La condena a Lula es una triste bendición para Brasil
Ejemplifica que nadie está fuera del alcance de los celosos fiscales anticorrupción del país No hay camino de vuelta al apogeo del expresidente
La condena del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ejemplifica la nueva realidad de que nadie está fuera del alcance de los celosos fiscales anticorrupción del país. Y ha reducido enormemente sus esperanzas de volver a un puesto electo. Es una triste bendición para la mayor economía de América Latina.
En su esplendor, Lula ofrecía un izquierdismo moderado y mágico que podía encantar tanto los mercados como a los pobres. Con el auge de los precios de las materias primas, sacó a unos 30 millones de personas de la pobreza, mientras seducía a los industriales y ensalzaba el papel global de la potencia regional que dirigió de 2003 a 2010.
Los fiscales alegan que entre bastidores estaba dirigiendo un enorme programa de trapicheos, centrado en la estatal Petroleo Brasileiro, canalizando efectivo a partidos políticos y sus miembros, incluido su propio Partido de los Trabajadores. Lula dispuso de un apartamento en la playa a cambio de favores para una firma de ingeniería. La sentencia es de 9,5 años de prisión. Permanecerá libre en espera de apelación; además, se enfrenta a cargos por otros cuatro casos.
Lula estaba subiendo en las encuestas para las elecciones presidenciales de octubre de 2018. Puede seguir aspirando, a menos que pierda su apelación. El fallo puede que no llegue hasta meses antes de la votación.
Pero los inversores claramente no quieren que vuelva. Las acciones brasileñas subieron después del veredicto, y el real se fortaleció. Los mercados prefieren las reformas proempresariales, fiscalmente menos expansivas del presidente Michel Temer, aunque son difíciles de vender al electorado.
Temer, que reemplazó a la inepta sucesora de Lula, Dilma Rousseff, también ha sido acusado de corrupción, aunque se requeriría un voto de dos tercios de la Cámara de Diputados para que los cargos prosperen. Tiene apoyo para sobrevivir, aunque tal respaldo puede evaporarse rápidamente, como descubrió Rousseff.
Sin embargo, aunque Temer se vaya, la necesidad de reformas que ha apoyado persistirá. No hay camino de vuelta al apogeo de Lula. Sus compatriotas deben tomar ahora decisiones más difíciles y realistas.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de Cinco Días.