Christian Verschueren: “La directiva de la cadena alimentaria es una caza de brujas contra el ‘retail”
La Unión Europea ultima la aprobación de la norma que regulará las prácticas desleales en alimentación y distribución La patronal de las empresas del ‘retail’ en Europa cree que solo favorecerá a grandes fabricantes como Nestlé o Unilever
Europa apura los últimos pasos para la aprobación de la directiva comunitaria contra las prácticas desleales en la cadena alimentaria. Un marco normativo inspirado en la Ley de la Cadena Alimentaria aprobada en España en 2013, y que quiso dotar de mayor seguridad jurídica las relaciones entre productores y distribuidores, por ejemplo, obligando a la formalización de todos los contratos.
Después de años de debate, la norma europea llega a su último paso. El Parlamento Europeo daba hace escasos días luz verde a la negociación final del proyecto con la Comisión Europea y el Consejo de Europa, cuya presidencia ostenta hoy Austria, y lo hacía con 428 votos a favor y 170 en contra. Entre las medidas consideradas desleales incluyen los pagos hechos a los fabricantes por encima de 30 días para productos perecederos y sobre 60 días para no perecederos desde su entrega; la cancelación de un pedido de alimentos perecederos con menos de 60 días de plazo, o que un comprador no firme un contrato ya escrito con un productor, entre otras, aunque sí contempla la venta a pérdidas pactada.
El texto cuenta con la oposición frontal del sector de la distribución, al considerar que otorga toda la fuerza en la negociación a los grandes fabricantes, que en un principio no estaban incluidos en los objetivos de la directiva. Christian Verschueren, director general de la patronal de la distribución Eurocommerce, cree que solo empresas como Nestlé, Coca-Cola o Unilever se beneficiarán de la norma.
- R. ¿Por qué se oponen de manera tan frontal al proyecto de directiva?
- R. Porque el enfoque que ha tomado después de su paso por el Parlamento está centrado contra los distribuidores. Inicialmente estaba dirigida a proteger a las pequeñas y medianas empresas productoras, y luego, después de todas las enmiendas, se ha extendido a las grandes multinacionales, con una extensa lista de prácticas que serán prohibidas. Se ha convertido en una directiva contra el sector del retail. Entre otras cosas, se incluye que si el vendedor de un producto se queja del comprador, del distribuidor, este debe demostrar que no ha hecho nada malo. Es una caza de brujas, como cuando en la Edad Media las mujeres tenían que demostrar que no eran brujas. Está condenando al retail como lo conocemos hoy.
- R. ¿Quién se beneficia entonces con esta norma?
- R. La intención inicial era prohibir una serie de prácticas cuando los distribuidores o las grandes multinacionales negocian con los pequeños y medianos productores. Sobre todo a las multinacionales, porque los retailers solo realizan el 5% de las compras de forma directa a los productores. Pero las enmiendas han incorporado a todos los productores, incluidos Nestlé, Unilever, Coca-Cola… Ha sido el desarrollo en el Parlamento Europeo lo que ha alarmado al sector. Hay 22 consejeros delegados que le han dicho al presidente austriaco que pare esto, porque si se adopta será el fin del retail tal y como lo conocemos ahora. El poder irá a la parte alta de la cadena y no a los consumidores. La Organización Europea de Consumidores ha escrito una carta al Parlamento mostrando también su preocupación.
- R. La ley española fue puesta como ejemplo del futuro marco europeo. ¿En qué se diferencia el proyecto de directiva?
- R. Al principio, la directiva propuesta por la Comisión Europea era bastante compatible con la española. Proporcionaba unos estándares mínimos para toda Europa y la ley española estaba en línea o quizá algo más allá en algunas cuestiones. Pero después de su paso por el Parlamento, la directiva va a obligar a revisar las normas en países como España y Francia, cuyas legislaciones ya son fuertes. Por ejemplo, en el tema de la dependencia económica. Si tienes un proveedor que hace muy buen producto y te asocias a él para que haga crecer su negocio, ese proveedor se convierte en preferente y dependiente de un gran cliente. Por ejemplo, lo que sucede con algunos interproveedores de Mercadona, o de Lidl. Eso ahora la directiva lo ve como algo negativo, ya que dice que solo puedes tener una dependencia máxima del 30% con un cliente. ¿A quién beneficia eso? A Nestlé, a Unilever… La mayor cadena de supermercados de Alemania solo tiene un 1% de los ingresos de Nestlé, así que Nestlé no tiene ningún problema de dependencia económica. Es algo que ataca a las pymes que permiten una diferenciación, disponer de un producto local, y va a hacer mucho más difícil trabajar con los retailers, porque estos correrán el riesgo de caer en prácticas prohibidas. España tiene un sistema que es un buen ejemplo de cómo trabajar con empresas locales. Esa es la cuestión, trabajar con proveedores pequeños y medianos o con Coca-Cola, Kraft o Nestlé.
- R. El sector al que representa mueve al año 3 billones de euros en Europa, también tiene poder. ¿No es un sector lo suficientemente grande como para resistir esta directiva?
- R. Es una cuestión que va a impactar en los consumidores, y eso se ignora. Para algunos, el precio sigue siendo importante. Si un gran fabricante sube un 10% los precios y no hay espacio para la negociación, eso se traducirá en una subida para los clientes. Ademas, hay que tener en cuenta los márgenes del sector, que han caído entre un 5% y un 6%. Empresas como Carrefour o Alcampo han tenido grandes reorganizaciones, hay una gran competencia, Amazon está poniendo mucha presión... Hay muchas cosas que están cambiando. Hay grandes ingresos, pero también mucho empleo. Por supuesto, demos a los pequeños productores lo que merecen, pero nosotros también soportamos una gran cantidad de empleos, y si el sector no está sano, pueden desaparecer. Si no tenemos políticos que defiendan al retail en Europa, acabará siendo comprado por fondos de inversión, compañías chinas, americanas… Eso es algo sobre lo que los políticos tendrían que reflexionar más a menudo.
Nuestro sector genera muchos ingresos pero también muchos empleos. Y si no está sano, pueden desaparecer
- R. Habla de márgenes bajos, pero el sector mantiene una guerra de precios incluso pasada ya la crisis económica...
- R. Las batallas de precios son parte del ADN de la distribución, y eso ha permitido controlar la inflación, que la gente pueda seguir accediendo a productos esenciales a un precio asumible. Como resultado, los márgenes han sido muy bajos, pero tampoco pueden ser menores a cero. Además, esto ha ido acompañado de una contención del gasto y mejoras en la eficiencia, en la logística, en relaciones con proveedores...
- R. ¿Es un problema de quién ha tenido más poder en el transcurso de la negociación de la directiva?
- R. En parte es una lucha de poder. Los fabricantes creen que el retail tiene mucho, pero el Mercadona de Alemania solo ingresa el 1% de Nestlé. Además, estas empresas son dominantes en algunos productos que no tienen mucha producción local, como el café o el chocolate. Entre los diez mayores fabricantes aglutinan las grandes marcas del mundo. Si miras a España, el líder del mercado de refrescos tiene una cuota del 85%. El de patatas fritas, un 89%. Cuando se habla de poder hay que tener todo en cuenta. Si uno de ellos te dice que te sube el contrato un 10% en un producto, y que o lo coges o lo dejas, tienes que cogerlo. Si les preguntas por qué lo suben te dirán que tienen que mejorar los márgenes, que los accionistas quieren más retorno... El margen de Nestlé o Unilever está entre el 15% y el 30%, el del retailer, entre un 1% y un 3%. ¿Eso beneficia en algo al pequeño productor? No lo creo.