A’Barra abrió sus puertas en 2016 en el local que ocupaba El Bodegón, que tras una profunda reforma, en apenas seis meses, logró, con el chef Juan Antonio Medina al frente de la cocina y de Jorge Dávila en sala, su primera estrella Michelin. Cuatro años más tarde, y con ambos profesionales fuera de la casa, el restaurante empieza una nueva etapa con el mismo objetivo de los inicios: una apuesta por una cocina elegante, centrada en el producto de temporada, y un servicio en sala cercano al cliente. Las riendas del restaurante las toman ahora profesionales que estaban desde la apertura del local: Sergio Manzano como jefe de cocina, Alfonso Martín-Delgado, al frente de la sala, y Valerio Carrera, el sumiller que maneja una de las bodegas más interesantes de la capital, con más de 950 referencias en su haber.A la carta de A’Barra se han incorporado nuevos platos, como el cabrarroca (scorpaena scrofa), también conocido como cabracho, rascasa o cantarero, dependiendo de la zona, que se sirve en suquet de sus espinas y de galeras, y con la cabeza frita que se termina frente al comensal (38 euros), un hábito que recuperan cada vez más restaurantes que finalizan el emplatado a la vista del comensal.Entre los entrantes, también en temporada, erizo de mar, con níscalo y un caldo de caza (21 euros), unos tallarines de oreja de cerdo con papada, que suministra uno de sus propietarios, Joselito, y anguila, o el huevo Perigord, escalfado con una salsa de jugo de carne, trufa, mantequilla, chalota, champiñón, oporto y coñac (26 euros).Entre los pescados, además del cabrarroca, ofrecen una merluza salvaje con cítricos y causa limeña (32 euros) o bogavante azul con salsa de vino, aire de sus corales y lardo (55 euros). La caza también está presente en el lomo de corzo (39 euros) o liebre a la royal (28 euros). De postre, baba de piña colada (12 euros). Tiene un menú degustación por 105 euros.