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El cierre del parque nuclear europeo costará medio billón de euros

En la UE funcionan 128 centrales; se han cerrado 90 y solo tres, insignificantes, se han desmantelado Los fondos recaudados por los países suman 132.000 millones, ni la mitad de lo necesario

Reactores nucleares en Europa
Belén Trincado

El adiós de Europa a las primeras generaciones de centrales nucleares puede resultar interminable y costará una ingente cantidad de dinero que podría rondar el medio billón de euros. La cifra parece elevada, pero con toda probabilidad se queda muy corta porque las estimaciones aumentan año tras año.

La tremenda complejidad técnica del desmantelamiento de más de dos centenares de reactores atómicos; la necesidad de gestionar unos residuos nucleares que superan los tres millones de metros cúbicos, y el reprocesamiento y aislamiento de toneladas de combustible gastado y desechos radiactivos, colocan al continente europeo ante un desafío presupuestario, logístico y de seguridad sin apenas precedentes.

La envergadura de la tarea en ciernes es de tal magnitud que, según los últimos datos de la Comisión Europea, de los 90 reactores que ya se han clausurado, sólo tres han sido desmantelados del todo (esto es, se ha devuelto el emplazamiento en sus condiciones originales).

Sin embargo, estos tres reactores, todos en Alemania, tenían una capacidad de generación tan insignificante (apenas entre 16 y 107 MW) que, según un experto, “no se puede considerar una experiencia que sirva para valorar los costes de desmantelar y regenerar un reactor comercial normal”. Estos suelen tener entre 800 o 1000 MW y la mayoría ya camino de los 40 años de vida útil o que los han superado.

Los prolongados periodos de desmantelamiento (Reino Unido prevé hasta 120 años) pueden agravar la dificultad de la tarea porque se pierde el conocimiento de primera mano de los técnicos que gestionaron en su día la nuclear. “El impacto de esa pérdida puede ser irreversible”, advierte la CE en su llamado “programa nuclear” de mayo de este año.

Enresa pagó 34,5 millones para que Reino Unido se quedara con los desechos de Garoña

La CE también reconoce que los cálculos sobre los costes del desguace de las plantas y la gestión de los residuos están marcados por “incertidumbres y la falta de precedentes”. Los 14 países europeos que cuentan con un parque nuclear activo, no parecen dispuestos a compartir información sobre dichos costes, a pesar de que una directiva europea de 2011 exige transparencia.

Los datos más recientes recabados por la Comisión indican que el coste estimado de desmantelar todas las nucleares es de 122.700 millones de euros, mientras que el de la gestión del combustible gastado y la custodia de los residuos podría elevarse a 400.000 millones de euros, según la misma fuente. Más de medio billón que contrasta con los fondos recaudados hasta ahora con ese fin por los países: 132.000 millones. En España, los fondos ascienden a 4.000 millones, cuando necesitaría 14.000 millones, según el Plan de Residuos de 2006.

La mayor parte del coste se concentra en Francia; Reino Unido y Alemania. Pero el problema está llamado a extenderse porque en la UE se generan anualmente 112.000 metros cúbicos de residuos radiactivos. La inmensa mayoría son de escaso riesgo (por ser de media y baja intensidad) y se pueden gestionar a pequeña escala. Pero, además, cada año se producen otras 3.200 toneladas de metales pesados procedentes del combustible usado, además de 200 metros cúbicos de residuos de alta radiación. A finales de 2010, último dato que maneja la CE, en el conjunto de la UE se almacenaban 53.300 toneladas de metales radiactivos, la mayoría, uranio.

Solo dos países, Francia y Reino Unido, tienen plantas de reprocesamiento del combustible gastado (La Hague, en Normandia, y Sallefield, al noroeste de Inglaterra). Gracias a ese reciclaje, que realizan con sus propios residuos y los de otros países que lo contratan, se recupera una buena parte del uranio que puede reutilizarse (un 95% del total); plutonio (un 1%) y otros desechos fisibles (4%) que se mezclan con vidrio y es el residuo que debe almacenarse o enterrarse inevitablemente durante siglos.

España tiene ocho reactores en funcionamiento: Almaraz I y II; Ascó I y II; Cofrentes; Trillo; Vandellós II y, hasta que el Gobierno apruebe la orden con la denegación de la liciencia de explotación, Garoña, la única que queda de primera generación.

