El Gobierno debe apoyar la imparable revolución de la industria del motor
No es casualidad que el plan estratégico de la patronal mencione la necesidad de unificar los mensajes “de todos los sectores y agentes involucrados"
La patronal de la industria del automóvil (Anfac) presentó ayer al Gobierno un ambicioso plan estratégico, denominado Automoción 2020-2040. Liderando la movilidad sostenible, cuyo objetivo es afrontar la “mayor transformación” que ha vivido el sector de automoción hasta el momento y avanzar hacia la descarbonización. La hoja de ruta de Anfac, que basa su estrategia en la colaboración público-privada a través de un proyecto país que involucre a la industria, las administraciones y la sociedad civil, pretende incrementar la facturación del sector hasta los 310.000 millones de euros desde los 210.000 millones actuales y crear 1,5 millones de empleos. El plan, que se desarrollará en cuatro fases, tiene unas necesidades de inversión de más de 54.000 millones. Como resultado de esa estrategia, la patronal prevé aumentar la aportación del sector al PIB en un 7% adicional, en efectos directos, y hasta en un 12% si se suman también los indirectos.
El paso adelante dado por Anfac responde a la necesidad de lograr que la industria española de automoción se una de forma destacada al tren de una revolución que ya está en marcha y que está llamada a transformar las bases del negocio desde su corazón tradicional –la fabricación del automóvil– hasta el desarrollo del software, la gestión de datos, la conectividad y la movilidad. Entre las medidas que el sector ha planteado al Gobierno en la carrera por atraer la adjudicación de proyectos e inversiones para 2025, figura una nueva fiscalidad y la renovación del parque automovilístico, pero también el diseño de una política industrial sólida y constructiva que valore el capital que suponen las 17 plantas de ensamblaje de automóviles que existen en España y la alta profesionalización de sus fábricas.
No es casualidad que una de las fases del plan de la patronal mencione la necesidad de unificar los mensajes “de todos los sectores y agentes involucrados”, dadas las desafortunadas declaraciones transmitidas desde el propio Gobierno en más de una ocasión sobre el futuro del diesel. Más allá de que debería recordarse que demonizar los vehículos de motor de combustión no es una buena estrategia para impulsar la descarbonización, puesto que desincentiva las compras de vehículos nuevos y mantiene activos los antiguos, que son los más contaminantes, es tarea del Ejecutivo respaldar una industria cuyo peso económico para el país es indiscutible y que se halla ante una transformación revolucionaria e inevitable. El sector tiene ante sí el reto de liderar ese proceso, pero a los poderes públicos les corresponde trasladar el mensaje de que España sigue siendo territorio ventajoso y 'friendly' para las inversiones del automóvil.