Felipe VI coloca a España a la vanguardia de la refundación de la UE
Avisa que el conflicto independentista de Cataluña es un aviso para todos los países democráticos Algunos de los grandes empresarios españoles arropan al monarca en su estreno en Davos
El rey Felipe VI se estrenó ayer en el Foro Económico Mundial de Davos con una apuesta clara por la refundación europea auspiciada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Y pocas horas después de la intervención del monarca, se sumaban a la misma estela la canciller en funciones de Alemania, Angela Merkel, y el primer ministro de Italia, Paolo Gentiloni.
Las cuatro principales economías de la zona euro se alineaban ante la comunidad internacional con una demostración de unidad y fuerza desconocida en las últimas ediciones del foro. La Europa orgullosa y con ansias de renovación quedó simbolizada con el estreno del Rey de España y la aparición estelar de Macron en una edición oro que este año cuenta con la presencia de más de 60 jefes de Estado.
El Rey y Macron aprovecharon para celebrar en Davos su primera cita bilateral, un encuentro que confirma la sintonía entre Madrid y París en buena parte de la agenda internacional y, muy en particular, sobre los capítulos europeos.
“Europa necesita reinventarse”, proclamó el monarca en su primer discurso ante el encuentro anual en los Alpes suizos. Y el monarca advirtió que Europa se encuentra en una encrucijada en la que “no avanzar supone retroceder”.
El monarca asistía por primera vez a una cita que, desde 1971, reúne a los principales líderes mundiales y a los directivos de las mayores empresas del planeta.
La delegación española también contaba con la presencia del ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, y del ministro de Economía, Luis de Guindos.
Felipe VI aprovechó su estancia en Davos para reunirse, entre otros, con empresarios de la talla de Jack Ma, fundador y presidente de la gigantesca empresa china Alibaba, y de representantes de grandes fondos soberanos como los de Canadá (CCPI) o Singapur (Temasek).
El rey también mantuvo un encuentro con los españoles allí presentes, como los máximos ejecutivos del BBVA, Francisco González; de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán; de Acciona, José Manuel Entrecanales; de Ferrovial, Rafael del Pino, o de El Corte Inglés, Dimas Gimeno.
Durante su discurso ante el plenario, en inglés, el monarca español reivindicó el éxito político y económico de un país que hace solo 40 años “dejó atrás un largo período de divisiones y conflictos”.
El Rey aludió directamente a Cataluña “donde hemos visto”, afirmó, “un intento de socavar las normas básicas de nuestro sistema democrático”. El monarca subrayó que la crisis provocada por el secesionismo unilateral de los independentistas catalanas es un aviso para todos los países democráticos.
“La lección que se puede extraer de esta crisis, no solo para España sino para las democracias en general, es la necesidad de preservar el imperio de la ley como piedra angular de nuestra democracia y del respeto al pluralismo político”.
Merkel, en su intervención posterior, emitió un diagnóstico muy similar sobre la coyuntura europea y mundial. “Estamos viendo el nacionalismo, el populismo y, en muchos países, una atmósfera polarizada”, lamentó la canciller. Y alertó contra el riesgo de repetir los trágicos errores cometidos en el siglo pasado como consecuencia de las apuestas nacionalistas de algunos países. “¿Hemos aprendido de verdad de la historia o no?”, se preguntó Merkel. La respuesta, en el caso de España, ya la había dado el Rey.
“Los españoles saben muy bien que el bienestar y el progreso en el siglo XXI no se puede lograr con el aislamiento o la división”, proclamó Felipe VI en un mensaje válido tanto para los separatistas catalanes como para el ala más recalcitrante de la Casa Blanca. “Debemos ser conscientes”, añadió, “de que vivimos en un mundo interdependiente, que demanda respuestas globales”.
El monarca subrayó que “los españoles no ven la integración europea como un proyecto exterior al que adherirse sino como la expresión más completa, a nivel internacional, de nuestro proyecto nacional”.
Felipe VI defendió una profunda transformación del club comunitario, paso a paso y de forma pragmática, para lograr que “el alma de la nueva Europa refleje el alma de los ciudadanos y para lograrlo.
El objetivo descrito por el rey e encaja con los sueños de integración reavivados desde la victoria de Macron en la primavera de 2017. Y el monarca dejó claro que para esa refrendación “pueden contar con España”.
Merkel también se sumó a la era Macron y reconoció que la presencia del presidente más joven en la historia de la República francesa ha cambiado el clima político en la UE. “La elección de Macron ha dado un impuso a la integración de la UE”, admitió Merkel, tras años acudiendo a Davos con el lastre de una zona euro profundamente agrietada bajo el liderazgo de Berlín.
Este año, diferencia de las ediciones recientes, los líderes europeos pudieron presumir en Davos de un continente en plena expansión económica y dispuesto a tomar el relevo de EE UU como locomotora del libre comercio mundial si Donald Trump, que asistirá mañana a la última jornada del Foros, persiste en su nacionalismo económico y su repliegue hacia posiciones contrarias a la globalización.
Macron se estrenó en Davos con un discurso de marcado tono globalizador, en el que reclamó acuerdos con China y EE UU para garantizar una gobernanza mundial en asuntos inevitablemente transfronterizos como el comercio, la ciberseguridad o la lucha contra el cambio climático.
“Francia ha vuelto y Francia está de nuevo en el corazón de Europa, porque nunca tendremos un éxito francés sin un éxito europeo”, aseguró Macron al abarrotado salón principal del foro. El presidente francés abogó por una Unión Europea más impetuosa y pidió a los socios más euroreticentes que se aparten y dejen avanzar al resto del club. Felipe VI dejó claro que España desea formar parte de la vanguardia europea que comienza a ponerse en marcha.
El FMI teme la pobreza juvenil en Europa
Europa no afronta un problema general de desigualdad sino una profunda brecha generacional que podría hacer que “una generación nunca se recupere”, advirtió ayer en Davos la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde.
El FMI, en un informe publicado coincidiendo con la cita en los Alpes suizos, asegura que antes de la crisis el riesgo de pobreza relativa en Europa era similar para las personas entre 18 y 24 años y las de más de 65. Pero tras el batacazo financiero y a pesar de la recuperación, el riesgo se ha disparado para los más jóvenes como consecuencia de una peligrosa combinación de paro, precariado digital y salarios muy bajos.
“Los ingresos de los jóvenes cayeron después de 2007 debido al aumento del paro y se recuperaron después, pero no han crecido”, señala Lagarde en una entrada de blog en la que presenta el informe elaborado por el organismo.
La situación se ha agravado, según el FMI, porque las políticas sociales de la mayoría de los países europeos están orientadas a proteger a las pensiones y las medidas de apoyo a los trabajadores jóvenes suelen ser escasas.
Durante la crisis, además, los beneficios sociales, exceptuando las pensiones, se recortaron, se restringió el número de posibles beneficiarios y se dejaron de actualizar en base a la inflación.
Como consecuencia, la brecha generacional se ha abierto con los ingresos estancados para los trabajadores jóvenes mientras que los de los mayores de 65 años han aumentado un 10%, según los cálculos del FMI.
El organismo recomienda desactivar esa bomba de relojería con incentivos fiscales a la contratación y rebajas de las cuotas a la Seguridad Social; con mayores ayudas a los jóvenes que pierdan el empleo, y con un aumento de los impuestos a la riqueza que, según Lagarde, en Europa “hoy son más bajos que en 1970”.