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La tribuna de los fondos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Reflexiones a propósito del coronavirus

El BCE está tratando de calmar el mercado de deuda con un programa de estímulos que con toda seguridad iba a venir con o sin pandemia

Efe

Las economías de todo el mundo se han visto interrumpidas, según informa la narrativa, por una pandemia viral que, a todas luces, solventaremos eficazmente, sea pronto, o no tan pronto. Esto ha obligado a tomar medidas, que, según la cultura del país y tipo de sociedad predominante, han ido y seguirán variando en tiempo y forma. Pero no nos engañemos, ya que todas esas medidas persiguen los mismos objetivos: localizar zonas calientes, reducir a su mínima expresión los contagios y minimizar el impacto en la actividad normal de las empresas y sus trabajadores.

Sin embargo, y como en toda ejecución de un plan, la ponderación de estos tres pilares que hemos visto será diferente en casi todos los casos. Algunos han optado por asumir la viralización (anglosajones) y tratar de reducir el impacto económico a toda costa, otros han atajado y controlado el virus desde los primeros contagios de manera muy férrea y paralizando el país (Asia, aunque con amplios matices entre países), pero consiguiendo minimizar la incertidumbre futura y el quebrantamiento de la confianza empresarial. En último lugar tenemos a los nuestros, que han optado por tachar las medidas chinas o coreanas como extremistas, tratando de continuar la vida común hasta que ha sido demasiado tarde para acabar adoptando aquellas medidas a priori extremas, sembrando por un lado un escenario de contagios masivos y por otro, una incertidumbre laboral y empresarial a futuro no vista desde la crisis financiera de 2008.

Por supuesto, no sabemos cuál es la manera correcta de atajar una crisis de este calibre, tan novedosa y con tantos daños colaterales. Y tristemente, no lo sabremos hasta bien avanzado el tiempo, cuando podamos obtener y evaluar los resultados de manera objetiva, fría.

Dicho esto, ¿qué tiene que ver el coronavirus con la economía o los mercados financieros? Puesto que el coronavirus implica una doble crisis; la sanitaria, y la económica, esta última también va a necesitar de medidas extraordinarias. Y aquí también habrá diferentes formas de entender, explicar y solucionar los problemas pero, aquí sí tenemos más datos sobre situaciones pasadas de estancamiento económico y potencial paro al alza.

Por un lado, tenemos a los que han tratado de dinamizar la economía con recortes de tipos e impuestos, exenciones fiscales, inyección en el mercado de repos y relajo de coeficientes de liquidez bancarios para no tensionar el crédito (anglosajones y asiáticos, ambos con sus diferencias cuantitativas, pero con similitudes generalizadas).

Mientras, los nuestros van a mantener impuestos, con un mercado de crédito cada vez más tensionado, añadido a la incapacidad de nuestro banco central de brindar con nuevas rebajas de tipos, y ofreciendo paquetes de ayudas a empresas y autónomos que vayan directamente al cierre, además de partidas de gasto infinitas dirigidas a la demanda y lograr el siempre bienintencionado “efecto multiplicador”, pero en ningún caso a preservar la fortaleza de nuestro tejido empresarial. Es decir, solo si el negocio cierra, podrán las empresas y autónomos acceder a las medidas de apoyo más significativas. Como hemos dicho antes, estas deben ser extraordinarias ante una situación extraordinaria, y en este caso se quedan en simples tiritas en forma de la mayor movilización de fondos públicos de nuestra historia. Más gasto, menos ingresos. El incentivo está creado, y es peligroso.

Dicen que la memoria financiera es muy corta, pero, ¿alguien recuerda cómo se presentó el Plan E?

Mientras tanto, el BCE está tratando de calmar el mercado de deuda con un programa especial de estímulos antipandemia o PEPP, Pandemic Emergency Purchase Program de 750 billones de euros. Tengan por seguro que este programa iba a venir con o sin pandemia, y se podría haber llamado TWEP, Trade War Emergency Program, BEPP, Brexit Emergency Purchase Program o GEEP, Green Energy Emergency Program.

Sin embargo, el coronavirus y su doble faceta (la crisis sanitaria junto a la económica) está también poniendo algo de relieve de vital urgencia para nuestras sociedades modernas. Como bien explicara Nassim Taleb, la naturaleza siempre nos manda señales y avisos que a veces insistimos en no querer escuchar.

En esta alegoría, el autor nos muestra el por qué tenemos dos riñones, dos ojos, dos manos; la resiliencia del sistema se mide en escenarios adversos, no en épocas de bonanza, y la escasez de munición de los principales organismos, nos ha conducido a un escenario de equilibrio inestable – como a los físicos les gusta llamar –, del que ahora solo podremos salir haciendo arduos esfuerzos, actuando con determinación y tratando de evitar los errores del pasado.

El lado positivo es que en estos momentos y gracias a la histeria provocada, el mercado también ofrecerá grandes oportunidades a los bienaventurados que ahora, ajenos a la irracionalidad del corto plazo, se mantengan firmes y con determinación en las joyas que brillan con luz propia en nuestros mercados.

Thor Vega es analista de inversiones en Gesconsult

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