Los planes de Facebook en torno a la computación del futuro quedan lejos
Sus peleas con los reguladores son más urgentes, pero sus proyectos alternativos pueden ser un estímulo para la innovación
Mark Zuckerberg está armando lentamente una visión en torno a la omnipresente computación del futuro. El componente más nuevo es CTRL-labs, una startup de Nueva York que desarrolla nuevos medios para que las personas controlen los ordenadores mediante el uso de señales nerviosas. Suena un poco espeluznante, especialmente para Facebook, una empresa bajo escrutinio por sus cuestionables hábitos de manejo de datos y atascada en problemas a corto plazo. Pero también es potencialmente un estímulo a largo plazo para la innovación en la empresa.
Es por eso que Facebook, valorada en 533 billones de dólares, adquirió Oculus VR, una empresa especializada en realidad virtual, en 2014 por 2.000 millones. La compra le dio hardware de redes sociales para desplegar juegos, imágenes y similares de una manera más envolvente. CTRL-labs le da el otro extremo del proceso: una forma de introducir información de forma virtual e interactiva. La firma está desarrollando, por ejemplo, pulseras que permiten a los usuarios controlar los dispositivos con gestos de las manos.
CTRL-labs pasará a formar parte de Facebook Reality Labs, antes denominada Oculus Research.
El objetivo final es tomar el mundo real y fusionarlo con el virtual. Esto podría ser útil para extremidades artificiales, para controlar robots de forma remota, o para tener clases de danza virtual, por nombrar sólo algunas aplicaciones posibles.
Esta visión tardará años en llegar, y los escenarios más futuristas –y espeluznantes–, como las computadoras controladas por imágenes cerebrales, tardarán mucho más tiempo. Facebook lleva ya cinco años empeñándose en la realidad virtual, y aún no se ha convertido en algo habitual. Es probable que se necesiten avances análogos a los que ya existían cuando Apple confeccionó el primer iPhone para que despegue la realidad virtual. Los cascos deben ser menos molestos, por ejemplo, y el software debe mejorarse para mejorar la experiencia del usuario. Eso podría llevar más de una década.
Las peleas de Facebook con reguladores de todo el mundo, sobre prácticas comerciales, privacidad del usuario e impacto social, son más urgentes. También es raro que un ganador establecido en un área –las redes sociales en este caso– se convierta en el amo de una nueva ola tecnológica.
Sin embargo, la imagen importa en Silicon Valley, como en cualquier otro lugar. La mejor manera de persuadir a los desarrolladores de código, inversores y legisladores de que Facebook es algo más que un embudo para los dólares de la publicidad es que se vea que está desarrollando el futuro. Un precio de entre 500 y 1.000 millones de dólares por CTRL-labs, según la CNBC, es un precio pequeño a pagar por ello.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías