General Motors no podrá ganar fácilmente su pelea contra Trump
Aunque los subsidios federales son irrelevantes, la ira del presidente puede provocar más ira contra la empresa y afectar a las ventas
La jefa de General Motors, Mary Barra, solo tiene una pierna en la que apoyarse. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó el martes con retirar todos los subsidios federales –a nivel de todo el Estado a la empresa automotriz de 51.000 millones de dólares (45.000 millones de euros) como venganza por la reducción de personal (8.000 despidos) y el parón en cuatro plantas estadounidenses. Eso sería injusto... si siquiera es posible. El problema es que General Motors sigue siendo un ejemplo modélico de los rescates del Gobierno –una herida que Trump no tardó en abrir. Es una pelea que el jefe del fabricante de Motown no podrá ganar fácilmente.
En parte, Barra debería poder reírse de la última diatriba presidencial contra un fabricante de automóviles. El mayor beneficio federal del que parece beneficiarse General Motors es un crédito fiscal de hasta 7.500 dólares para sus vehículos eléctricos. Pero eso se paga a los compradores, no a las empresas, y existe gracias a una ley del Congreso. Así que la capacidad de intervención de la Casa Blanca podrá ser limitada, si no inexistente.
Es más, los compradores de coches de General Motors no podrán aprovechar ese subsidio durante mucho más tiempo en cualquier caso: conforme a las reglas actuales, el crédito va desapareciendo gradualmente en el transcurso de un año una vez las ventas totales de vehículos incluidos en la ayuda de un fabricante de automóviles llegan a 200.000. Hace unas semanas, General Motors estaba a solo 3.000 unidades de alcanzar ese listón. Según las ventas de vehículos eléctricos en lo que va de año, unos 120 millones de dólares (106 millones de euros) en créditos fiscales estarían teóricamente en riesgo. Eso es solo una gota en el depósito para una compañía que pretende recortar 6.000 millones de dólares (5.300 millones de euros) en costes –aunque aumentaría si el Congreso vota para extender el programa.
Sin embargo, las consecuencias de ser el blanco de un presidente iracundo, a la ofensiva después de los malos resultados de las elecciones legislativas de mitad de mandato de hace unas semanas, no se pueden reducir a un cálculo tan simple. La reputación de General Motors sigue siendo frágil después de haber recibido 50.000 millones de dólares (44.300 millones de euros) en el rescate de los contribuyentes allá por 2009, y una crisis por arranques defectuosos hace cinco años que provocó más de 100 muertes. Puede que no valga la pena el esfuerzo, dado el riesgo de que las diatribas de Trump despierten más ira y puedan afectar a otras ventas de automóviles.
General Motors ya está diciendo que “muchos” de los trabajadores afectados por el parón de cuatro plantas en EE UU pueden encontrar trabajo en otras partes de la empresa. Si eso no saca a Barra de la lista negra de Trump, puede que acabe manteniendo abiertas las plantas, después de todo.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías