_
_
_
_
_

Madeira, la isla donde todos los días son verdes

Un jardín flotante para los amantes de la naturaleza y el mar Descubra por qué es el mejor destino insular del mundo

Punta de San Lorenzo, en la costa este.
Punta de San Lorenzo, en la costa este.Getty Images

Desiertas, salvajes, puertos santos o de madera, todo este tipo de islas encontrará en el archipiélago de Madeira, uno de los territorios de ultramar de Portugal. Un edén mimado por la naturaleza y cuya belleza le conmoverá.

En medio del Atlántico, a 500 km de la costa africana y al doble de distancia del litoral europeo más cercano, el piélago de Madeira en realidad apenas son cuatro: las islas Desertas y las islas Salvajes, deshabitadas y convertidas en reservas naturales; el diminuto y encantador islote de Porto Santo, y Madeira, la mayor y más rica en dones, y las dos únicas habitadas.

Su lejanía de cualquier punto poblado ha salvaguardado durante siglos el hábitat de esta reguero de islotes volcánicos en mitad del Atlántico y, aunque ya los romanos habían dado noticias de ellas, no sería hasta 1418 cuando los avispados navegantes portugueses las conquistaron para la casa del infante Don Henrique.

Desde la cabina del avión de TAP Air Portugal, con el que probablemente aterrice en el aeropuerto internacional de Funchal procedente de Lisboa (163 euros, no hay vuelo directo desde España), podrá hacerse idea de por qué Madeira es considerado el mejor destino insular del mundo, por cuarto año consecutivo en los premios World Travel Awards y también de lo que le espera en tierra.

Una tupida manta verde de caprichosa orografía y hermosos paisajes, salpicados de exóticos frutales, flores insólitas de todos los colores, tipos, tamaños y fragancias; paredes de vértigo que se precipitan hasta el mar y cincelan la costa –sus maravillosos acantilados– y algún pico que otro asomándose por encima de los bosques, los más altos, el Ruivo, a 1.862 m de altitud, y el Arieiro, a 1.810.

Divisará las casas de colores mágicamente colgadas de las laderas de las montañas y se preguntará dónde están las playas de la isla, desde el aire le costará ver alguna y en tierra también.

Casa tradicional de Madeira en la localidad de Santana, con el típico tejado de paja.
Casa tradicional de Madeira en la localidad de Santana, con el típico tejado de paja.Inma Moscardó (Cinco Días)

Se le encogerá el estómago al descubrir la bahía de la capital de Madeira y no tanto por su hermosura, sino al intuir la difícil maniobra de aterrizaje. No tema: la ingeniería y la pericia de los pilotos echan el resto. Bienvenidos a Madeira, el jardín flotante.

La isla apenas tiene una superficie de 741 km2, con una longitud de 57 km y un ancho máximo de 22 km que dan mucho de sí.

Es hora de ponerse las botas de trekking y dejarse seducir por la naturaleza en estado puro, descubrir los senderos del Parque Natural de Madeira o el Bosque de Laurisilva, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y que engañen sus sentidos los sonidos de la fauna y los paisajes fantásticos que dibujan las florestas; asómese sin miedo a espectaculares miradores como el de San Roque de Faial, con montañas y valles rodeándolo todo; Cabo Girão, uno de los más altos del mundo, desde donde contemplará una bonita vista de Funchal; la panorámica desde Faja dos Padres pondrá al arrebatado Atlántico bajo sus pies y, ¡por fin!, una pequeña cala de piedras, donde podrá darse un baño o comer rico en el restaurante, estratégicamente situado.

Un ascensor le llevará montaña abajo hasta casi la misma orilla del mar; tendrá que atravesar el huerto del establecimiento antes de llegar a las mesas a pie de playa.

Sendero cerca del Pico do Arieiro, de 1.810 m de altitud.
Sendero cerca del Pico do Arieiro, de 1.810 m de altitud.Inma Moscardó (Cinco Días)

Si es de los que no puede pasar de playa tampoco se desilusione, la isla cuenta con cuatro arenales, dos al norte y dos al sur, dos de ellos naturales de arena negra volcánica y las otros dos artificiales rellenados con arena traída de Marruecos y Canarias, ubicados en Machico y Calheta.

En cualquier caso, también podrá tumbarse al sol en las piscinas naturales de agua salada de Porto Moniz y Seixal, en el norte de la isla, formadas por lava volcánica y donde entra y sale el agua de un increíble color azul. Disfrute la aventura.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Más información

Archivado En

_
_