Europa se resiste a perder el liderazgo en un sector nuclear en declive
La CE calcula que la generación de electricidad del sector caerá un 20% hasta 2050 Solo hay cuatro reactores en construcción, con enormes retrasos y sobrecostes
El cierre definitivo de Garoña confirma la tendencia a la baja del parque nuclear europeo, un continente que, a pesar de todo, se resiste a perder el liderazgo en ese mercado energético.
La Comisión Europea, en su último programa sobre el sector (mayo de 2017), señala que “la industria nuclear de la UE se ha convertido en un líder tecnológico mundial en todos los segmentos del sector” . Y subraya que “ese liderazgo puede ser un importante activo” en una actividad en la que a nivel mundial se esperan inversiones de tres billones de euros hasta e 2050.
Bruselas reconoce, sin embargo, que el sector se enfrenta a un envejecimiento (la media de edad de los reactores europeos se acerca a los 30 años); a una caída de la producción y a un paulatino declive frente a otras fuentes de electricidad.
La CE calcula que la caída en la producción del sector nuclear europeo se revertirá a partir de 2030, con la entrada en funcionamiento de algunos de los reactores en construcción.
Pero el organismo comunitario reconoce que esos proyectos se enfrentan a una creciente presión por los costes derivados de las medidas de seguridad y los retrasos en la construcción. E incluso si el parque cumpliera sus objetivos actuales de renovación, las proyecciones de la CE indican que la producción de energía nuclear en Europa caerá un 20% y se situará en torno a los 100GW en 2050, por debajo de su nivel actual (120GW) y por detrás de China, que se perfila ya como el nuevo líder mundial del sector.
En la actualidad, según los datos de la CE, solo hay en marcha la construcción de cuatro reactores: en Finlandia, Francia y Eslovaquia. Pero la central finlandesa de Oikiluoto y la francesa de Flamanville acumulan enormes retrasos y una gigantesca factura, que ponen en peligro su rentabilidad y han dañado gravemente la credibilidad de todo el sector. En ambos casos, dependen de la tecnología de Areva, la compañía nuclear francesa que ha tenido que ser rescatada por su hermana mayor, y también compañía pública, Électricité de France (Edf).
Las compañías francesas también están involucradas en Hinkley, un proyecto valorado en 21.000 millones de euros en el que también participa una empresa pública china y que pretende relanzar la energía nuclear en Reino Unido.
La primera ministra británica, Theresa May, paralizó el proyecto nada más llegar al gobierno por las dudas sobre su conveniencia, aunque acabó autorizándolo a finales de 2016 para evitar un grave conflicto con París y Pekín. Pero la a incertidumbre sobre el futuro de Hinckley sigue siendo tan grande como la que rodea a todo el sector nuclear europeo.