Macron, el líder del optimismo y del amor
Al no pertenecer a ningún partido, no está hipotecado ideológicamente Tendrá que saber rodearse en la formación de gobierno
Cuando Emmanuel Macron compareció el pasado domingo ante decenas de miles de seguidores en la explanada del Museo del Louvre, lanzó un mensaje sobre cómo pretende que sea su liderazgo. Y no lo hizo con palabras sino con música, con los acordes de la Oda de la Alegría, el himno oficial de la Unión Europea, inspirado en la Novena sinfonía de Beethoven. El recién elegido presidente de Francia (Amiens, 39 años) no se decantó por el himno patrio, La Marsellesa, sino que optó por un símbolo unificador. Es el líder que se necesitaba en estos momentos. Un soplo de aire fresco dentro del claustrofóbico ambiente que se respiró en la contienda electoral, en el que el exbanquero y exministro con François Hollande mantuvo el pulso a la ultraderechista Marine Le Pen.
“Es el perfil que se requiere en Francia. Tiene a su favor que no cuenta con ataduras como otros partidos, lo que le da libertad y posibilidades para hacer las cosas de otra manera”, señala la profesora de IE School of International Relations, Waya Quiviger, que se refiere al movimiento político de centro En Marche! (¡En Marcha!), con el que ha ganado las elecciones. El hecho de no llevar ninguna mochila política a su espalda le ayuda. No debe favores. Pero ahora ha de demostrar que tiene talento. A su favor juega su experiencia profesional: trabajó con éxito en el banco Rothschild, además de ser asesor económico de François Hollande, con el que llegó a ser ministro de Economía, cargo que dejó en agosto de 2016 para probar suerte en política. “Es un hombre brillante, capaz de convencer, le llamaban el Mozart de las finanzas, es filósofo, pianista... Es el perfil que los franceses necesitaban”, añade Quiviger.
En este sentido, apunta al optimismo que durante la campaña electoral ha transmitido, en un país empañado por la tristeza del terrorismo, de la crisis económica, de la elevada tasa de desempleo juvenil, de aquellos que creen que la globalización les ha robado empleos... “Es un respiro de alivio, parecido al que transmitió Obama o al canadiense Trudeau”, prosigue la experta del IE. De hecho, su juventud, que roce la cuarentena, también juega a su favor porque contagia energía y futuro, al contrario que Le Pen, que representa el odio y el miedo.
El gran reto que tiene por delante es acertar con la elección del equipo. “Tendrá que ser gente con experiencia, figuras consolidadas porque al final la política se basa en relaciones”, añade Quiviger. Ese es, seguramente, el principal escollo al que se va a enfrentar: “En estas formaciones nuevas, todo gira en torno al político, el candidato es el propio mensaje”, explica el director del máster en Comunicación Política de la Universidad Pompeu Fabra, Toni Aira, quien ejemplifica esta situación con el propio nombre de la citada formación: “En Marche! , una e y una eme, las propias siglas de Emmanuel Macron”. Por eso, esas tácticas tan útiles en la carrera hacia el Elíseo, tendrán que aprender a serlo también una vez que la victoria se ha consumado, “y la formación tendrá que conseguir que ese personalismo cale en la política del día a día. Macron va a tener que calibrar muy bien su imagen personal con las medidas y decisiones reales”.
Macron se acordó de quienes le han prestado el voto. Es un líder inclusivo
Xavier Peytibi
Para ello, Aira cree que el recién electo presidente tendrá que recurrir a técnicas populistas, “en el buen sentido de la palabra”, para desactivar al máximo las emociones de las personas que han votado a Le Pen por frustración y por rebote hacia las políticas tradicionales y clásicas. Eso sí, en opinión del asesor de la consultora política Ideograma, Xavier Peytibi, el nuevo presidente ha empezado con buen pie: “Durante su discurso en la noche electoral, demostró ser consciente de sus límites. Supo diferenciar entre los votos que tuvo en la primera vuelta y los que tuvo en los últimos comicios, muchos de ellos prestados”. También prestó atención, prosigue Peytibi, a aquellos votantes que no le eligieron y a la fuerte abstención, “y esto define a la perfección lo que es un liderazgo inclusivo, que seguramente va a ir destinado a recabar el máximo de apoyos para las próximas elecciones legislativas, que son las que verdaderamente van a marcar la diferencia”.
Este experto en comunicación también incide en la apuesta que Macron ha hecho por el amor como energía política: “Sus discursos han estado plagados de recuerdos al afecto, al cariño... esto es algo realmente sugerente y nuevo”. Lo que es una incógnita es qué tipo de líder será. De momento, con su elección y sus formas ha conseguido salvar el proyecto europeo.
Un voto de confianza
Emmanuel Macron es un perfil desconocido, “que a pesar de todo lo que aporta presenta una incógnita en muchos otros puntos clave”, explica el profesor del IESE Santiago Álvarez de Mon. Sin embargo, pese a este interrogante, ejemplifica una “apuesta inequívoca de unificación y de liderazgo inclusivo”. Por esa razón, continúa Álvarez de Mon, este discurso “merece al menos la escucha y la espera, y un voto de confianza en su lucha por la inclusión y por consolidar el proyecto europeo y un capitalismo del siglo XXI”.