Las escuelas de negocios se la juegan con el Covid-19
Ante la petición de los alumnos de devolución de las matriculas por la suspensión de las clases presenciales, los centros apuestan por un modelo híbrido de formación
Las alarmas han saltado con la llegada del Covid-19 en las apacibles escuelas de negocios estadounidenses. En algunas de ellas, como Stanford, Wharton o Kellogg University, los estudiantes de MBA han pedido el reembolso de sus matrículas, que en algunos casos puede sobrepasar los 160.000 dólares, como compensación por el cierre de los campus presenciales. La opción de seguir las clases a distancia, en online, no consideran que aporte el mismo valor que el aprendizaje en aula, con el valor añadido que conlleva el networking con el resto de la comunidad educativa o las prácticas en empresas. La protesta del alumnado se extiende como la pandemia. A Europa también ha llegado. Por ejemplo, la francesa Insead tiene sobre la mesa esta reclamación.
En España, los alumnos también lo han planteado, aunque, según aseguran portavoces de las principales escuelas de negocios, de momento tímidamente. “En un primer momento hubo comentarios de este tipo, pero reaccionamos rápidamente, contamos con el student council (consejo de estudiantes), y nuestros alumnos de MBA, que son profesionales con cinco o seis años de experiencia, valoraron el esfuerzo que estábamos haciendo por ayudar en esta emergencia y ofrecerles soluciones”, explica Marc Badía, director de este programa en IESE, quien entiende que una institución académica debe tratar a los estudiantes como lo que son, no como clientes. “En tres semanas hemos transformado la estructura del MBA. Al día siguiente del estado de alarma pasamos toda nuestra enseñanza a online, y eso lo han visto los alumnos, además de adaptar el calendario a las distintas franjas horarias de nuestros estudiantes”.
El 85% del alumnado procede de 60 países, y la mayoría ha regresado a sus lugares de origen. Entre las preocupaciones que han mostrado, señala el docente de esta escuela, destacan dos: cómo conseguirán un trabajo al finalizar la formación, y cómo suplirán la experiencia de una clase presencial. “Les daremos todo tipo de flexibilidad, sobre todo cuando se reanude todo, facilitaremos prácticas en verano, aunque algunas empresas han decidido que lo retrasan al otoño. Y en cuanto al trabajo, intentaremos que todos consigan un buen empleo”, señala Badía.
A pesar de que continúa con la formación a distancia, la convivencia es lo que echa de menos Emilia Cabrera, alumna de tercer curso de Ingeniería Informática y Economía en la Universidad de Harvard, que como millones de alumnos en todo el mundo tuvo que abandonar repentinamente el campus de Cambridge (Massachussetts). “Disponemos de tecnología, pero lo que ya no tenemos es la cultura que hacía especial a las universidades americanas, enfocada a la experiencia, a trasladar conversaciones de la clase a las comidas o a las fiestas”, explica.
El futuro de las escuelas de negocios pasa, señala Santiago Íñiguez, presidente de IE Business School, por un modelo híbrido de formación, combinando la tecnología con las clases presenciales. “Prevemos un problema de movilidad dado que los alumnos internacionales pueden tener dificultades para desplazarse, y todavía no sabemos los protocolos y condiciones que se fijaran para viajar de un país a otro”.
En su opinión, Madrid deber continuar siendo un destino internacional de formación superior, “por lo que es necesario llegar a pactos burocráticos y a mecanismos virtuales que agilicen la movilidad de los alumnos internacionales, si se quiere mantener Madrid como un hub de educación superior”, añade Íñiguez, que confía en que en septiembre se pueda retomar la actividad educativa con controles, potenciando las clases a distancia en distintos formatos. “Eso permitirá una experiencia más personalizada, y este modelo en la formación es positivo porque es más rico y permite una mayor participación de los alumnos, que muchas veces en una clase presencial no se da. Además, es un anticipo de ese mundo híbrido profesional, porque a partir de ahora se combinará el trabajo en casa con la oficina”. En cuanto a la petición de reducción de las matrículas, señala que los precios no variarán dado que ese modelo de formación mixta supondrá una mayor inversión en tecnología, “y no está justificada si se quiere mantener la calidad”.
De este modelo combinado también habla Luis Vives, decano asociado de programas MBA de Esade, quien cree que la experiencia transformadora de este tipo de posgrado va más allá del aula. Eso debe ser un elemento clave de cara al futuro. “No podemos perder el valor derivado del contacto con los compañeros, de compartir una discusión sobre un tema, pero también hay que aprovechar el beneficio que nos ofrece la tecnología”. En su opinión, todos estos cambios han llegado para quedarse, como también lo es la necesidad de seguir formándose a lo largo de la vida, por lo que para continuar aprendiendo hay que aplicar modelos de formación que permitan flexibilidad. “Tener un MBA no quiere decir que estemos vacunados, tenemos que seguir reciclándonos, y debemos permitir que un alumno se forme, pero a la vez mantenga relación con otras escuelas”. apunta Vives, que cree que será necesario, como sucede con las aerolíneas, mantener alianzas con centros de todo el mundo.
Con la baza tecnológica también juega Deusto Business School, en estos momentos, la herramienta que sostiene la formación de este campus. “Estamos impartiendo toda la formación en remoto y se ha hecho sin problemas. Además, hemos creado, debido a la emergencia sanitaria, programas nuevos, como SOS [Salvar, Organizar y Sobrevivir] para ayudar a las empresas a superar esta crisis, o un programa de asuntos públicos”, explica el director, Iñaki Ortega, que reconoce que este año habrá un agujero importante en las cuentas de la escuela debido a la caída de los programas dirigidos a empresas.
“Somos una industria cercana a la actividad empresarial, y hemos tenido que retrasar cursos porque hay empresas afectadas por la caída del negocio o con protocolos estrictos de seguridad para sus empleados, y eso afecta a la facturación”. También destaca la capacidad de reacción para diversificar los ingresos, a través de la formación en remoto y de la investigación, como la elaboración de informes sobre ciberseguridad y coronavirus o enseñar a los directivos a comunicar a través de internet. “Lo bueno es que tenemos reflejos”, señala Ortega
Reflexiones desde EE UU
Transformación. A comienzo de este año, apenas el 5% de las escuelas de negocios y universidades estadounidenses se declaraban online. Sin embargo, y a raíz de la pandemia, el cien por cien reconoce que imparte su formación en remoto. La observación la hace Ángel Cabrera, presidente de Georgia Institute of Technology, en Atlanta, quien cree que debido a la crisis del coronavirus se producirán una serie de cambios en la educación.
Globalización. Además del traslado a la formación online, “que ha sido un experimento masivo y repentino, y que va a llevar a la universidad a cambiar y mejorar la enseñanza”, también cree que todos estos cambios son globales, y acelerará el uso de la tecnología en todas las áreas, ya que los centros se han visto obligados también a teletrabajar, “por lo que habrá un cambio de mentalidad”.
Innovación para la sociedad. Según Cabrera, las universidades desempeñan un papel decisivo en esta crisis como centro de conocimiento, tanto científico, humanístico y técnico, para la búsqueda de soluciones que ayuden a superar o paliar los efectos de la emergencia, desde la investigación de vacunas a tratamientos para el virus, a tecnología que permita crear equipos de protección personal o creación de modelos matemáticos para predecir el comportamiento de la pandemia.
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