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Lo que hacemos mal al invertir (y lo difícil que nos lo ponen)

La mala calidadde los fondos se junta con nuestras carencias en formación financiera

Ser inversor en España no es fácil; de hecho, nos lo ponen más difícil que en otros países. Así queda plasmado en un reciente informe de Morningstar que destaca la mala calidad de los fondos de inversión que tenemos aquí.

Del estudio Global Fund Investor Experience, que evalúa la realidad de las industrias de fondos de 25 países, se desprende que es en Estados Unidos donde se dan las mejores condiciones para invertir, mientras que en Bélgica, Finlandia, Francia, Italia... o en España el modelo presenta una calidad por debajo de la media.

En el caso concreto de nuestro país, aunque en regulación y tributación y en divulgación no sacamos mala calificación, en honorarios y gastos y en ventas estamos peor que la media. Esa inferioridad es especialmente relevante en cuanto al modelo de distribución, con una excesiva concentración bancaria –el 90% de la comercialización de fondos de inversión está en manos de las entidades financieras–, y los gastos que se soportan, lo que nos penaliza gravemente.

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Un buen toque de atención a solo tres meses de la entrada en vigor de la normativa Mifid 2, que tiene precisamente como objetivo una mayor transparencia sobre las inversiones y los costes asumidos por el cliente.

Pero los propios inversores también cometen errores. Por poner un ejemplo, el 52% de los españoles encuestados por Legg Mason admite haber invertido en algún producto financiero que no entendía completamente. Y eso que casi todos los inversores, el 96%, se muestran preocupados por comprender los productos a los que destinan su dinero.

Otro error recurrente del que advierte Belén Alarcón, directora de asesoramiento patrimonial en Abante Asesores, es el del peso de las emociones que nos hacen tomar decisiones desacertadas: “El miedo nos hace vender barato y la avaricia, comprar caro o vender demasiado tarde”.

¿Todas estas carencias mejorarán con los años? La esperanza es lo último que se pierde, pero queda mucho por avanzar. Empezando por los niños y adolescentes españoles, que tienen menos conocimientos financieros de los que deberían.

En concreto, según los últimos datos presentados en el informe PISA 2015, uno de cada cuatro adolescentes españoles de 15 años no llega al nivel mínimo de competencia financiera, lo que significa que no puede interpretar o entender una factura, reconocer la diferencia entre lo que se quiere y se necesita o tomar decisiones sencillas sobre gastos cotidianos.

En definitiva, los expertos insisten en que hay que ponerse manos a la obra para mejorar la educación financiera de las nuevas generaciones.

Gestores. Otro error común es creer que los gestores que lo han hecho bien, lo seguirán haciendo. Así lo afirma un estudio de Robert Arnott, experto estadounidense en fondos. Sus indagaciones y análisis de mercados concluyen que asumir que el comportamiento pasado es una indicación de la habilidad del gestor es solo una ilusión.

 ISR. La inversión sostenible sigue sin ser prioridad entre los inversores institucionales, a pesar de que la mayoría reconoce que este enfoque revestirá una importancia cada vez mayor, prevén en Schroders.

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