¿Puede España especializarse en minicruceros de lujo?
Una empresa de Vigo construirá el barco con el que The Ritz-Carlton entrará en el turismo marítimo Si el proyecto se entrega en tiempo y forma, otros armadores podrían interesarse en fabricar aquí
En España se construyen fragatas, corbetas, buques oceanográficos y hasta hay en desarrollo un submarino. Pero no se fabrican cruceros, una industria que en Europa domina la italiana Fincantieri. Hace poco, sin embargo, un astillero vigués ganó un contrato para construir un minicrucero de lujo para el grupo The Ritz-Carlton. ¿Se abre con este proyecto la posibilidad de que se cree en Galicia una industria orientada a este formato de barco o será un pedido puntual?
Hijos de J. Barreras, una empresa de Vigo con 120 años de experiencia en la fabricación de ferris, buques para carga rodada, barcos de apoyo en altamar (offshore) y pesqueros, anunció el 27 de junio pasado que construirá un crucero de lujo para The Ritz-Carlton que, de esta forma, entrará en el negocio de las excursiones por mar.
El barco tendrá una eslora de 190 metros y capacidad para 149 pasajeros y 246 tripulantes, muy lejos de las proporciones descomunales a las que últimamente nos han acostumbrado los transatlánticos de Royal Caribbean o MSC. Responde, más bien, al concepto de yates de crucero de lujo con el que el grupo hotelero quiere dirigirse a un viajero muy exclusivo.
Rafael de Góngora, director general de negocio naval de Sener, sostiene que no es un caso puntual sino la continuación de un segmento de ferris, yates y veleros de lujo en el que España tiene referencias, como el Sea Cloud II, un barco a vela de 117 metros de eslora y capacidad para 94 pasajeros que la asturiana Gondan construyó para la alemana Hansa en 2000.
“Lo novedoso en el proyecto de Barreras es el concepto: todo ha sido concebido para garantizar la comodidad a bordo, desde el limitado número de pasajeros y la elevada cantidad de tripulantes hasta un diseño que prioriza la estabilidad sobre la velocidad”, precisa.
En ese sentido, De Góngora coincide en que el proyecto es una oportunidad para que el sector se especialice en un nicho de mercado muy específico, aunque dependerá de que Barreras cumpla con entregar el barco en el plazo convenido y sin incurrir en sobrecostes. “Solo así The Ritz-Carlton repetirá y otros armadores se interesarán en fabricar en España”, puntualiza.
Barreras se ha comprometido a entregar la embarcación en el cuarto trimestre de 2019. El acuerdo contempla la opción de construir un segundo y tercer barco. La empresa no ha publicado el valor del contrato, pero ha trascendido que ascenderá a 250 millones.
“El nicho de cruceros pequeños, de seis estrellas, para realizar expediciones al Ártico, la Antártida y sitios muy remotos o atípicos, ha crecido mucho últimamente”, confirma Guillermo Freire, director general de Freire Shipyard, empresa con sede en Pontevedra. “Se ha convertido en la salida natural de los astilleros que estaban especializados en el offshore. Las facilidades de financiación que se ofrecen a los armadores son clave a la hora de ganar un contrato y en España no somos los mejores en esto”, mantiene.
En la financiación del proyecto de Barreras, que se acogerá al polémico sistema del tax lease (permite a las navieras comprar buques en España con descuentos de entre el 20% y 30% a cambio de arrendarlo a un intermediario), participan CaixaBank, Abanca, Ibercaja, Popular-Pastor, Sabadell-Gallego y Banca March y las entidades públicas ICO, Igape y Cesce.
Un astillero público y 19 privados
El sector. La industria de la construcción naval en España está constituida por una gran empresa pública, Navantia, que se ha especializado en buques de guerra, y una veintena de astilleros privados, la mayoría de ellos empresas familiares que construyen barcos mercantes, pesqueros, offshores y yates.
Pymar. Los 19 astilleros privados más grandes por capacidad instalada están asociados en Pymar cuya consejera delegada, Almudena López del Pozo, opina: “El acceso al mercado de cruceros de tamaño más compacto, como buques de expedición y aventura, fluviales o minicruceros de lujo, es una magnífica oportunidad para nosotros y un reto para el futuro próximo”.
Entregas. En 2016, los astilleros de Pymar entregaron 28 barcos: 11 pesqueros, 7 remolcadores, 5 offshores, 2 ferris, 1 buque de carga, 1 oceanográfico y 1 yate.
Pedidos. A finales de 2016, la cartera de pedidos nacionales sumaba 65 unidades en construcción, el 35% de los cuales son remolcadores, el 20% pesqueros y el 11%, barcos de apoyo a plataformas petroleras. Solo el 3% corresponde a ferris.
El éxito del proyecto sería un aliciente para una industria que se recupera de la crisis generada por la suspensión del tax lease (entre 2005 y 2011 Bruselas prohibió las ayudas por considerar que violaban la competencia, pero luego el Tribunal de Luxemburgo las declaró legales) y que, por falta de infraestructuras y otros factores, se ha quedado fuera del negocio de los grandes transatlánticos.
Esta carencia le impide aprovechar el tirón de una industria que va a toda máquina. Las navieras están aumentando y renovando su flota para atender la creciente demanda de turistas europeos y abrir nuevas rutas en Asia.
Solo este año, el sector invertirá más de 5.800 millones de euros en 13 nuevos barcos para rutas oceánicas, según CLIA, la asociación internacional de líneas de cruceros. A estos se agregarán otros tantos para rutas fluviales. Entre embarcaciones para océano y río, la capacidad del sector se incrementará en los próximos 10 años en 230.788 pasajeros.
