Barrera, esa dirección secreta en Madrid
Las patatas revolconas de Ana Barrera son obligadas en esta casa de comidas, de materia prima y recetas honestas
Cuesta compartir la dirección de Barrera. Es de esas joyas gastronómicas, que uno quiere guardarse para sí mismo, y que no desea airear a los cuatro vientos, entre otras razones para garantizarse ese halo de discreción que rodea a este restaurante, de apenas unas ocho mesas.
Para empezar, se encuentra en la discreta calle de Alonso Cano, nada que ver con la masificación de la vecina Ponzano, y el acceso a una pequeña, agradable y luminosa sala se hace por la barra del típico bar de barrio.
Dentro espera al comensal, la dueña, Ana Barrera, que lleva por bandera la honestidad en la cocina, y hacer que el cliente se sienta como en su casa. Aquí no hay formalismos, sino recetas caseras para una materia prima de gran calidad. Esto es, cocina sin trampa ni cartón, y con unos puntos de elaboración perfectos. No existe carta, los platos del día son recitados de memoria por Barrera a pie de mesa. En vinos también se aconseja dejarse en sus manos, siempre tiene alguna etiqueta con la que sorprender. Destaca, algo que es de agradecer, que a pesar de la sencillez de la casa, la mesa esté llena de buenos detalles, como la vajilla, la cubertería, las copas Riedel o una mantelería perfectamente planchada.
Para empezar, compartir y abrir apetito, son obligatorias las patatas revolconas, un plato sencillo, en homenaje al origen abulense de la familia Barrera, que en esta casa se convierte en una delicia para los sentidos: con el torrezno carnoso, en su punto de tostado, y la patata bien machacada y perfumada con el pimentón.
También se puede optar por algún plato de verduras, como unas berenjenas fritas, o ahora que comienza la temporada unas setas salteadas. En cuanto a los segundos, cuenta siempre con una buena oferta de pescados del día, entre los que no falta una generosa tajada de merluza a la romana, que prepara en un ligero rebozado y que llega a la mesa con un increíble punto de jugosidad;o la ventresca, que sirve acompañada con una guarnición de mango y de granada. Un clásico también es su plato de bacalao con salsa de tomate casera, como también lo son los callos, que cuentan con una legión de admiradores.
Las carnes las trata con mimo: las chuletillas de cabrito de palo, que sirve bien crujientes y para disfrutar con la mano; el rabo de toro con una salsa bien ligada, el entrecot en su punto. Los postres tampoco desmerecen, como el suflé de chocolate negro o el helado de queso con compota de manzana. Precio medio:50-60 euros.
Barrera: Alonso Cano, 25. Madrid. Tel. 915 94 17 57.