Capacidades directivas y entorno estratégico
La función directiva necesita reorientar sus capacidades para un entorno dinámico
En las escuelas de negocios, por su dinamismo y estructura, existe un debate permanente sobre cuáles deben ser los ejes de formación directiva. De forma recurrente, se plantean cuáles son los retos, cuáles son los fundamentos que deben permanecer y cuáles son los nuevos tipos de electivos que deben aparecer en la oferta educativa. No es fácil acertar en la planificación porque existen numerosos condicionantes que demandan una cierta velocidad de cambio. En otras palabras, no podemos esperar a saber qué sucederá con la inteligencia artificial o los big data sin tener directivos preparados para asumir tareas de responsabilidad en esas áreas. Por este motivo, una propuesta de educación es ejecutiva es la identificación de los retos de la globalización - la Agenda 2030 es un buena guía- y una propuesta de adopción de capacidades dinámicas. Pueden encontrarse tres áreas para el desarrollo de capacidades. No son compartimentos cerrados, sino espacios para ordenar el flujo de conocimiento, habilidades y disciplinas.
Las capacidades de gestión. Son aquellas que emanan de la comprensión del nuevo entorno. El directivo necesita conocer el territorio, pero no dispone de un mapa cartográfico que le permita moverse con soltura en la incertidumbre. No me convence plenamente el modelo interpretativo del World Economic Forum, pero me llama la atención que alinee los riesgos con la incertidumbre antes que con amenazas concretas. Ése es el escenario.
Por tanto, el directivo habrá de ser saber conjugar la estrategia con la identidad y los valores de un mundo cada vez más polarizado, diverso y desbocado. Quizás sea el momento para actualizar la idea de misión y propuesta de valor, esta suerte de por qué se crea una compañía. Si se carece de un mapa completo, convendrá contar con habilidades propias de la resolución de conflictos, que aminoren el impacto negativo de la incertidumbre en la cuenta de resultados. En el plano práctico, estas habilidades tendrían que identificarse en la capacidad de encontrar el sentido y el impacto social de la empresa, la responsabilidad política del primer directivo o el posicionamiento político de la compañía.
Las capacidades de gestión tienen un fuerte componente tecnológico, que es transversal. No se trata de gestionar una cuenta en redes sociales, sino de comprender el impacto en el modelo de administración y negocio que tendrán las nuevas fuerzas, sean la inteligencia artificial, la gestión de datos o la robotización. Sin una comprensión global de la I+D, la dirección de la empresa andará pronto tras los creadores de patentes, innovaciones y soluciones de base tecnológica.
En un segundo orden, encuentro las capacidades de organización. Son aquellas que permiten entender, comprender y resolver los problemas de las organizaciones mediante la incorporación de competencias y habilidades para la dirección de las organizaciones. La inteligencia directiva es la capacidad de conceptualizar el negocio de acuerdo con el entorno operativo real, no el deseado. Con esta finalidad, se necesitan apoyos concretos en el entorno, no campañas de ventas. Me refiero a la apuesta por la credibilidad, la reputación y la confianza con instrumentos concretos: alianzas, culturas abiertas al cambio, formación en comunicación intercultural, búsqueda de negocios compartidos, entre otros. Es el camino de la profesionalización de los asuntos públicos como creadores de ventajas competitivas.
Por último, identifico las capacidades individuales, aquellos que no son transferibles y que pertenecen al espacio más personal del directivo. Para mí, se dividen en la apuesta por la formación continuada, la ejemplaridad y la ética pública y la visión de negocio. En el primer caso, porque en tiempos de incertidumbre, solo la formación contribuye a la gestación de un criterio propio y definido. En cuanto a la ejemplaridad, considero que vivimos una transformación social que reclama nuevos liderazgos. El tiempo del “Imperial CEO” toca a su fin, aunque su caída esté llevando más tiempo del previsto. Por último, entiendo la visión como la creación de nuevas ideas y la eliminación de viejas creencias para crear valor social y económico.
Con estos tres ejes, podemos contribuir a diseñar una carrera directiva adaptada a los grandes cambios. Adivino tiempos de cambio y serán para mejor.