Los ministros de Finanzas esbozan un acuerdo de mínimos para la zona euro
Los Diecinueve ultiman un plan para blindar la moneda ante futuras crisis El consenso aún no es suficiente para un presupuesto de emergencia común
Tras meses de trabajo, los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro, conocido como el Eurogrupo, ultimaban ayer al cierre de esta edición un paquete de medidas para reformar la zona euro de cara a la próxima crisis. Lo que en un principio se dibujó como un ambicioso plan para reforzar los cimientos de la moneda única, entre los que se incluía crear un Ministro de Economía del euro, parece que acabará siendo un conjunto de medidas de alcance más limitado. Entre ellas, dotar de mayores competencias tanto de supervisión como de gestión al Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate de la eurozona, y reforzar el mecanismo de seguridad de la Unión Bancaria, un “cortafuego” de último recurso en caso de quiebra bancaria.
El impulso abanderado hace un año por Emmanuel Macron se ha topado con las dudas de Alemania y el escepticismo de los países del norte, liderados por Holanda, que han optado por reducir riesgos más que por compartirlos. Máxime cuando Italia desafía a Bruselas sobre el cumplimiento de la disciplina fiscal en sus presupuestos.
Esas reticencias han impedido, al menos de momento, que los Diecinueve llegasen ayer en Bruselas a un acuerdo sobre los otros dos pilares que estaban encima de la mesa de negociación: el establecimiento de un presupuesto anticrisis específico para la zona euro, y un fondo de garantía de depósitos, que asegurase que los depositantes pudieran recuperar los primeros 100.000 euros en caso de que su entidad bancaria quebrase.
En una reunión que se alargaba entrada la noche, y de la que el presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, ya adelantó que sería “larga e intensa”, los ministros de Economía se preparaban para recoger finalmente el guante del vicepresidente de la Comisión Europea para el Euro, Valdis Dombrovskis. El letón les había instado a pasar “de las discusiones a las decisiones” y sellar el paquete de reforma de la zona euro. Dicha hoja de ruta tendrá que ser respaldada la próxima semana por los jefes de Estado y de Gobierno en la cumbre del 13 y 14 de diciembre.
La puesta en marcha del sistema de cortafuegos supone que podrán utilizarse los fondos del MEDE –un colchón de 60.000 millones de euros– en casos de quiebra bancaria y como última opción, es decir, cuando se hayan agotado los recursos del Fondo Único de Resolución.
Por otra lado, respecto al refuerzo de las competencias del MEDE, los Dienueve abordaron una serie de directrices de actuación para dotarle de mayor poder de supervisión y gestión de rescates en los casos en los que un país se enfrente a una situación en la que su deuda pública ya no es sostenible.
El consenso no pareció suficiente para dar luz verde a la propuesta del eje franco-alemán de establecer un presupuesto que sirva de estabilizador económico cuando un país de la zona euro atraviese dificultades, aunque, según varias fuentes europeas, las negociaciones sobre este punto continuarán durante el año que viene.
El ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, insistió en que “no habrá una eurozona fuerte sin un presupuesto” para el euro, y reiteró que la medida cuenta con un “consenso creciente” entre sus socios comunitarios. Le Maire tuvo que abandonar la reunión del Eurogrupo antes de que finalizara y volver de urgencia a París, por la crisis de los “chalecos amarillos”, a la que se enfrenta su Gobierno, por el rechazo a la subida del precio de los carburantes.
Mayores diferencias perduran todavía sobre el otro pilar de la Unión Bancaria: el fondo de garantía de depósitos común, que sigue estancando por las resistencias de Alemania, Holanda y los nórdicos de compartir riesgos y por su exigencia de primero se reduzcan los préstamos dudosos de las entidades financieras, una cuestión que afecta especialmente a Italia.
Las cuentas italianas
Durante la reunión también estaba previsto que los ministros de Finanzas de la zona euro abordasen el presupuesto de Italia. La semana pasada, los socios comunitarios apoyaron el informe de la Comisión Europea que pedía iniciar un procedimiento que podía acabar en sanciones a Roma si no corregía el rumbo. Según medios italianos, el Gobierno del país se habría mostrado abierto a negociar una reducción del déficit del 2,4% al 2,2%, siempre y cuando ello no afecte a las medidas estrella, que incluyen establecer una renta universal y una reforma del sistema de pensiones.