Como ha sido la tónica habitual en los últimos 50 años, 48 de los 50 barcos contratados para construir entre 2016 y 2019 saldrán de gradas europeas. Solo dos se producirán en Japón. Alemania e Italia acaparan el 67% de los pedidos.
A nivel de compañías, Fincantieri es la líder indiscutible. La empresa, con sede en Trieste, lleva construyendo barcos desde 1780. Cotiza en la Bolsa de Milán y tiene 20 astilleros en seis países (Italia, Noruega, Rumanía, Estados Unidos, Brasil y Vietnam), aunque solo cinco fabrican cruceros, los de Monfalcone, Marghera, Sestri Ponente y Ancona, en Italia, y el de Tulcea, en Rumanía. Los demás producen otro tipo de embarcaciones y componentes, o reparan y amplían barcos.
El grupo, que controla un banco público italiano a través de una sociedad de valores, compró en mayo pasado el 66,66% de su competidor francés STX France al grupo surcoreano STX por 79,5 millones de euros.
Con esta operación, la firma italiana pasa a controlar el astillero de Saint-Nazaire y refuerza aún más su posición de dominio, ya que poseerá el 60% de la cartera mundial de pedidos. Del dique de STX France, de la que el Estado francés ostenta el 33% de las acciones, salió a comienzos de junio el MSC Meraviglia (un gigante de 315 metros de eslora y capacidad para llevar a bordo 5.714 personas) y en sus gradas se construye ahora mismo la cuarta unidad de la clase Oasis de Royal Caribbean (otro monstruo: 360 metros de eslora y 6.360 pasajeros) que será entregado en 2018.
“Un barco de esas dimensiones solo podría ser construido en [el astillero de Navantia en] Puerto Real”, señala De Góngora. “Los privados no tenemos gradas ni instalaciones para acometer estos proyectos”, corrobora Freire. “Navantia sí podría entrar en ese segmento, pero debe de ser muy difícil entrar sin referencias, como en casi todos los mercados complejos y este lo es mucho”, añade.
De Góngora comenta al respecto que los armadores son muy fieles al astillero con el que trabajan y, si están contentos con él, es muy difícil que lo cambien por otro. En los últimos 15 años, por ejemplo, MSC ha encargado la construcción de 20 barcos a STX France.
Por su parte, astilleros como Fincantieri, STX France y el alemán Meyer Werft "son empresas con una larguísima tradición y experiencia, no solo en la construcción de cruceros, sino también en el diseño arquitectónico de las embarcaciones", y que, por tanto, son capaces de innovar no solo a nivel de ingeniería naval sino también de la estética de los barcos.
"En España somos buenos en ingeniería naval, pero a la hora de construir lo diseñado, en general, no somos muy estrictos con el cumplimiento de los plazos y el control de costes", asegura. Este es un aspecto en el que los armadores se fijan mucho, ya que construir un barco cuesta millones y cualquier desviación en el presupuesto puede echar a perder el proyecto.
En su último informe anual, de 2015, CLIA reconoce que si bien astilleros en otras partes del mundo están preparados para construir barcos de cruceros, quizá no tengan la capacidad de gestionar los proyectos o el equilibrio deseado entre mano de obra cualificada y las habilidades necesarias para entregar un producto rentable dentro del plazo contratado que reúnen los fabricantes europeos.
La expansión de Fincantieri preocupa a las navieras
La entrada de Fincantieri en Saint-Nazaire, que tiene 2.600 empleados y una red de 500 proveedores –entre ellos, una docena de empresas de Vigo– ha levantado ampollas en el Elíseo, pero también ha generado inquietud entre sus clientes, las líneas de cruceros.
“Queremos tener la posibilidad de encargar barcos en una situación de competencia clara, que asegure la calidad y la innovación”, decía Gianni Onorato, consejero delegado de MSC Cruceros en una entrevista con CincoDías durante la botadura del MSC Meraviglia en junio pasado.
La naviera, de capital italiano pero sede social en Ginebra, aprovechó la ceremonia de entrega del barco, en el astillero de Saint-Nazaire, para acordar con STX France la construcción de dos barcos más, de 200.000 toneladas y motor de gas natural licuado, con opción de dos más. Los pedidos en firme deberán ser entregados en 2022 y 2024 y los opcionales, en 2025 y 2026.
Las cuatro naves formarán parte de la nueva World Class de MSC, pensada para competir con la clase Oasis de Royal Caribbean, y tendrán una ocupación máxima de 6.850 pasajeros.
“Con el documento que hemos firmado estamos tranquilos hasta 2026 porque ya tenemos precio y todo cerrado”, aclaraba Onorato. “Nuestra preocupación es que la innovación continúe. Como en todas las industrias, cuantos más competidores haya, la curiosidad por desarrollar nueva tecnología estará asegurada”, puntualizaba.
Al bautizo del Meraviglia asistió el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien anunció su intención de renegociar con Fincantieri el reparto de las acciones de STX France.
Para evitar que el Gobierno francés vete la operación, el grupo italiano acordó con el Gobierno anterior que dejaría el 12% del capital en manos del fabricante galo de portaaviones y fragatas DCNS y que vendería el 7% a una fundación de Trieste. Así, su participación se reduciría al 48%.
La solución no convence a Macron, quien teme que la fundación no actúe con independencia y Fincantieri traslade contratos y tecnología de Saint-Nazaire a Trieste. Según Le Monde, el mandatario propondrá a Fincantieri que descarte como socio a la fundación y venda el 10% a MSC y Royal Caribbean, los dos principales clientes del astillero.