Hasta ahora, en España solo se han cerrado dos centrales. Vandellós I (en Tarragona), en 1989, a los 17 años de su puesta en marcha, tras un grave incendio en la zona de turbinas. Y en 2006 cerró la de José Cabrera ( Zorita), que estuvo en funcionamiento 38 años.

28 años después de su cierre y tras varias fases de desmantelamiento, Vandellós se halla en un estado de latencia que durará hasta 2028, año en que se desmontará el reactor, ahora confinado en un armazón. Su combustible fue reprocesado en La Hague, planta que custodia sus residuos radiactivos con un elevado coste que la empresa pública española encargada de la gestión de los residuos y el desmantelamiento, Enresa, mantiene en secreto. Francia se quedó con el plutonio de Vandellós, tal como figuraba en el contrato del reactor, una vieja tecnología de grafito gala.

El desguace de Zorita, presupuestado en unos 160 millones (que no incluye la gestión futura de sus residuos), ya se ha ejecutado en un 80%. En su caso, y en el de Garoña, ha sido necesario construir un almacén individual (otro coste) para guardar los desechos hasta que se levante el proyectado cementerio nuclear, o ATC.

Los ocho Chernobiles

Entre los reactores que debe desmantelar la Unión Europea figuran ocho reactores soviéticos de primera generación, un modelo condenado a su desaparición tras la tragedia de Chernobil en 1986.

Los reactores se encuentran en Lituania (2), Eslovaquia (2) y Bulgaria (4), países que se comprometieron a apagarlos a cambio de ayudas de la UE. Ayudas. Entre 1999 y 2013, la UE presupuestó 2.785 millones de euros para financiar el cierre de los ocho reactores. Y prevé que la factura se eleve al menos a 3.800 millones hasta 2020.

Planta de reprocesamiento de residuos de Sellafield, en Reino Unido.
Planta de reprocesamiento de residuos de Sellafield, en Reino Unido.

El 'brexit' pone en jaque la planta que custodia el plutonio de Garoña

El brexit supondrá la salida de la segunda potencia nuclear de la Unión Europea y dejará a Francia como líder indiscutible del club atómico europeo (con 60 nucleares y el único fabricante europeo de reactores). París disfrutará partir de entonces de un monopolio en actividades como el reprocesamiento de combustible usado (en la planta de La Hague), que ahora comparte con Reino Unido (en la de Sellafield).

Pero el cisma pondrá aún más de manifiesto la creciente precariedad de un sector envejecido (la media de los reactores se aproxima a los 30 años) y con un grave problema de mano de obra especializada europea.

Reino Unido es uno de los pocos socios europeos que sigue apostando por la energía nuclear. El año pasado, Londres dio el visto bueno a la construcción de una nueva central en Hinkley, en la que Francia espera colocar sus reactores de última generación, aunque está por ver si este proyecto prospera:su coste financiero es tan elevado que obligaría a garantizar una tarifa de la luz muy elevada, a lo que no parece dispuesto el Gobierno de Teresa May.

Salir de la UE supondrá para los británicos romper con el Euratom y los acuerdos que implica. Esto ha generado dudas sobre el futuro de los residuos radiactivos y el plutonio obtenidos del reprocesamiento del combustible de muchos países (la mayoría de Alemania, pero también de Japón) en Sallefield, propiedad de la estatal británica BNPL.

Este complejo, que cerrará en noviembre de 2018, fue el encargado de reciclar los residuos generados por la central española de Santa María de Garoña entre 1971 y 1983 (y algunos de la vieja Zorita). A partir de ese año, un cambio en la normativa española frenó los envíos que se realizaban desde el puerto de San Sebastián procedentes de la central burgalesa. Según datos de la Comisión Europea, se entregaron 153,6 toneladas, de los que quedan por reprocesar 0,2 toneladas.

En 2004, a la vista de la demora en la construcción del ATC, Enresa optó por pagar 34,5 millones de euros a los británicos por quedarse permanentemente con los residuos y el plutonio (200 kilos) de Garoña. Según la propietaria de Garoña, Nuclenor, el contrato establecía que Reino Unido se quedaba para siempre con esos residuos, aunque no faltan incógnitas al respecto:según los datos de la propia UE, el acuerdo era temporal y caducaría en 2021.

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