Un nuevo curso con dificultades inéditas para los inversores
La única certeza es que los bancos centrales están dispuestos a echar el resto para impulsar la recuperación
El final del confinamiento proporcionó un natural rebote de la economía los pasados junio y julio, pero el balance del tercer trimestre y el impacto de la pandemia del Covid en la economía en todo el año se verá marcado por el preocupante aumento de los contagios y rebrotes, con una incidencia muy significativa en España, y la incesante ola de restricciones que estos provocan.
El desplome del 18,5% de la economía española el segundo trimestre, la segunda mayor caída de la OCDE tras la de un Reino Unido aquejado del Brexit, convierte en determinante la evolución de la pandemia en las próximas semanas y puede añadir más incertidumbre sobre la recuperación. Las características del PIB español, con la vulnerabilidad que supone la elevada estacionalidad debida al turismo, y el importante nivel de contagios golpean sobre una economía abocada por la crisis a disparar el déficit y la deuda públicos. Un marco que hace evidente la necesidad de una revisión a la baja del cuadro macro por parte de Economía.
Ante este panorama, el inversor afronta un nuevo curso inédito y plagado de incertidumbres. La evolución de la pandemia, los avances en pos de la vacuna, la aplicación real de los importantes estímulos aplicados por los bancos centrales, las ayudas europeas y las medidas presupuestarias de los Gobiernos son referencias obligadas para un nuevo periodo en el que, por si faltaba algo, las elecciones presidenciales de noviembre en EE UU prometen de todo menos certidumbre a los mercados.
Los expertos ya están reconsiderando sus estrategias sobre la base de la ecuación de a más incertidumbre, menos gasto, ante un escenario económico extraordinariamente complicado, en el que tomar decisiones de inversión es extremadamente difícil si se quiere salir de los clásicos valores refugio para situaciones de crisis , entre los que el oro, una vez más, es el rey. La única certeza es que los bancos centrales están dispuestos a echar el resto para impulsar la recuperación, como ha demostrado en Jackson Hole la Fed al cambiar su estrategia para flexibilizar el objetivo de inflación y fijar el empleo y el impulso a la economía como prioritarios.
El efecto de los estímulos ha sido tal que los multimillonarios anuncios de compras de deuda por los bancos centrales han sido el origen para un inesperado rally en la renta fija y para el rebote desde mínimos de la renta variable. El interés por la tecnología, el sector biofarmacéutico y la inversión sostenible, incluyendo a las energías renovables, consolida a estos sectores como focos en los que fijar la atención inversora.