Las ‘fintech’ piden desregular negocios de hasta cinco millones durante tres años
Piden a Escolano un decreto de 'sandbox' que les exima de licencia durante un tiempo Las firmas podrían necesitar seguros para evitar riesgos a los consumidores
Si no queremos perder el tren de la transformación digital necesitamos tomar medidas urgentes”, advirtió ayer Rodrigo García de la Cruz, en su primer acto como nuevo presidente de la Asociación Española de Fintech e Insurtech (AEFI), que fue la presentación de una propuesta sectorial para que el Gobierno establezca un campo de pruebas desregulado para la innovación financiera.
La idea, basada en las experiencia del sandbox países anglosajones, es fomentar el emprendimiento de este ramo eximiendo temporalmente de ciertas leyes, o de la obtención de licencia, a firmas que presenten proyectos novedosos y sin desarrollar.
AEFI ha encargado la elaboración técnica de su propuesta a la consultora Hogan Lovells, que fue la encargada de desarrollar la implantación de un sandbox en Reino Unido, operativo desde comienzos de 2017. La idea es que el Ejecutivo impulse un marco desregulado, pero supervisado de cerca, que permita desarrollar nuevos modelos de negocio a los mejores proyectos que se presenten. En Reino Unido se han celebrado ya tres concursos de este tipo, a los que han optado unas 250 firmas de las que en las dos primeras tandas se seleccionaron a 42.
La implantación de este campo de pruebas en España fue una de las propuestas fundamentales del libro blanco de la regulación fintech que AEFI presentó hace un año. Dado que el Ministerio de Economía, a través del Tesoro, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y el Banco de España han aceptado regular una experiencia de este tipo, la asociación ha optado por detallar cómo creen que debería ser el modelo. Bajo su punto de vista sería necesario impulsar un modelo de sandbox dual, al estilo del británico, que de un lado permita una exención temporal de licencia para actividades ya reguladas y, de otra parte, no sujetar de momento una legislación concreta nuevos modelos de negocio.
Para cumplir este doble objetivo, explicó ayer Jaime Bofill, socio del área de Seguros y Reaseguros de Hogan Lovells, el Ejecutivo debería impulsar una ley, prefereiblemente por decreto para agilizar el trámite, pues solo una norma de este calibre permitirá dejar en suspenso las leyes que hoy rigen el mercado financiero. A partir de ahí, asumen, podrían desarrollarse reglamentos para permitir a los supervisores decidir en cada caso qué reglas se aplican a cada empresa.
AEFI, eso sí, admite que la experiencia debe contar con límites. Proponen acotar el periodo de pruebas a un plazo de 12 a 36 meses para negocios con consumidores, de 48 a 56 meses en actividades con clientes institucionales y poner límites al volumen de facturación.
Además, AEFI apuesta por limitar el riesgo máximo de los servicios ofrecidos a un monto de entre uno y cinco millones de euros. Con todo, la asociación admite que, como en Reino Unido, los supervisores podrían exigir a las empresas beneficiarias del sandbox la firma de un seguro de responsabilidad civil o un colchón de capital que cubra cualquier posible perjuicio a los consumidores.
Desde el sector urgieron al nuevo ministro de Economía, Román Escolano, a agilizar la tramitación de este campo de pruebas. Consideran que esta herramienta dotaría a España de una ventaja competitiva frente a otros países europeos a la hora de captar el talento que está saliendo de Reino Unido con motivo del brexit.
Las patronales bancarias apoyan la iniciativa
Un sector alineado. Representantes de las principales patronales bancarias, la AEB y la CECA, presentes en el acto de ayer de la asociación de fintech, apoyaron la creación de un marco desregulado para la innovación financiera. Asumen que las entidades tradicionales también podrán beneficiarse de una mayor libertad para innovar sin la enorme carga regulatoria que hoy soportan. A falta de ver qué regulación impulsa el Ejecutivo, el sandbox promete no ser en todo caso ni una barra libre que permita a las fintech hacer competencia desleal a la banca, ni tampoco una puerta trasera para que las entidades de crédito operen libres de toda regulación. Una garantía es que fintech y bancos, a menudo enfrentados, están alineados a favor del sandbox pero se vigilan unos a otros.