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‘Avec plaisir’: planes a la francesa solo para sibaritas

Propuestas con mucho gusto para no extrañar París ni la primavera

Chamonix, situada a los pies del macizo del Montblanc.
Chamonix, situada a los pies del macizo del Montblanc.Flickr

Cocinado en los fogones de un tres estrellas Michelin en un pueblo gourmet. Una sesión de jazz para terminar un après ski en “la ciudad de la montaña”, o 24 horas en la cité de las 24 horas más famosas. En este château, el arte y la arquitectura de vanguardia confluyen en el territorio del vino como en ninguno, y en Francia, el buen gusto se da por hecho.

Estas son las propuestas más sibaritas para pasar un invierno a la francesa, sin extrañar París ni la primavera. Avec plaisir.

Village Blanc

Al norte de Lyon y en el corazón de la Bresse, entre abadías y viñedos, encontramos en Vonnas la primera village gourmand de toda Francia o un pequeño paraíso para los amantes del buen beber y, sobre todo, del buen comer. El culpable: el chef Georges Blanc.

En 1968, el cocinero rehabilitó el antiguo albergue de sus bisabuelos para convertirlo desde sus fogones en un templo gastro donde se rezan los versículos de la crepe vonasiana, con salmón y caviar, o el emblemático pollo de Bresse con foie gras. Blanc y su equipo descomponen las especialidades de la región para rehacerlas con el mimo y la originalidad que les han valido desde 1981 tres estrellas Michelin.

Restaurante de Georges Blanc, el culpable de que Vonnas sea un pueblo gourmand.
Restaurante de Georges Blanc, el culpable de que Vonnas sea un pueblo gourmand.J. M. Mansilla (Cinco Días)

En torno al restaurante, que lleva su mismo nombre, el chef ha levantado un pueblecito gourmet donde el visitante encontrará coquetas tiendas de delicatessen, panaderías, cafeterías y restaurantes. Además de una bodega con más de 135.000 botellas y un elegante hotel con spa.

El chef lleva colaborando desde hace 30 años con Singapore Airlines para liderar la propuesta culinaria de la aerolínea, que apuesta por la personalización de la experiencia a través de la gastronomía.

Jazz en los Alpes

Desde su consagración con los Juegos Olímpicos de 1924, Chamonix aparece en lo más alto de las listas a la hora de buscar un destino invernal de lujo. ¿Por qué?

En el corazón de los Alpes, a 15 kilómetros de la frontera italiana y a otros tantos de la suiza, se esconde a los pies del macizo del Montblanc y rodeada por glaciares de la “ciudad de la montaña”.

El restaurante del chef Georges Blanc tiene tres estrellas Michelin desde 1981

Después de esquiar en sus diez áreas diferentes por un dominio de 155 kilómetros, podrá recorrer sus laderas en trineo, practicar parapente o probar su vértigo tomando alguno de sus teleféricos, como el de Aiguille du Midi.

A 3.842 metros de altitud, descubrirá que aquí arriba puede haber un restaurante y hasta un museo dedicado a los montañeros de Chamonix. Si se asoma a The Void, descubrirá el paso al vacío.

Ya en la ciudad, déjese llevar por su ritmo vibrante y oferta gastronómica. ¿Para una crepe? La Ferme. ¿Para una fondue? La Caléche. ¿Para una sesión de jazz? La Maison des Artistes.

Le Mans sin carreras

En esta ciudad de los Países del Loira, las 24 horas cuentan más que en ningún otro lugar. Estas son las nuestras explorando la urbe de los cenómanos.

Por la mañana, buscaremos las famosas ri­llettes (paté) du Mans en la charcutería de Christophe y Lydie Brisset, para después cruzar el Pont de Fer hasta la gran plaza de la República. En el estudio de arquitectura Kaméléon han creado una galería de street art que bien merece una parada, como degustar el Jasnières, la denominación vinícola de la región, en la bodega Le Bar à Vin. A la hora de comer, acudiremos a la Brochette du Boucher, para un homenaje a la carne, y después iremos al Atelier 1,2,3 Vitrail de Frédéric Troisième, para conocer el trabajo de un maestro vidriero.

Château La Coste, un proyecto que aúna arte, vino y arquitectura en un hotel de lujo

Por la tarde, nos perderemos un rato en las callejuelas del casco histórico o Cité Plantagenet hasta tomar un té o un chocolate con unos dulces en la terraza del Déodéba, frente a la catedral. Antes de que caiga la noche pasearemos por el quai Louis Blanc, junto a las murallas romanas, y cuando lo haya hecho, tomaremos el aperitivo en Un des Sens para degustar los embutidos y quesos de los Países del Loira. ¿Para dormir? Nos alojaremos en Le Doyenné, un hotelito clásico construido en un edificio del siglo XIX situado frente a la catedral.

Un ‘château’ en la Provenza

Uno de los pabellones del Château La Coste.
Uno de los pabellones del Château La Coste.Flickr

La región siempre ha sido un lugar fetiche para los artistas que acudían a sus caminos pedregosos y campos soleados en busca de paz y la soledad. Y ahí acudimos nosotros.

En medio de viñedos aparece el Château La Coste, un proyecto del empresario Patrick McKillen, quien en 2004 decidió crear en este hotel de lujo una fusión idílica entre el mundo del vino, el arte y la arquitectura. Invitó a artistas como Renzo Piano, Tadao Ando, Jean Nouvel, Calder o Hiroshi Sugimoto para crear pabellones, esculturas y bodegas, entre otras composiciones que el visitante se va encontrando entre las colinas, bosques, viñas y olivos que salpican este paraje provenzal solitario.

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