España, ante la oportunidad de ser el ‘hub’ tecnológico de Europa
Para lograrlo, solo le falta atraer a más profesionales digitales cualificados
Inmersos en plena revolución tecnológica, y comenzada ya la carrera mundial por dominar los procesos, operaciones y herramientas digitales emergentes, España tiene una oportunidad histórica para situarse en las posiciones de cabeza de esta singular competición. En ella, el principal activo es el manejo cualificado de las tecnologías por las que, en la actualidad, luchan las dos grandes potencias mundiales, EE UU y China.
Una de las lecciones de la nueva dinámica económica es que el liderazgo, aunque complicado de alcanzar (¿cuándo no lo ha sido?), tiene una recompensa extra. Así, las posiciones de dominio se retroalimentan y refuerzan, creando liderazgos potentes y sostenibles.
Las colosales cuotas de mercado de Google (el 92% de las búsquedas por internet se realizan por este buscador), Amazon (que aspira a controlar el 50% del comercio electrónico en EE UU en 2023), o Facebook (que junto a Google se reparte el 61,4% de la publicidad mundial online) dan testimonio de lo anterior. En este nuevo escenario, dual y explosivo, si hay una opción de estar en la élite, merece una apuesta seria y ser abordada con el máximo esfuerzo. Porque quien no lidere esta contienda sencillamente no figurará en el mapa de la gran trasformación digital del siglo XXI.
España cuenta con importantes activos estratégicos en el ámbito de las telecomunicaciones (con una amplísima infraestructura), así como reconocidas tecnologías en sectores clave como defensa, transporte o energía. Lo mismo puede decirse del amplio y selecto elenco de las soluciones digitales, en el que las empresas españolas están a la vanguardia y figuran entre las más reconocidas y respetadas del mundo, junto con las norteamericanas y las francesas.
Solo falla una máxima de la ecuación: el talento tecnológico cualificado.
En el estudio Empleabilidad y Talento Digital 2018, elaborado con la Universidad Autónoma de Madrid, ya advertíamos del severo déficit cuantitativo y cualitativo de dicho talento, que pone en riesgo el papel de España en un escenario mundial cuyo sustrato tiene un cada vez mayor componente TIC.
Esta falta de capacidades y competencias de los recién graduados con respecto a las exigencias de las empresas especializadas supone una amenaza para el desarrollo de este sector tan estratégico, que se une a la severa carencia de perfiles desde un punto de vista cuantitativo. España podría crear entre 15.000 y 20.000 empleos anuales en estos ámbitos, que se quedan sin cubrir por falta de personas.
Llama la atención, en este último tema, que mientras otros países ponen en marcha planes específicos de atracción de ese talento, en España corremos el riesgo de quedarnos rezagados y perder un tren importantísimo para nuestra economía digital y una nueva estructura económica, que no puede sobrevivir solo de los impulsos del turismo y la hostelería.
Los profesionales españoles son un verdadero referente, y por encima de tópicos trasnochados, la agudeza, vivacidad y creatividad de nuestros jóvenes constituyen una materia prima que hay que cultivar y potenciar con el mismo entusiasmo que, bien trabado, permitió hace 500 años culminar la primera circunnavegación del planeta, de la mano de un talento extranjero felizmente españolizado, como Fernando de Magallanes, secundado y relevado tras su muerte por Juan Sebastián Elcano.
Además del conocido Índice Global de Competitividad, que elabora el Foro Económico Mundial, existe otro ranking centrado en la competencia de los países en torno al turismo, que resulta una síntesis perfecta del ecosistema de vida, que es el que envuelve a cualquier profesional. Y ahí España ha venido obteniendo una posición de liderazgo mundial. Ya no es un tópico: “Como en España no se vive en ningún lado”. Y hay un potente sustrato económico (infraestructuras, seguridad, medioambiente, instituciones, estabilidad, salud, servicios sociales, gastronomía) que lo respalda.
Tal circunstancia debe aprovecharse, y anclar en ella un programa especial para atraer y retener al mejor talento digital del mundo, singularmente el procedente de Latinoamérica. Sin él, no conseguiremos superar el reto de ser protagonistas en esta revolución tecnológica que ya estamos viviendo.
En este escenario, se hace imprescindible adoptar medidas laborales, fiscales y educativas, entre otras, que conviertan España en el mejor lugar para trabajar, un destino que atraiga ese talento mundial para desarrollar una carrera profesional de éxito. Las condiciones generales ya las tenemos, a lo que debe añadirse un activo singular: un idioma que es hablado por casi 580 millones de hispanohablantes, un elemento diferenciador con el que no cuentan ni Francia, ni Italia, ni otros países de nuestro entorno.
Para alcanzar el podio de la transformación tecnológica de máximo nivel, es preciso proponer, desde las esferas políticas, un pacto de Estado para la estrategia digital similar al ya adoptado para la sostenibilidad y la conservación del medio ambiente. Abogamos por que se establezca un grupo de trabajo liderado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades que integre todos los sectores de la sociedad, desde comunidades autónomas, universidades y empresas, hasta asociaciones profesionales. Y que tenga como principal cometido liderar esa estrategia de talento digital de España en un marco normativo que aúne medidas, tanto para atraer a los mejores profesionales del sector TIC, como para facilitarles su estancia, desarrollo profesional y laboral en nuestro país.
Solo así podremos acelerar el desarrollo tecnológico nacional en los próximos 20 o 30 años y conseguir liderar una batalla en la que España se juega mucho: convertirse en el hub del talento digital de Europa.
Francisco Javier Latasa es presidente del grupo Vass