El gran valor que guardan los pequeños valores
Invertir en estas sociedades tiene más riesgo y es pertinente echar mano del asesoramiento profesional
Los ajustes que se han producido en la renta variable en los meses de febrero y marzo, tras un enero exuberante, han castigado especialmente a las grandes empresas cotizadas, con más o menos intensidad en función de sus fundamentales. Pero han infligido un castigo menor a las empresas de pequeño y medio tamaño, precisamente aquellas que ya en los meses de 2017 habían experimentado mayores subidas de sus precios. Varios factores fundamentan esta diferenciación en el trato dado por los inversores. Pero el principal es que este tipo de empresas, en mercados más locales, aprovechan mejor el vigor del ciclo alcista de la actividad, tanto en España como en Europa.
Generalmente se trata de empresas de crecimiento, que compensan la utilización intensiva de recursos ajenos para la financiación con la ganancia acelerada de cuotas de mercado, tanto en actividad con grandes jugadores como en las que los nuevos formatos de generación de bienes y servicios y de su distribución y consumo han creado.
Además, cuentan con el favor de los gestores de fondos que se concentran en empresas pequeñas por estar fuera del foco del mercado, que concentra sus esfuerzos con los formatos de gestión pasiva en los grandes índices y en las compañías de gran tamaño.
Ejemplos de inversión en esta franja de compañías cotizadas hay muchos (CAF, Fluidra, Bolsas y Mercados Españoles, Iberpapel, Logista o Solaria); pero al tratarse de sociedades que proporcionan menos información pública, su conocimiento solo está al alcance de los especialistas de las gestoras que las colocan en su radar. Por ello, en muchos casos la inversión de los particulares en tales empresas debe ir de la mano de los gestores de fondos, que han tenido un buen comportamiento en los ejercicios pasados. Otra alternativa para buscar la opción de sociedades pequeñas y de gran crecimiento es la adquisición de bonos en los mercados en los que capturan los recursos para su inversión. En el caso de España, en el MARF hay un puñado de buenos ejemplos de emisiones con elevadas rentabilidades, aunque hay que advertir de que siempre suponen un riesgo más elevado.