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Juncker y Trump pactan un desarme arancelario que evita el castigo contra la industria automovilística europea

La UE se compromete a aumentar las importaciones agrícolas y energéticas de EE UU Washington acepta congelar la introducción de nuevos aranceles mientras dure el acuerdo

Donald Trump, Jean-Claude Juncker
Evan Vucci (AP)

El presidente de EE UU, Donald Trump, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, han logrado este miércoles un acuerdo en Washington para "avanzar hacia la eliminación total de aranceles en bienes industriales". El dirigente europeo también ha ofrecido a Trump la posibilidad de aumentar las exportaciones a Europa del sector agrícola (soja) y energético (gas licuado). 

La oferta europea ha satisfecho al presidente de EE UU que ha aceptado "congelar" la introducción de los aranceles que amenazaban a la industria automovilística europea y empezar a negociar la retirada de los aranceles que castigan a las exportaciones europeas de acero y aluminio.

"Hoy es un gran día para el comercio libre y justo", ha proclamado Trump tras concluir la reunión. "Empieza una nueva era en las relaciones entre EE UU y la UE", ha asegurado el magnate. "Cuando me invitaron a venir a la Casa Blanca, me marqué el objetivo de alcanzar un acuerdo. Y hemos logrado un acuerdo", se felicitó también el presidente de la CE.

Juncker ha llegado a Washington este miércoles en un último y desesperado intento por evitar una dramática escalada en la guerra comercial iniciada por Trump contra la Unión Europea.

Juncker ha ofrecido al presidente de EE UU un desarme arancelario para evitar el temido castigo a la industria automovilística europea. Pero momentos antes de la reunión, en una comparecencia conjunta, Trump insistía en que, a su juicio, "EE UU lleva años perdiendo cientos de miles de millones de dólares frente a la UE", en referencia a la balanza comercial favorable al bloque europeo. Y el magnate exige un acuerdo para garantizar "una competencia en igualdad de condiciones" que reduzca el déficit comercial de EE UU con la UE, que supera los 119.000 millones de euros en 2017.

La visita de Juncker, calificado este jueves por Trump como "un tipo listo y duro", llega tras los sucesivos encontronazos del presidente de EE UU con otros líderes europeos, en particular, con la canciller alemana, Angela Merkel. Ninguno de ellos, ni siquiera el presidente francés, Emmanuel Macron, que parece despertar cierta simpatía en el inquilino de la Casa Blanca, ha logrado convencer a Trump de que la UE no es un competidor desleal de EE UU.

"Somo estrechos socios y aliados, no enemigos", ha asegurado Juncker nada más llegar a la Casa Blanca. "Debemos concentrarnos en rebajar los aranceles, no en subirlos", ha añadido el luxemburgués. El margen de negociación de Juncker, sin embargo, es relativo, porque la media de los aranceles entre la UE y EE UU es solo del 3%, según la CE.  Aun así, Juncker parece haber evitado que Trump redoble el castigo a las exportaciones europeas, una amenaza que puede dañar gravemente a la economía y el empleo del Viejo Continente.

Tras el castigo arancelario al acero y al aluminio, el presidente de EE UU ha amenazado con multiplicar por ocho los aranceles a las importaciones de automóviles (del 2,5% al 20%), lo que supondría un golpe tremendo a la UE, que lidera el mercado de importación estadounidense.

Las exportaciones a EE UU de la industria automovilística europea alcanzaron en 2017 los 40.000 millones de euros (sin contar la parte de los componentes), la mitad procedente de Alemania, seguida muy de lejos por Reino Unido, Italia, Suecia y Eslovaquia.

La comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, que acompaña a Juncker en la visita a Washington, ha advertido este mismo miércoles que está lista para adoptar represalias comerciales de manera inmediata por un valor equivalente a 17.000 millones de euro. Pero Bruselas teme que los golpes de Trump y los contragolpes de la UE, dañen de manera irreparable la relación comercial con EE UU.

"La economía transatlántica es el sostén de 15 milones de puestos de trabajo", advertía la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, días antes de su visita a Washington. "15 millones de persona que van cada día a trabajar, y que pueden mantenerse a sí mismas y a sus familias gracias al comercio transatlántico".

Pero el Departamento de Comercio de EE UU, a instancias de Trump, ha abierto una investigación sobre el mercado del automóvil que apunta a un nuevo castigo arancelario. La administración Trump asegura disponer de "pruebas" que demuestran que "durante décadas, las importaciones han erosionado la industria automovilística de EE UU".

El Departamento cita, en concreto, el aumento de la cuota de mercado de los coches importados que ha pasado del 32% al 48% en dos décadas. Y añade que el empleo en el sector ha caído un 22% entre 1990 y 2017 a pesar de que las ventas de automóviles en EE UU aumentaban a un gran ritmo durante ese período.

La Comisión Europea, en las alegaciones presentadas a la investigación del Departamento de Comercio, admite que las ventas europeas han crecido ligeramente en los últimos años, pero solo en línea con el crecimiento del PIB estadounidense. Y recuerda que las empresas europeas del sector fabrican en EE UU casi tres millones de coches al año, el 26% de la producción total del país. Y generan 120.000 empleos directos y 420.000 indirectos en suelo estadounidense.

Trump ya ha mostrado en anteriores ocasiones que los argumentos y las cifras no suelen disuadirle de sus objetivos políticos, sea el abandono del Protocolo contra el cambio climático, la denuncia del acuerdo de desnuclearización con Irán o el inicio de una guerra arancelaria en el sector siderúrgico. El equipo de Juncker tampoco se atreve esta vez a apostar por una solución a la temida guerra del automóvil.

"El objetivo es reducir la tensión", señalan fuentes comunitarias. "Pero siempre es un reto predecir cómo va a resultar un encuentro con el actual presidente de EE UU".

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