana, y a través de las analíticas se pueden extraer datos de la instalación para indicar dónde se requiere el servicio.
Cuando la demanda de energía durante el confinamiento disminuyó drásticamente en la industria y aumentó bruscamente en el sector residencial, la italiana Enel, que usa nuestros sistemas, pudo gestionar, en tiempo real, la distribución de energía desde su centro de control remoto de O&M. Así es cómo la resiliencia asegura la continuidad del negocio durante la crisis.
La eficiencia siempre ha sido fundamental para la industria. Pero a raíz de la crisis, es aún más relevante, ya que la industria está buscando nuevas formas de reducir los costes. La digitalización es eficiencia, y la eficiencia puede lograrse a través de cuatro integraciones.
Primero, la integración de la energía y la automatización, para asentar la base de la eficiencia, en la energía y en los procesos. Esto permite reducir costes y a la vez frenar las emisiones de carbono y el consumo de recursos.
En segundo lugar, la integración vertical de los activos a la nube, conectando cada punto de una instalación desde la fábrica hacia arriba, de manera que los datos sean accesibles y transparentes en tiempo real.
Tercero, la integración del ciclo de vida, desde el diseño y la construcción, hasta las operaciones y el mantenimiento, eliminando todas las discontinuidades e ineficiencias en la transición de capex a opex. Esto permite una colaboración fluida, así como la integridad del ciclo de vida de todos los datos.
Por último, el cambio de la forma tradicional de gestionar una empresa de fábrica a fábrica, instalación a instalación, hacia una integración en un centro de operaciones unificado que permita una visión a gran escala del consumo de energía y recursos. Esto permite contar con una información completa de todas las instalaciones y la optimización de cada empresa a escala mundial.
La crisis nos ha hecho darnos cuenta de que nos enfrentamos a amenazas fundamentales. Tanto el Covid-19 como el cambio climático son las principales amenazas para la sociedad. La gente es más consciente de la necesidad de un mundo sostenible. Tenemos que centrarnos en limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5°C.
El viaje hacia la sostenibilidad comienza con la digitalización. Hay que medir todo para optimizar su eficiencia. Utilizando estos datos sobre el consumo de energía y recursos, las empresas pueden desarrollar una estrategia centrada en la eficiencia, la electrificación, la circularidad y la descarbonización, que luego pueden ejecutar e iterar. El viaje hacia la sostenibilidad es un maratón sin línea de meta. Cada empresa puede hacerlo mejor, y ser más sostenible, en la forma de hacer negocios.
La crisis nos ha enseñado que la confianza y la colaboración son la base de la resiliencia. Reforzamos muchas relaciones durante la crisis mediante la confianza mutua, la simplificación de los procesos y la evitación de la microgestión en muchos lugares. Necesitamos tomar estos aprendizajes y construir sobre ellos como una nueva forma de trabajar en el futuro.
El Covid-19 no ha cambiado lo fundamental, pero ha hecho hincapié en la necesidad de agilidad y adaptación. En una economía bajo presión y en un mundo más frágil, es una llamada a la conciencia, la eficiencia y la sostenibilidad. Y, para lograrlas, la confianza, la colaboración y la digitalización serán primordiales.
Jean-Pascal Tricoire es presidente de Schneider Electric