Rodas, mitología y placeres mediterráneos
Es la mayor de las islas del archipiélago del Dodecaneso Famosa por el Coloso, una de las maravillas de la antigüedad
Su historia está ligada a la de una de las siete maravillas de la antigüedad, quizá una de las más mitológicas y espectaculares, el Coloso, una impresionante escultura de bronce de 31 metros de altura, dedicada al dios griego Helios.
Tan célebre como efímera, fue construida en el 292 a. C. y destruida por un terremoto en el 226 a. C., sirvió de faro y guía a los navegantes de la época. Nada queda de ella, pero su fama se extendió desde la antigüedad hasta nuestros días y su sombra enigmática sigue atrayendo visitantes a la mayor de las islas del Dodecaneso, un archipiélago que se extiende, a través del Egeo, entre las Cícladas y la costa turca.
Y es que Rodas alberga muchos puntos de interés: la ciudad vieja de la capital; la población de Lindos y la magia latente de su acrópolis, donde descansan las ruinas de la ciudad-estado de los dorios; un extenso litoral de magníficas playas en la parte norte; grandes zonas de acantilados; un legado de mitos y leyendas que perdura en cualquier rincón de la isla… Es un lugar que también atrapa por su imponente legado medieval y sus rutas de montaña.
Desde la civilización micénica a los mercaderes genoveses, distintos pueblos y culturas han ido dejando su impronta. Entre los siglos XIV y XVI, la capital vivió un periodo de gran esplendor que correspondió con los más de 200 años, a partir de 1309, que los Caballeros de San Juan gobernaron Rodas, tras su expulsión de Tierra Santa.
De esta época es la ciudad antigua con uno de los cascos amurallados mejor conservados del Mediterráneo y uno de los mayores barrios medievales habitados de Europa. Hay que pasearlo, mejor a primera hora de la mañana o al atardecer, y adentrarse, a través de las siete puertas de su muralla, en este impresionante conjunto histórico, Patrimonio de la Humanidad.
El periplo por la isla nos lleva a Lindos, a unos 50 kilómetros de la capital, en la costa oriental. Es una bella postal griega, con casas blancas que se precipitan hasta el borde del mar. Un laberinto de callejuelas aparece de inmediato, pero no hay pérdida, todas desembocan en el mismo punto: la ciudadela fortificada sucesivamente por griegos, romanos, bizantinos, Caballeros de San Juan y, por último, por los otomanos.
Sobre estos acantilados se encuentra también la acrópolis de Atenea Lindia (siglo IV a. C.), las ruinas de lo que fue uno de los templos más importantes de la Grecia clásica. Algunos documentos y escritos históricos sitúan aquí, en distintas épocas, a personajes como Hércules, Alejandro Magno o Helena de Troya; naves de guerra partieron de esta ciudad al asedio de Troya. Hoy, aquí, además de recrearnos con la historia, podemos contemplar un espectacular paisaje, con las playas de Lindos a nuestros pies.
Una de las visitas obligadas en la costa noroccidental, especialmente interesante para los amantes del arte y la arqueología, es Cámiros, la antigua ciudad helenística fundada por los dorios y una de las tres ciudades rodias nombradas por Homero. Fue una de las principales urbes de la isla, pero sufrió un irreversible proceso de deterioro cuando sus habitantes la abandonaron para trasladarse a la ciudad de Rodas en el 408 a. C.
La isla del Coloso es también ideal para caminar. En la costa este, una excursión recomendable es subir la colina que lleva al monasterio de Tsambika, desde donde se aprecian unas vistas impresionantes de la costa del mar Egeo. Un auténtico lujo para la vista.