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Luis Conde: “En el mar hay menos ricos de lo que parece”

Desde hace 10 años preside el Salón Náutico de Barcelona. Quiere acabar con la imagen elitista de la navegación de recreo

Pablo Sempere

Como fundador de la firma de headhunting Seeliger y Conde, a Luis Conde (Barcelona, 1950) le gusta echar el ojo a los buenos directivos. Desde hace 10 años, sin embargo, y fruto de su “pasión por la náutica”, también se fija en los buenos barcos. Lleva una década al frente del Salón Náutico de Barcelona, feria organizada por Fira Barcelona que este año cumple su 57º edición, y que se ha celebrado durante jueves, viernes y fin de semana en las inmediaciones del puerto de la Ciudad Condal, atrayendo a cerca de 55.000 personas.

R. En lo que llevamos de 2018, el sector de la náutica ha crecido algo más de un 4% respecto a 2017.¿Se notan estas cifras en el salón?
R. Sí. De hecho, el salón está lleno, y esa es la principal novedad respecto a otras ediciones. La industria ha crecido este año un 4,5% y la feria un 8%. Hay mucha más asistencia y expectativas de venta. Por poner una cifra, este año contamos con un total de 700 embarcaciones, tanto en tierra como en agua, y de todos los tamaños.
R. ¿Qué significan estos números si los trasladamos a euros?
R. No está cuantificado, porque las empresas que vienen al salón a vender no hacen públicas las cifras. Esta es la feria náutica más importante de España y la cuarta de Europa. Mucha gente viene aquí porque acuerda un encuentro con las marcas que le interesan para ver una, dos o tres embarcaciones concretas. Si no, tendría que viajar a Alemania, Holanda o Italia para ello. Una vez que habla con las firmas y acuerda la venta, esta puede formalizarse en otro lugar, o incluso en otro país. Por eso no sabemos cuánto dinero se mueve aquí. Lo que sí sabemos es que el 50% del total de ventas que se hacen en España nacen del salón. Si una marca vendedora no viene, pierde la mitad de las oportunidades.
R. ¿Cuál es el perfil medio de visitante?
R. El mismo que el de la gente de la costa. Suelen ser familias aficionadas al mar y de un perfil adquisitivo medio y alto a las que les gusta navegar y que buscan una embarcación que se ajuste a sus necesidades. Y no tienen por qué ser barcos grandes. De los 700 modelos que tenemos este año, la menor parte tiene más de ocho metros de eslora. En España hay 200.000 embarcaciones, y más del 90% tienen menos de ocho metros. El salón es un reflejo de la realidad.

Usted es muy crítico con la carga fiscal que tienen las embarcaciones que superan los ocho metros.

Es un impuesto que nace de la falta de cultura náutica y que no es propio de un país europeo. Somos la región del entorno con un mayor gravamen a partir de los ocho metros de eslora. Comprar una embarcación de estas dimensiones supone pagar un 12% más, que sumado al IVA asciende al 33%. Perdemos una oportunidad de oro, porque si tienes que comprar un barco de 200.000 euros, a lo mejor la carga fiscal te da igual. Pero si tienes que comprar uno de tres millones, quizá te lo piensas y te vas a otro país. Además, que esta industria se entienda como algo residual también afecta a los puestos de trabajo y a la riqueza que genera. Y esto ningún gobierno lo toca, porque todo el mundo cree que este mundillo es cosa de millonarios.

R. ¿No es así?
R. En el mar hay menos ricos de lo que parece. Cuando hay que ilustrar algo de náutica siempre sale el yate de lujo de 30 metros, y eso es lo que ha hecho que esto parezca una industria de millonarios, pero la realidad es que la mayor parte de las embarcaciones que hay en España son pequeñas. El barco más caro de esta edición tiene 25 metros de eslora y saldrá por algo menos de cuatro millones de euros. Otros, la mayoría, pueden costar 20.000 euros, como un Seat Ibiza. Eso no es lujo.
R. ¿Por qué se ha concebido entonces la náutica como algo elitista?
R. Por el abuso de la imagen del yate y por la falta de cultura. El tenis, el golf o la hípica también eran deportes que se entendían como algo de ricos, y poco a poco consiguieron popularizarse y cambiar la imagen. Con la náutica tenemos que conseguir algo parecido y salir de la concepción del lujo. Tenemos que lograr imitar al sector automovilístico, donde hay Lamborghinis, pero también Renaults.
R. Volviendo al Seat Ibiza. Un amarre cuesta mucho más que un parking.
R. Por eso tienen que surgir iniciativas como las marinas secas, que son garajes en los que la embarcación se guarda en seco, evitando además el deterioro que supone estar en el mar. También hay que impulsar que sigan creciendo las empresas de chárter y las plataformas de economía colaborativa para que los particulares puedan alquilar barcos que no son suyos. El dueño de una embarcación la usa, de media, solo ocho días al año. Estas tendencias dicen mucho de cómo está el sector y hacia dónde hay que ir.

Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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